Capitulo 6

20 3 0
                                    

Esa noche Dione agradeció el que su familia no hiciera preguntas, prefería el silencio, aunque esto no duro mucho puesto que Adara permanecía aun molesta, nadie podía culparla su lazo con el príncipe Azazel era extraño.

Cuando la mañana llego el sol pareció no querer salir aquel dia, el frio azotaba el lugar y disfrutaba embriagando con la eladez a las pobres almas desafortunadas, algo dentro de Dione supo que las cosas cambiarían, posiblemente Azazel tenia razón y su destino siempre fue el, pero en todos sus años de vida nunca dejo de soñar con aquella sombra que la asechaba en la oscuridad, ella podía ver su forma hecha un monstruo, con la piel acarbonada y una boca filosa llena de sangre, pero jamás tembló de terror, el la atraía de una manera oscura y sádica, la hacia rendirse a su oscuridad como ningún hombre lo habría podido hacer.

Jamás se sentía tan viva como cuando dormía y su mente divagaba en esos sueños. Sabia que su madre debía de aclarar sus dudas, estaba dispuesta a resolver el dilema, aunque tendría que acudir a métodos extremistas. Se levanto de la cama y una fría correntada de aire le impacto el rostro.

Para el desayuno no acompaño a nadie y pidió comer arriba, no estaba dispuesta a escuchar la voz filosa de Adara.

-Mi princesa, han mandado un bellísimo ramo para usted- Dione tomo las rosas blancas en sus manos y las observo con cierto desagrado, la culpa no eran las rosas, la culpa era quien las enviaba, una nota con los mismos halagos de siempre reposaba entre las verdes hojas- Azazel- dijo Dione con notable desagrado. La sirvienta la observo un momento con el ceño fruncido y una mirada de aburrimiento.

-Sucede algo- pregunto, observando a aquella mujer que permanecía frente a ella, jamás había tratado mal a nadie del servicio pero la esencia de esa chica se le hizo extraña.

-Nada mi princesa, es solo que el príncipe Azazel es muy detallista con usted- ella hizo una pausa y sus ojos confusos delataron lo que su boca no decía, no sabia si hablar o callar, pero cuando Dione se acerco a su cómoda y saco un bote de pintura roja, sus ojos se encendieron en confusión- usted es una víbora como todos dicen, hasta el consejo susurra que usted es una bruja, el es tan detallista y usted parece tratarlo con tal desprecio y desagrado- Dione no reacciono a sus palabras, había escuchado decir aquello muchas veces, claramente Azazel era un perfecto caballero en publico, sin embargo detrás de esa fachada estaba el hombre posesivo que la golpeaba y nadie intervenía para ayudarla- es una malagradecida, si el príncipe me tratara así no dudaría ni un momento en ser su esposa- ella se acerco a Dione- que tiene usted que yo no, soy una mujer de alta cuna, incluso mas hermosa que usted- Sabia que perder los estribos no le traería nada bueno, la joven no tenia la culpa de permanecer en la ignorancia.

-La diferencia es que tu solo quieres ser esposa, yo no deseo eso- ella se levanto con las manos llenas del color rojo, la joven la observó como si hubiera perdido la razón al verla pintar las rosas- puedes tener al príncipe si quieres, no me importa y no soy malagradecida, pero al menos quiero que el hombre con el que me case, entienda mis gustos y no me trate como a un medio mas para el poder- Dione tomo la caja de pinturas y se llevo unas cuantas rosas, para seguir con su misión en el jardín.

Por fortuna no se cruzo con nadie en el camino y cuando llego al limite de su territorio, se sentó en la fría nieve, saco sus pinturas y prosiguió con su tarea, siempre había amado las rosas rojas, el contraste con el que brillaban entre la blancura del lugar, le recordaban a ella. Sabia que las flores de ese color estaban prohibidas, desde que el rey declaro sus colores, "blanco y plata".

Cuando estaba a punto de terminar, su madre se acerco a ella, llevaba un largo vestido que la hacia ver como toda una dama de alta sociedad- que hermosas rosas, pero sabes que...- Luna no pudo terminar sus palabras puesto que Dione la interrumpió.

-Si están prohibidas, pero sabes cuanto me gustan- Luna lo sabia, desde pequeña su hija había amado las rosas rojas aunque jamás había visto una, su mirada fue mas allá de la manía de Dine por pintar las flores- ¿Azazel las envió?- Dione asintió en respuesta- gracias al cielo Adara no las vio, sabes cuanto le duele- Luna bajo su mirada, ella mas que nadie lo entendía a la perfección.

- ¿Por qué el no la ama?, ella debería ser su esposa, no yo- Dione bajo el rostro a sus rosas- Dime madre que fue del primer hijo del rey-  Quizá la pregunta había sido muy directa, sin embargo ella sentía que cada minuto que pasaba se perdía en la incertidumbre que le provocaba no tener respuesta a sus preguntas. Luna cambio su mirada pasiva a una llena de nerviosismo, sus delicadas manos compitieron con el hielo por la heladez y los guantes que las cubrían no fueron suficientes para brindarle confort, era un tema que nadie en el reino se atrevía a comentar, la consecuencia de hacerlo era la muerte, sin embargo Dione observo por un largo momento a su madre con una mirada acusadora- me lo debes, sabes que por esa tonta promesa yo jamás podre amar a alguien mas que a el.

Luna quiso salir del lugar, pero Dione evito su huida- por favor Dione, tienes que entender que el murió esa noche.

Dione se levanto de un salto del suelo y volvió a sentir el ápice de la traición en la voz de su madre- mentirosa, sabes que el vive, es el legitimo heredero del reino de Asteria, es el rey de la casa del invierno- Luna se tambaleo por las palabras de su hija- madre, si me amas me dirás a donde lo envió el rey, ¿que hizo con el?

-No puedo, debes de comprender que incluso para mi existen limites- Luna sabia lo que Dione sentía, pero lo que sus ojos habían visto esa noche no tenia comparación- si tu hubieras podido verlo- la mirada de terror en los ojos de luna podría haber sido el centro de la conversación, ella observo a todas partes como si temiera que alguien pudiera escucharlas- el era un monstruo deforme- susurro.

-Se que es un monstruo madre, que su piel es como el carbón en llamas y que su mirada grisácea casi sin un color vivo podría hacer que cualquiera perdiera el aliento con miedo, pero ustedes me condenaron me aprisionaron con una promesa que yo no hice, no puedo huir de el, su sola presencia me llama como una cruel condena- su mirada se dirigió a las montañas cubiertas por la nieve odiaba el sentirse aprisionada, Luna al escucharla ensancho sus ojos y se cubrió la boca.

-En donde lo has visto- Dione se encogió de hombros, no quería comentar nada de lo que sucedía- en donde Dione- dijo su madre tomándola 'por los hombros.

-Madre sino pretendes contarme nada de lo sucedido aquella noche, yo no te dire en donde he visto a aquel monstruo como tu lo llamas- Dione no pretendía ser grosera pero estaba tan desesperada por ser feliz que no le importo sonar grosera con su madre. Luna negó varias veces, en su interior estaba mas desesperada de lo que parecía, camino varios pasos alejándose de su hija para respirar el aire frio de la mañana.

-Respeto tu decisión- Dione la observo como si le hubiera crecido un tercer ojo, sin embargo entendió que había algo mas que Luna ocultaba sabia que ella se rendia con facilidad cuando tenia otra bomba la cual soltar- Necesitas saber algo- Luna tomo las pinturas acomodándolas en la caja- hoy llego una carta, solicitan que regresemos a la fortaleza, el rey se encuentra enfermo y están preparando todo para la coronación de su futuro heredero.

Dione palideció al escucharla, sus labios se abrían buscando las palabras pero su mente se encontraba en blanco, que podía decir, su pesadilla no estaba en sus sueños sino en la realidad a la que debía enfrentarse, una vida miserable modificada por todos menos por ella, todos la veían y decidían siempre por ella su vida estaba planeada por personas a las que no debería de tocar tal cargo, pero se tomaban el atrevimiento de decidir, de mantener sus esperanzas en ella como si fuera un ángel salvador, era demasiada carga para una joven que solo quería ser feliz.

-Prepara todo, mañana mismo debemos estar allí- Luna tomo un poco de pintura roja y mancho con ella dos líneas rojas en las mejillas de su hija- mi pequeña guerrera, mi dulce hija, se que esto es difícil para ti, ese muchacho no esta bien y tu eres como ese punto en donde el se mantiene en equilibrio pero también puede perder la razón, pase lo que pase siempre estaré para ti, incluso cuando no lo parezca y mis palabras te lastimen- Luna se acerco a Dione y la atrajo hacia ella para estrecharla en sus brazos- nunca olvides que te amo, y te protegeré con mi vida si es necesario.

Astraea el reino malditoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora