Capitulo 46

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Vacaciones en Brasil.

Francesca y Sofía ya habían abordado el avión privado junto con diez guardeespaldas que la acompañarían a Brasil y allí las esperaban más hombres que custiodarian todo el perímetro.

La rubia se acomodo en un asiento mirando hacia la ventanilla nerviosa, no podía dejar de pensar en lo que había hablado con Laura, lo que antes pensaba que era una locura, ahora se había convertido en una posibilidad la cual la hacia dudar.

La castaña se acostó frente a ella en un sofá, ya que tenia jaqueca y sentía que le estaban martillando la cabeza.

Mientras Francesca dormía un par de horas para aliviar su dolor de cabeza, Sofía se puso sus audífonos e imito a la castaña.

Luego de largas horas de viaje por fin aterrizaron en Brasil.

Ambas bajaron del avión y la castaña tomó la mano de su rubia y subieron a una camioneta la cual las llevaría a la playa donde allí las esperaba una lancha.

El viaje a la playa demoro minutos, Sofía sentía sus nervios a flor de piel, un nudo en su estómago y una duda en su cabeza con la cual no sabía que hacer.

-¿No nos quedaremos en Río? - pregunto Sofía intrigada al ver la lancha frente a ella.

Francesca sonrio y guardo silencio esperando a que sus hombres subieran sus equipajes.

-Vamos, sube- le tendió la mano a la rubia la cual la tomó y subió a la lancha junto a ella y Francesca encendió la lancha.

Sofia veía como a medida que la lancha avanzaba adentrándose cada vez más al mar y dejando atrás a la preciosa ciudad de Río.

Todo estaba oscuro a los alrededores podía apreciarse árboles grandes y la luz de la luna alumbraba todo el mar, a lo lejos pudo divisar una isla no muy grande, pero tampoco tan pequeña a la cual Francesca sonrio al verla y aceleró la lancha.

La castaña apago la lancha junto un puente de madera el cual estaba alumbrado por reflectores, delante de la lancha habían dos motos de agua lo cual seguía sorprendiendo a Sofía quien ayudo a Francesca a bajar los bolsos y se dirigieron a la entrada de una cabaña que estaba a poco metros del puente y en el medio de la isla.

Ambas mujeres entraron a la cabaña y la más joven se quedó aún más sorprendida por la belleza de esta, no era ni muy lujoso ni muy simple, simplemente perfecta. Habían pequeños sofás en la entrada y una mesa con varias sillas.

Al entrar lo primero que podia apreciarse era la habitación que tenía en el medio una gran cama de madera y dos mesitas de luz, a unos metros junto al lado de una puerta había una bañera grande.

Sofía se quedó boca abierta al ver que había una sola cama y Francesca miró seria al mismo lugar donde la rubia observaba sorprendida.

-Cuando vuelva juro que mataré a Adriano. - murmuro pero la rubia escucho y solo pudo reír bajo.

-¿Y tus guardeespaldas? - pregunto Sofía mirando a la castaña.

-En la ciudad, se que no te gusta mucho la idea de que ellos anden detrás de ti todo el tiempo. - dice tranquila tomando mis manos.

-Pero dijiste que ellos estaban para cuidarnos.- Francesca sonríe.

-Yo se cuidarme sola y yo te cuidare a ti- deja un beso en la frente de la rubia- Solo somos tu y yo nena.

Sofía mira nerviosa la cama que tiene enfrente y muerde su labio inferior haciendo que la castaña note su nerviosismo.

-No te preocupes por la cama, yo dormire en el sofá - dice tranquila e intenta irse pero Sofía la detiene agarrando su brazo.

-Necesito decirte algo. - la mira nerviosa.

-Nena, no haré nada que tú no me dejes y no quieras. - la castaña la mira tranquila.

-Pero yo si quiero Francesca. - dice segura y deja a una Francesca sorprendida.- Me gustas y te deseo, pero yo no tengo la experiencia que tú tienes, yo solo estuve con una persona y fue un hombre.

-Nena, si no estas segura no haré nada.

-Al igual que tú me pediste que te enseñará a ser amorosa conmigo, yo te pido que me enseñes este nuevo mundo, que me enseñes como puedo complacerte.- Francesca trata de controlarse y no caer en el impulso de cogerla justo en ese momento. - se que a ti te gusta lo brusco... pero te pido que me tengas paciencia.

-Nena, no es mentira de que deseo cogerte duro como si fuera el último de mi vida... pero no eres una mas de las tantas mujeres con las cual he cogido, tu eres especial, eres mi nena, mi rubia, mi Diosa y no solo quiero quitarme las ganas, quiero contemplarte, conocer cada centímetro de tu cuerpo y dejar mi huella en el, mereces que te veneren como la Diosa que eres y voy hacerte el amor y en eso tú serias mi primera vez.

Sofía acorta la distancia entre ellas y la besa lento enredando su manos en el pelo de Francesca.

Un beso cálido mezclado con deseo y sentimientos, sentimientos que ellas aún no podían definir porque ese sentimiento no tenía explicación, solo crecía cada vez más invadiendo cada rincón de sus almas y uniéndolas haciéndolas una sola.

Sofía se separo lento y la castaña la miro confundida con la respiración agitada.

-Quiero prepararme. - dijo sonriendo y la castaña asintió.

-Haré una llamada, tomate el tiempo que necesites.

-La última llamada, quiero que te olvides de tu trabajo y de todo el mundo, usted lo dijo señora Amatos... Solo tú y yo.

Francesca salió a la playa con una sonrisa de oreja a oreja y pensando que esa rubia ya la tenía como quería y todavía no lograba darse cuenta que si ella se lo pedía, la castaña le pondría el mundo, el cielo y el infierno a sus pies.

Mientras la mafiosa hacia una llamada, la rubia abrió su bolso buscando ropa limpia y abrió la boca asombrada al ver lo que había dentro del bolso; un conjunto de lencería blanco. Lo único que pudo pensar fue "Apostaría mi vida a que fue un complot entre Laura y Mary" aunque le daba pena poner aquella prenda, también quería complacer a Francesca y sobre todo le daba curiosidad la cara que pondría la mafiosa al verla, por lo cual lo saco del bolso.

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