Nuevo amanecer

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Draco Malfoy había perdido muchas cosas en su vida.

Harry Potter fracaso en algunas otras.

Dos hombres que años atrás se habían caracterizado por tener una rivalidad bastante marcada, tonta en algún punto, infantil.

Ahora compartían oficina y de vez en cuando algún café.
Las salidas a comer eran recurrentes, las tardes charlando juntos, todo era parte ya de su rutina.

Y como parte de la rutina, también estaba ese momento del día...ese en el que Draco no podía evitar recordarla.
Si al menos hubiera tenido más tiempo, más vida...no estaría tan solo.

Draco no solía mostrarse débil nunca, jamás lloraba frente a nadie.

Pero ese día, Harry lo había invitado a pasar un rato en su apartamento, a ese punto de sus vidas, viéndose diariamente y conviviendo como si de los mejores amigos del mundo se tratase, Draco ya no se sentía incómodo con su compañía, más bien, descubrió que Harry era una persona conciliadora y pacífica fuera del campo de especialización en su trabajo de auror.

Tenían una dinámica simple, Harry cocinaba, Draco no se acercaba lo suficiente al peligro del fuego.

Le traía malos recuerdos.
Y ahora era que pensaba en todo eso... recuerdos.

Estaba en la terraza de Harry, más específicamente en una de las sillas que tenía la mesa adecuada para comer al aire libre.

"Eres mi Luna, Draco"

Juraba que estaba comenzando a olvidar su voz, pero no, nunca podría olvidarla.

Contrario a lo que Harry vivió con Ginebra, un quiebre imposible de reparar, la libertad que ella necesitaba y el poco tiempo que él tenía por su trabajo, los llevó a aceptar que su matrimonio no llegaría a nada más y el aún no tener hijos lo hizo más fácil, el divorcio y lo que Harry califica como un fracaso sin remedio.

Draco por su parte había vivido un matrimonio sumamente distinto.

Astoria era linda, dulce, un año menor y por tanto le gustaba decirle "asalta cunas" y apodos similares.
Ella era su sol, un sol que alumbraba toda la obscuridad que la guerra había dejado.

Draco se hallaba metido hasta el fondo en una tristeza profunda, no comía, no bebía, se hallaba hecho trizas luego de haber participado en el bando perdedor de una guerra a la que nunca quiso ir, después de todo, no tenía elección.

Y al finalizar la guerra...ella y él se encontraron.

Había sido el encuentro más bobo del mundo, en opinión de Draco.
Ella entró a un bar,  el salía y sin querer tumbó su bebida.
Draco no solía ser torpe, solo se hallaba metido en su propio mundo y por cortesía, le invito una bebida nueva para compensarlo.

Ahí se dió cuenta de quién era ella, Astoria, un año menor que él y su compañera de casa en sus años escolares.

Se recuerda a si mismo mirándola más de una vez, aunque la mayoría del tiempo su atención estaba puesta en actuar perfectamente como debía, en vigilar a Harry, en ser un títere...pero ya no debía ser así.

Así que por primera vez después de la guerra se permitió charlar de sus opiniones, de su vida, de todo un poco, ella estaba bastante feliz de que hubieran tirado su bebida aquella noche.

Radiante y sonriente, terminó por aceptar una cita y poco a poco, ambos fueron complementando el mundo contrario.

Draco le daba todo lo que ella deseaba si lo tenía en sus posibilidades, Astoria le agradecía y sobre todo, lo amaba.

Luna de un sol distante Donde viven las historias. Descúbrelo ahora