Los héroes se visten de negro

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Platos cayeron al suelo con un fuerte estruendo.

Atsushi no paraba de temblar mientras veía la sopa que segundos antes estaba comiendo desparramada, el arroz que tanto habían tardado en obtener se esparcía en el suelo burlándose de él; su madre se encontraba del lado opuesto de la mesa, ella tenía ambas manos y ojos fuertemente apretados, simulando de mejor forma los temblores que la recorrían.

- ¿¡Se puede saber que es esta porquería!? – Preguntó el culpable de todo ese desastre con el rostro rojo de ira. – Yo te dije específicamente lo que quería comer – reclamó con los dientes apretados. – Entonces, ¿¡Por qué mierda preparaste esta asquerosidad? ¿Y todavía compraste algo tan caro como arroz? – gritó alzando su mano y golpeando a la mujer.

Chiyo calmó un poco su respiración antes de empezar a hablar.

- Hoy es el cumpleaños de Atsushi – murmuró. – Esa es su comida favorita, así que yo pensé que...

- ¿Qué dijiste? ¡Ya te he dicho que no escucho ni una mierda si hablas entre dientes! Habla bien, puta, que hasta esta escoria que tengo por hijo puede hablar mejor que tú. – Los ojos de Atsushi no pudieron aguantar más y lágrimas cristalinas empezaron a rodar en silencio por sus mejillas.

- Dije que hoy es el cumpleaños de Atsushi, e hice su comida favorita – dijo alzando la voz, animándose a ver directamente los ojos de Tabito, el hombre que no esperaba esa respuesta empezó a reír, solo que esa risa era fría y vacía, no reflejaba nada de alegría genuina.

- ¿Prefieres a ese niño – golpeó la mesa – antes que a mí? – Chiyo, dándose cuenta que la respuesta que dio era equivocada empezó a sacudir frenéticamente la cabeza mientras balbuceaba en un intento de explicar las cosas.

- Es que tú... Llegaste un día antes de lo previsto – pudo decir al fin, pero fue ignorada

- ¿De dónde sacaste el dinero? ¿¡ME ESTÁS ROBANDO!? ¿EH? ¡RESPONDE! – Aguantando las lágrimas solo pudo sacudir su cabeza.

- El-El arroz fue lo que mandó el alcalde como un sustento a causa de la sequía – se excusó sin abrir los ojos. Tabito no dudó de ella, ya que escuchó sobre lo que ese ricachón hipócrita había estado dando.

De todas formas, el hombre sujetó el cabello de su esposa en un puño y con brusquedad jaló de ella hasta que la hizo arrodillarse, en ese momento dio un rodillazo a su rostro, dejando la nariz de la mujer sangrando. No solo lastimó el frágil rostro, sino que también la hizo cortarse con los fragmentos de los platos rotos.

- ¡Es a mí a quién debes de darle prioridad! – exclamó. Chiyo asintió repetidamente mientras ponía una mano bajo su nariz para no manchar el suelo. – Mientras tú... – Dijo volteándose como un tigre viendo a un pequeño ciervo desamparado. – Ojalá nunca hubieses nacido.

Lo siguiente que Atsushi supo fue que su padre intentó ahogarlo en el agua que su madre había reunido para lavar los platos, pero fue detenido por Chiyo, quién se abalanzó sobre el hombre, haciendo que cambiara el objetivo de sus agresiones.

Atsushi estaba acostumbrado, siempre era así; nunca había tenido un cumpleaños en calma y justo cuando pensó que al fin tendría un día feliz, él tuvo que arruinarlo. Su padre siempre lo golpeaba e insultaba cada vez que tenía oportunidad, pero el hecho de que pasara tan seguido no significaba que el dolor pudiese disminuir, al contario, era como si la herida solo se abriera más y más.

Cuando el albino por fin pudo recuperar el aliento, su padre ya se había marchado de casa, y Chiyo estaba recogiendo la comida cabizbaja.

- Mamá... - llamó con voz temblorosa, acercándose con pasos vacilantes a ella.

El monstruo que se esconde bajo la cama -Shin SoukokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora