8- Fiesta de compromiso

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1:30 PM. Silvia pasó por un Starbucks antes de llegar a la oficina de Jorge, estacionó su bonito auto en el aparcamento y bajo.

Iba un poco retrasada. Se había amanecido en llamada platicando con su amiga Bea, sobre lo que le había estado sucediendo estos últimos días, le contó que se había reencontrado con su mayor pesadilla de pequeña, y que ahora era su nuevo socio, que por cierto, estába muy guapo.

Se dirigió al la entrada del elevador cuando se topo con un señor que también estába esperando, era alto, de pelo gris. Era su imaginación o parecía estar enojado o talvez eran sus cejas en forma v invertida con ángulo muy marcado. No lo sé, pero tendrían que compartir elevador.

—Buenas tardes —dijo Silvia respetuosamente.

—Buenas tardes señorita —sonrió coqueto—, a dónde se dirige.

—Al segundo piso, a la oficina del jefe —dijo.

—Vaya que coincidencia, yo también
—sonrió vacilante.

—Si...—sonrió nerviosa.

Me estába poniendo nerviosa un poco, de muchas preguntas que hacía.

—¿Y conoce al jefe? —preguntó el señor.

—Eh sí, estamos trabajando juntos, soy la jefa de Global Radio.

—Oh entonces, encantado de conocerla. Soy el señor Pedro, el que construyó todo esto
—estira su mano.

—Señor Pedro, ¡Encantada de conocerlo!
—Le aceptó el apretón de manos amablemente.

—Igualmente señorita...

—Silvia, Silvia Navarro.

—Señorita Navarro —Sonrió y saco una invitación de su bolso— Me encantaría invitarla a las 6PM a mi fiesta de compromiso, una socia de nuestra empresa tan importante como usted debe de asistir a éste grandioso evento de mi parte.

—Muchas gracias señor, será un honor asistir. —Sonrió pensando.

Talvez no iría y se quedaría toda la tarde acostada en su cama, comiendo chuches y viendo películas románticas con este agradable clima nublado.

O talvez, cabe la posibilidad de que si asista.

—La espero está tarde en mi casa, la dirección está en la invitación, espero pueda acompañarnos. —Se despidió y el elevador se abrió.

Silvia espero un momento a qué Jorge terminará de hablar con su padre y luego entro ella.

—Hola. —sonrió y colocó su bolso en un sofá que estába cerca.

—Hola, pensé que te había pasado algo, llegaste muy tarde. —Se paro y se dirigió a ella.

—Tuve algunas cosas que resolver. —Le sonrió pícaramente.

—Mmmm, no me quiero imaginar que tipo de cosas estabas haciendo. —La miró fijamente.

—Pues no es nada de lo que tu sucia mente está pensando, aparte, no tengo por qué darte explicaciones de lo que yo haga. —rió orgullosa.

—Tal vez sí me las tienes que...dar. —Se acercó más a ella.

—¿Y p-por qué? —Murmuro sonrojada, talvez había entendido con un poco de doble sentido, y la cercanía en la que se encontraban la ponía extremadamente caliente y nerviosa.

—Por que tú deber está aquí, conmigo. —Se acercó más a ella.

—Jorge...Tu no tienes ningún derecho en mi.
—Nerviosa, bajo su mirada hacía los labios de Jorge. Se veían tan carnosos, paso por su cabeza la tonta idea de que tal vez podría morder y besar esos lindos labios.

El deseo en tu miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora