22. Hasta un condenado a muerte tiene derecho a defenderse.

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Cuando desperté, sentí como si un camión me hubiera pasado por encima de lo mal que me encontraba. Noté como estaba sola en la cama, y tras mirar el movil y responder a mis amigas que estaba todo bien, me dirigí al baño de Pedri. Por un momento se me había olvidado que también era la casa de Gavi. 

Al ver la cara que tenía me asusté, todo el maquillaje estaba corrido por mi cara y mis ojos hinchados de llorar. Me lavé la cara y conseguí quitarlo todo, excepto la rojez y la hinchazón. Bajé buscando a Pedri, aunque no lo veía por ningún lado, ni tenía mensajes suyos avisando que había salido. Fui a llamarle cuando escuché la puerta abrirse y entró sonriente. Me miró y fue hacia mi.

-Buenos días guapa, ¿qué tal has dormido?-preguntó mientras me abrazaba.

-Mal, la verdad, pero bueno...-dije devolviéndole el abrazo. 

Estuvimos así un momento, hasta que nos separamos y fuimos juntos a la cocina. 

-¿Quieres hablar de lo que pasó anoche? Cuando me llamaste me asusté, pero lo último que imaginaba es que estuvieras con él ahí.-dijo Pedri. 

-Fue todo muy raro-le conté todo, mientras él abría los ojos sorprendido y muy cabreado por lo mal que me había tratado. 

-No puedo creerme que haya sido tan gilipollas. Te prometo que esto no se va a quedar así-dijo cabreado.

-No Pedri, no quiero que le digas nada, por favor, hazlo por mi, no quiero que os metáis en movidas por mi culpa-supliqué.

-Claudia esto no puede quedarse así, no puede tratarte mal, dejarte tirada en medio de la nada y estar tan tranquilo. Será mi amigo, pero es indefendible de cualquier manera que pueda imaginar. 

Intenté convencerle de que lo dejara pasar, aunque tampoco creo que funcionara mucho. Por mi parte, yo no pensaba mirarle siquiera. Estaba cabreada, pero aún más decepcionada con él. No podía imaginar en qué momento se cabreó tanto como para hacer eso. Solo esperaba no tener que enfrentarme a él, al menos no por ahora. 

Después de comer, le pedí a Pedri que me llevara a casa, quería ducharme y despejarme de todo lo que había pasado esa noche. Podía parecer una tontería, pero realmente estaba asustada. Pedri aceptó encantado y me dejó en mi portal. 

Cuando subí a mi piso, encontré en la puerta tirado a Gavi, cosa que me cabreó y me sorprendió en partes iguales. Estaba dormido y con la misma ropa del día anterior, por lo que supuse que llevaba ahí desde que yo había llamado a Pedri. Le di con el pie intentando despertarle para que se quitara de la puerta y yo pudiera entrar, no quería hablar con él. Cuando abrió los ojos me miró.

-Claudia, déjame hablar, porfavor- pidió levantándose y quedándose delante de la puerta. Yo no podía mirarle.

-Vete de mi casa, no quiero hablar contigo-solté enfadada esperando que se apartara, a lo que el no se movió.

-Lo necesito, por favor, lo necesitamos, mírame Claudia-intentó tocar mi mentón para hacer que le mirara, a lo que yo me separé-No me apartes de tu vida, te lo suplico-dijo a media voz. 

-Gavi, no voy a decírtelo más, quítate de mi puerta o voy a llamar a la policía. Es la última vez que lo digo, y tienes tres segundos-saqué el móvil dispuesta a hacer la llamada. 

Él suspiró y se rindió apartándose, sin irse, aunque yo abrí la puerta y cerré tras mi paso olvidando completamente que él estaba ahí. No quería hablar con él, no quería escucharle pedir perdón, ahora mismo estaba muy cabreada con él por todo. 

-Claudia, te prometo que no voy a dejarte ir, sé que no quieres que me vaya, yo no quiero hacerlo, quiero que esto vaya bien-dijo gritando a través de la puerta-solo pido una oportunidad para hablar y explicarme, sé que no lo merezco, pero hasta un condenado a muerte tiene derecho a defenderse. Me he equivocado, lo sé, pero no quiero que todo acabe aquí. 

Le escuché suspirar al notar que no hubo respuesta por mi parte y le sentí sentarse en el suelo apoyado contra la puerta, a lo que yo hice lo mismo desde el otro lado a punto de llorar. Me levanté corriendo cuando sentí que no aguantaría más y me fui a mi cuarto a llorar. No quería que él me escuchara. 

Fui directa a la ducha, donde estuve casi media hora intentando tranquilizarme, hasta que lo conseguí totalmente y salí. Me vestí y me dirigí a la puerta de casa, donde me quedé mirando hacia fuera, intentando saber si él seguía o no ahí. Me asomé por la mirilla y vi su cuerpo en el suelo. Ahora desde tan cerca a la puerta le escuchaba llorar. Me estaba dando pena, aunque sabía que no debía, la culpa era totalmente suya. 

Intenté olvidar lo que sentía en ese momento y volví a irme hacia dentro, esperando que él se fuera pronto de ahí. Me tumbé un rato en la cama intentando despejar mi cabeza de todo lo que había pasado, y cuando me di cuenta, ya estaba durmiendo. Ultimamente dormir estaba siendo mi única manera de aislarme de todo. 

Llegadas las ocho de la tarde, cuando desperté por la alarma que me había puesto, fui otra vez a la puerta para ver si él seguía allí, suspiré al ver que no y volví a cerrar la puerta. 

Me dirigí al salón a organizar la semana de trabajo como todos los domingos, y vi que al día siguiente tenía una sesión que organizar con Aurora, pero no ponía de qué trataba o a quien entrevistaríamos, por lo que decidí llamarla para preguntarle a ver si ella sabía algo. Después de dos toques cogió el teléfono.

-Ey Claudia dime-respondió. Se escuchaba de fondo alguien o algo bastante agitado, pero no hice mucho caso.

-Tia, tu sabes algo de la sesión de maña...-no pude acabar porque se empezaron a escuchar llantos detrás de ella-¿estás bien?-pregunté-¿llamo en mal momento?

-Sí.. bueno, no, no sé, espera un segundo-no pude responder, escuché de fondo como gritaba "Gavi, frena, relájate ya y deja esa botella joder" 

Yo me quedé pensando, ¿Gavi estaba con ella en ese momento? ¿qué botella?.

-Perdona tía, dime-dijo ella, aunque después de escuchar eso yo ya tenía la cabeza en otro sitio. No sabía si preguntar o no, pero al final no pude evitarlo. 

-¿Está él bien?-dije refiriéndome a su hermano, a lo que la escuché suspirar.

-No mucho, no sé si debería decírtelo porque no se que ha pasado y a lo mejor me arrepiento, pero ha llegado hace algo menos de una hora a mi casa con una botella de whisky en la mano, y no para de beber y balbucear tonterías. Te llama de vez en cuando y suelta estupideces por la boca, no sé que le pasa o que ha pasado entre vosotros...-dijo triste ella- pero no había visto a mi hermano nunca así...

Suspiré con ganas de llorar, estaba así por lo que había pasado, estaba más que segura. No sabía que hacer, hasta que escuché como en el otro lado de la llamada Aurora decía algo y de repente escuché hablar a Gavi.

-Claudia, sé que eres tú, perdóname, la he cagado, soy un tonto, pero no quiero perderte-chapurreaba. Se notaba que había bebido bastante, y yo me sentía culpable en parte, aunque sabía que no debía, todo lo había provocado él, pero por mucho que intentara evitar sentirme así, le quería de verdad. 

-Gavi, pásame con Aurora porfavor- dije intentando que no notara mis ganas de llorar. Escuché bufar y volvió a hablar ella.

-Lo siento tía, me ha cogido el móvil y tiene más fuerza que yo.-respondió.

-Aurora, ¿donde estais? dame la dirección porfa, voy para allá- solté sin pensar mucho mientras dejaba el móvil en altavoz en la cama y me ponía unos pantalones y unas zapatillas. 

Cuando ella me dio la dirección, la apunté en el gps y fui hacia allí con el coche. En menos de 10 minutos estaba ante la puerta que ella me dijo. Llamé al timbre y abrió mi amiga.

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