32_Cuando cae lluvia

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Chad

Tres días desde que se marchó y aún no puedo creerlo. Lo pienso, las personas me dicen que estaré bien, pero es increíble. Trato de aceptarlo, pero no puedo. Ella era de esas personas que las veías y creías que las tendrías toda la vida.

¿Qué se supone que deba de hacer ahora? Ella era la única persona que me entendía. Creo que una de las pocas a las que le mostraba quien realmente era, aunque ella lo negara, siempre le di más amor del que me tenía permitido demostrar. Y ahora que pasó todo esto, que la vida me la arrebató; puedo decir que eso de no demostrar es una mierda.

-¿Vienes a dormir? -pregunta una dulce voz a mis espaldas. Sus manos se acercan por detrás y me abraza. No digo nada solo extiendo la cabeza hacia atrás para sentir su aroma. Cierro los ojos cuando mis fosas nasales se impregnan de su olor. Ella me da paz, calma y me sana. -Entonces me quedaré aquí contigo. -abro los ojos al escucharla.

-No tienes que hacerlo. Puedes ir a dormir. Yo estaré bien.

-No, no lo estás -Camina hasta estar frente a mi y sentarse sobre mi regazo. -Tienes que aceptarlo... Que estás mal y así será más fácil llevar el dolor. Créeme, ahora no, pero estarás bien. Estoy contigo. Ambos debemos de ayudar a Tomas, para él está resultado demasiado difícil.

No despego mis ojos de ella, sigo el movimiento de sus labios al pronunciar tan hermosas palabras llenas de aliento, llenas de energía. Némesis tiene razón. Debo de estar bien para mi abuelo.

-¿Qué bueno he hecho para merecerte? -confieso provocando un sonrojo acompañado de un sonrisa en su rostro. Es perfectamente hermosa.

-¿Dormimos? -pregunta evadiendo la pregunta y asiento convencido de que lo mejor es dormir. Hace tres días que no pego ojo cosa que no es saludable, sobretodo porque tengo trabajo y no debo de abandonarlo. Tal vez mi pasión por atrapar crimínales me ayude a salir de esta oscura y dolorosa etapa.

-Vamos -ella toma mi mano para guiarme a la habitación.
Cuando falleció la abuela nos vivimos a vivir juntos en casa de mis abuelos porque este no los pidió. No quiere estar solo. Nos puso entre la espada y la pared. Era vivir con él o perder el que siempre ha sido nuestros hogar para irse a un sitio más chiquito donde sus paredes y pasillos no le recuerden a la abuela y mis padres. Por ende aceptamos venir con él. Además jamás le dejaría solo en un momento como este. Mi abuelo es lo único que me queda.

Ya en la habitación Némesis toma el lado derecho de la cama y yo el izquierdo. Ya acostados me quedo viendo el techo mientras Némesis pasa su mano por encima de mi cuerpo. Es una sensación que nunca había experimentado y se siente tan bien, ojalá no estuviera echo una mierda quizás lo estuviese disfrutando mucho más.

Cierro los ojos y suspiro para contener el momento e intentar aliviar la opresión en mi pecho. Pero nada de lo que hago funciona para acercarme el dolor que siento dentro de mi. Duele, duele tanto que quema como si estuvieras en el mismito infierno. Es asfixiante y ensordecedor.

-Cierra los ojos -me sorprendo al escuchar su voz, creí que se había dormido. -venga ciérralos -pide y obedezco. -Ahora piensa en todos los momentos buenos que pasaste con Lara.

Hago lo que pide y comienzo a recordar cada uno de aquellos instantes donde éramos felices y su tierna risa inundaba la casa. Como con sus manos delicadas curaba mis dolores y bajaba mis fiebres. Como bailaba junto al abuelo en navidad y alegaba que siempre estuvo muy orgullosa de mi cuando, en cambio, el abuelo me vive riñendo y diciendo lo contrario. Mi abuela era una de esas personas mágicas, que curan y brindan alegría. Su vacío no se llenará jamás.

Una lágrima desciende por mi mejilla y me siento en la cama de golpe. Me gustó recordarla sin dolor, siendo feliz. Creo que se marchó siendo la mujer más feliz del mundo.

Némesis[✔️] ©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora