King of my heart (Kingbury)

46 3 27
                                    

CW: Mención de religión.

_______________________________

_______________________

_____________

De vez en cuando, Samuel iba al salón del piano para leer la biblia. Había algo en esa habitación que le inspiraba tranquilidad y paz. Dos emociones necesarias para no escandalizarse cada vez que leía algún castigo arcaico o algún escenario con el que simplemente no estaba de acuerdo. A lo mejor por eso recurría muy a menudo a su lugar seguro: los evangelios y esa habitación.

Tal vez era la cálida iluminación que bañaba cada centímetro de los mobiliarios, haciéndolos ver como si estuvieran hechos de oro; las cortinas semitransparentes que él había elegido para que durante los veranos el verde del jardín se reflejara sobre las ventanas; y la cantidad de espacio que George le había dado a ese salón solo para que el piano no se viera nunca fuera de lugar. Le parecía un detalle precioso.

Hablando de George. Habían pasado unos cuantos minutos desde que él había pasado por esa habitación, su cabeza se había asomado por la puerta para ver si necesitaba algo. Samuel había negado con la cabeza, señalándole su biblia con la mirada y preguntándole con la misma si deseaba unírsele. En respuesta, George se había retirado, Samuel respetó su decisión y, eventualmente, se dio cuenta de que con cada anotación que hacía, iba cambiando de asiento hasta acabar sentado en el banco del piano que estaba en el centro de la habitación.

Había visto a George pasar tantas veces sus dedos por esas teclas, entonando melodías familiares, todas y cada una dedicadas a él. Samuel no sabía tocarlo, pero eso no lo detuvo de levantar la tapa del piano. Presionó una de las teclas y la nota resonó sin filtro por todo el salón. El sonido limpio lo había intimidado, pero también había despertado su curiosidad. Al dejar la biblia a un lado, se dio cuenta que se quedó abierta en Marcos 13:26.

Leyó el versículo y recordó una canción. Entonces comenzó a cantar.

Todos lo verán. Como Rey en las nubes volverá, coronado en poder y autoridad. El cordero y León reinará.

Su voz sonó tímida al inicio, no estaba muy seguro a dónde mirar, ni mucho menos qué notas tocar. Sin embargo, eso no lo detuvo, repitió la estrofa, en cada ocasión con más seguridad y con mayor proyección. Ante sus oídos no sabía si considerarse un buen o un mal cantante, nunca se lo había puesto a pensar, y no estaba convencido de querer a tener ese debate en ese momento. Su índice había empezado a tocar una misma nota, tratando de darle una base a la que anclar sus palabras, dejándose llevar por lo que creía que George sentía cada vez que tocaba.

—Tienes una muy buena voz, diletto.

Sus dedos se contrajeron y su mano cayó sobre las teclas, haciendo que sonaran notas dispersas. Se aclaró la garganta y vio a George sonreírle, mientras le mostraba algo que tenía en las manos.

—Mis resaltadores.

—Pensé que los necesitarías, pero si querías una excusa para cantar simplemente me lo habrías pedido. Dicen que soy un público muy bueno.

—Me escuchaste.

—No puedes culparme por creer que cantabas sobre mí.

Samuel sintió sus orejas calentándose. Pero no apartó la mirada de George.

—No sé tocar el piano.

—Aprendes rápido.

George se sentó junto a él, sus caderas se tocaron levemente y sus ojos se detuvieron unos segundos sobre sus labios. Por costumbre, sus manos se buscaron entre sí, las de George se colocaron sobre las suyas y le pidió cantar antes de poder sacar los acordes de oído. La confianza que había ganado hace unos segundos se fue disolviendo como una pastilla efervescente. Así que, en lugar de cantar, tarareó bajito, mientras sentía la presión de las teclas bajo sus dedos y las suaves palmas de George contra los dorsos de las suyas.

In the Winter's Trail - one shots lamsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora