⚠️Disclaimer ⚠️
Este fanfic es una obra de ficción basada en los mundos de BTS, creada por fans para fans. Los derechos de los personajes y contextos originales pertenecen a sus respectivos propietarios/autores. Toda coincidencia con la realidad es involuntaria, y esta historia se comparte sin ánimo de lucro, como una manifestación de admiración hacia los artistas y sus obras. Respeto a tu ship/OTP, respeta al mío.
Lo efímero de un momento, siempre se hace eterno en la memoria.
[...]
Despierto temprano y no gracias al despertador sino a la canción que alerta sobre una llamada entrante. Pocas veces recibo llamadas a temprana hora, tanteo el espacio vacío de la cama, donde usualmente dejo el celular por las noches y termino sentándome en el proceso. Presiono el botón de inicio que configuré para atender rápido.
Pregunto de quién se trata inmediatamente, soy torpe a esas horas y no reviso el nombre o número en la pantalla. Es Taehyung, mi amigo, se escucha ansioso pidiéndome que me arregle y busque lo más decente que tenga para ponerme. Lo interrumpo a mitad de sus aceleradas indicaciones, ya que, la razón por la cual me llama no parece ser de vida o muerte.
─Idiota, hoy es mi día libre y quieres arruinarlo.
Escucho su risa por el auricular.
─No seas un amargado. Únicamente quiero hacerte un regalo.
─Lo que sea que tengas en mente, no me importa. Ahora, si me permites, tengo una cita con la almohada ─estoy por colgar. La voz de Tae se vuelve dramática ante mi amenaza─. Tienes que explicarme los detalles ─repite que debemos vernos. Que es importante. No sé si se deba a que es mi mejor amigo o a que mi sueño se esfumó, termino aceptando.
─Paso por ti en una hora, más te vale estar listo ─y cuelga.
A veces me pregunto ¿Cómo fue que ese diablo sonriente terminó formando parte de mi vida? Es gracioso. Soy demasiado introvertido, pero sin quererlo, personas como Taehyung me han acompañado, personas que no dudan ni un segundo en tomar las decisiones con mayor importancia en su vida, totalmente contrarias a mí.
Aún estoy sentado en la orilla de la cama, estiro mis brazos y piernas escuchándolos tronar. Es una manía enfermiza. Una vez terminada mi rutina, conecto mi celular para cargarlo antes de salir a saber dónde. Busco una toalla limpia y entro al baño. Me deshago de la ropa que utilicé para dormir, detesto los pijamas, por eso sólo duermo en bóxer y con una playera holgada, es cómodo.
El agua caliente tarda en salir, aprovecho y lavo mis dientes con el agua fría que cae. Adoro los olores dulces, acostumbro a comprar shampoo con olores frutales, lavo mi cabello y paso la esponja sobre mi piel, lavando bien cada parte porque odio los baños sin sentido. Pasan menos de diez minutos, cierro la regadera, seco un poco mi cabellera y con calma paso la toalla por mi cuerpo impidiendo que las gotas de agua que se han formado en mi anatomía lleguen hasta mis talones, envuelvo la toalla en mi cintura. El vapor del cuarto de baño se escapa al abrir la puerta.
Me paro frente a mi pequeño ropero, tengo un par de camisas de cuadros que hace tiempo no uso, creo que es momento de ponérmelas, es eso o tirarlas, pero dudo hacer lo último. Elijo una camisa de cuadros negros y azules degradados, el azul se volvió mi color favorito, a juego con un pantalón de mezclilla negro y destrucción en las rodillas. Termino de arreglarme, hablando con el espejo me recuerdo que la paciencia es una virtud que no poseo y que debo seguir trabajando en ello.
Ordeno un poco mi habitación, es donde paso la mayor parte de mi tiempo libre. Me acuclillo levantando las prendas de ropa esparcidas por el suelo y poniéndolas en el lugar correspondiente. El aseo está casi listo, sacudo las sábanas de mi cama y levanto la almohada haciendo lo mismo, debajo de ella se esconde el libro que no he podido leer. Olvido lo que hacía con la almohada para sustituir el vacío que queda en mis manos por Quiet y devolverlo a mi pequeño librero personal conformado por libros cortos que coleccioné con el tiempo y que sigo coleccionando. Mi vista pasa lentamente por los títulos hasta dar con mi objetivo, no es un libro, en realidad se trata de un álbum de fotos hecho con mis propias manos. Recuerdo que me desvelé por terminarlo, era un regalo para alguien especial, pero olvidé llevarlo el día de nuestro aniversario, en ocasiones me arrepiento de no haber revisado mi mochila antes de salir de casa, aunque sigo agradeciéndolo porque es lo único que quedó de ambos. Mis dedos se comportan como siempre que los recuerdos me golpean, tiemblan al rozar la tapa. Nuestras memorias siguen vivas en el interior.
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MIL DISCULPAS
Short StorySi me pongo a pensar en el pasado con la mentalidad de hoy, la única conclusión a la que puedo llegar es que no fue nuestro momento. Ambos con dieciséis años, inmaduros y sin el apoyo de quienes decían ser nuestros amigos. Volvimos nuestros propios...