New York.
Mansión Bernocchi.
08:23 am.
Antonio.- ¡DUELE! - Escucho su grito y lo dejo todo para correr hacia arriba - ¡Ya! - Llora con fuerza y me quedo en la puerta - Por favor - Pide en un susurro - Por favor - Entro y me ve fijamente.
Tiene la cara roja y los ojos hinchado de tanto llorar, me acerco y cuando me siento se acerca a mi como si fuera su salvación.
- Por favor - Me susurra y aprieta mi mano con fuerza cuando siguen drenando las sustancias que se metió - ¡Duele! - Sigue llorando y la sostengo viendo cómo la limpian. - ¡Antonio haz algo!
- Si lo detenemos ahora va a ser peor. - Me dice el doctor y veo a la mujer que está en mis brazos.
- Ya va a pasar. - Le digo y cierra los ojos con fuerza.
- ¡Muévanse o es qué no ven que le duele! - Los regaño aún sabiendo que no es su culpa.
- Ya - Habla el doctor y comienza a quitarle los tubos de un costado de su cuerpo.
Comienza a cerrar la herida y otros sacan los equipos.
- Su medicamento - dejan cajas de pastillas en la cama - Tiene que comer bastante y tener buena hidratación, actividades que la distraigan porque la ansiedad la va atacar con fuerza y más por su salud mental.
- ¿Cómo la vuelvo a su estado natural? - Pregunto.
- Con medicación y también es algo que ella misma tiene que dejar ir, le voy a recomendar un psiquiatra - Asiento - Si esto vuelve a pasar tiene que plantearse meterla en un psiquiátrico o internado - siento como se tensa.- Los veré el sábado - Asiento y se va.
- ¿No me vas a meter en unos de esos cierto? - Me ve y niego haciendo que suelte el aire - Te odio todavía.
- Lo sé - me acuesto y se me sube encima - Se nota lo mucho que me odias - Digo con sarcasmo.
- ¿Qué paso para que lo tuvieras que hacer? - pregunta - ¿O por que te llevaron?
- Hablemos de eso luego, concéntrate en recuperarte - pongo una almohada bajo a mi cabeza para verla mejor - Tus hijos te extrañan - Me ve de golpe - Tengo la mitad de la organización abajo y otra llegando de Italia sin hablar de Yuvi que está abajo desesperada y no tienes idea de cómo me desespera a mi.
- ¿Enserio? - Asiento - Antonio yo ... lo que dije la otra noche era cierto.
- No me digas eso - Le susurro y sus ojos se cristalizan.
- Duele mucho - Vuelve a llorar - Mi mente no me deja en paz.
- ¿Qué piensas? - Niega - Déjame ayudarte.- comienzo acariciar su cabellera negra que tanto me gusta.
- Tal vez todo lo que me está pasando me lo merezco - Me tenso, su cuerpo tiembla y la aprieto - Quiero verla - Respiro hondo y tengo que explicarle muchas cosas a Regina - A Jenell - Me tenso aun más y me ve con cierta braveza.
- Recupérate y luego has lo que quieras - Asiente - Es hora de comer.
Se levanta con dificultad así que la tomo cargándola para evitarle el mayor dolor posible. Espero que no se entere lo del club o ahí si estoy jodido. No fui más ya que como deje a las cinco mujeres pidieron como mínimo una semana para recuperarse y yo con niñatas que no aguantan nada no voy andar.
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Fingiendo Estabilidad. [Libro 2 > Saga Bernocchi]
PertualanganCuatro años han pasado desde que el se fue, cuatros años mintiendo, cuatros años desde que mi bebé nació, cuatro años desde que Massimo cambió, cuatro años en la que la familia Smirnov se ha vuelto más sádica y violenta, cuatro años jugando al ratón...