capitulo 22

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New York.
Mansión Bernocchi.
08:23 am.
Antonio.

- ¡DUELE! - Escucho su grito y lo dejo todo para correr hacia arriba - ¡Ya! - Llora con fuerza y me quedo en la puerta - Por favor - Pide en un susurro - Por favor - Entro y me ve fijamente.

Tiene la cara roja y los ojos hinchado de tanto llorar, me acerco y cuando me siento se acerca a mi como si fuera su salvación.

- Por favor - Me susurra y aprieta mi mano con fuerza cuando siguen drenando las sustancias que se metió - ¡Duele! - Sigue llorando y la sostengo viendo cómo la limpian. - ¡Antonio haz algo!

- Si lo detenemos ahora va a ser peor. - Me dice el doctor y veo a la mujer que está en mis brazos.

- Ya va a pasar. - Le digo y cierra los ojos con fuerza.

- ¡Muévanse o es qué no ven que le duele! - Los regaño aún sabiendo que no es su culpa.

- Ya - Habla el doctor y comienza a quitarle los tubos de un costado de su cuerpo.

Comienza a cerrar la herida y otros sacan los equipos.

- Su medicamento - dejan cajas de pastillas en la cama - Tiene que comer bastante y tener buena hidratación, actividades que la distraigan porque la ansiedad la va atacar con fuerza y más por su salud mental.

- ¿Cómo la vuelvo a su estado natural? - Pregunto.

- Con medicación y también es algo que ella misma tiene que dejar ir, le voy a recomendar un psiquiatra - Asiento - Si esto vuelve a pasar tiene que plantearse meterla en un psiquiátrico o internado - siento como se tensa.- Los veré el sábado - Asiento y se va.

- ¿No me vas a meter en unos de esos cierto? - Me ve y niego haciendo que suelte el aire - Te odio todavía.

- Lo sé - me acuesto y se me sube encima - Se nota lo mucho que me odias - Digo con sarcasmo.

- ¿Qué paso para que lo tuvieras que hacer? - pregunta - ¿O por que te llevaron?

- Hablemos de eso luego, concéntrate en recuperarte - pongo una almohada bajo a mi cabeza para verla mejor - Tus hijos te extrañan - Me ve de golpe - Tengo la mitad de la organización abajo y otra llegando de Italia sin hablar de Yuvi que está abajo desesperada y no tienes idea de cómo me desespera a mi.

- ¿Enserio? - Asiento - Antonio yo ... lo que dije la otra noche era cierto.

- No me digas eso - Le susurro y sus ojos se cristalizan.

- Duele mucho - Vuelve a llorar - Mi mente no me deja en paz.

- ¿Qué piensas? - Niega - Déjame ayudarte.- comienzo acariciar su cabellera negra que tanto me gusta.

- Tal vez todo lo que me está pasando me lo merezco - Me tenso, su cuerpo tiembla y la aprieto - Quiero verla - Respiro hondo y tengo que explicarle muchas cosas a Regina - A Jenell - Me tenso aun más y me ve con cierta braveza.

- Recupérate y luego has lo que quieras - Asiente - Es hora de comer.

Se levanta con dificultad así que la tomo cargándola para evitarle el mayor dolor posible. Espero que no se entere lo del club o ahí si estoy jodido. No fui más ya que como deje a las cinco mujeres pidieron como mínimo una semana para recuperarse y yo con niñatas que no aguantan nada no voy andar.

Fingiendo Estabilidad. [Libro 2 > Saga Bernocchi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora