Prólogo

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La luz de la luna en lo alto del cielo nocturno se filtra a través de las ventanas de la cabaña, por supuesto eso no amedrenta la fiesta que acontece en su interior. Al contrario, cuanto más de noche es, más animado se vuelve el ambiente. La gente disfrazada de diferentes personajes de terror no dejan de pasear por toda la estancia, yendo y viniendo, amontonando comida y bebida para luego arremolinarse sobre el sofá y en el suelo, con la intención de iniciar una rueda de historias de miedo.

Bridgett, disfrazada de Ghostface, levanta su máscara pintada con los colores de la bandera LGTB en vez de usar la clásica blanca. Toma la iniciativa, agarra una linterna que está encima de la mesa más cercana al sofá y se dirige hacia el interruptor para apagar la luz y prender la linterna. Gracias a la poca luz que entra por las ventanas, consigue volver al sofá sin problemas. Se sienta en medio y observa a todos los presentes.

—¿Listos para una sesión de historias de terror? —les pregunta fingiendo una voz tenebrosa, típica de un vil psicópata acechando a su presa.

Toda la gente alrededor de ella empieza a chiflar y a gritar afirmativamente, muy emocionados por lo que están a punto de experimentar.

—¿Quién se atreve a empezar? —pregunta Rowdy, el chico disfrazado de Chucky que se encuentra a la derecha de Bridgett.

­—Yo —se ofrece Ania, que está disfrazada de Tiffany Valentine y se sitúa justo en frente de la portavoz.

Bridgett le pasa la linterna a Ania y los presentes enfocan la atención sobre ella. Ania coloca la linterna debajo de su barbilla para que la luz incida sobre su rostro y echa un ligero vistazo a todos los presentes antes de empezar su narración.

—Hace años, una pandilla de niños vivía en un pueblo muy reducido y rodeado por un frondoso bosque. Dentro de esa pandilla destacaba un niño albino, que por su cabello blanco y sus ojos grises y vacíos, era objeto de muchas burlas por parte de los demás. Un día, los pequeños quisieron gastarle una broma al chico albino y aprovechando que se encontraba solo, le dieron un golpe en la cabeza con un palo de madera provocando su desmayo. Lo arrastraron hasta lo más profundo del bosque y lo ataron a un árbol. Le pusieron un saco en la cabeza y lo abandonaron a su suerte. Al día siguiente, la familia del albino lo buscó por todas partes, pero jamás lo encontraron. A partir de ese momento, los niños que se burlaban del albino fueron desapareciendo uno por uno.

Al finalizar su relato, sus compañeros sueltan varios comentarios en referencia a lo extraño y espeluznante que les ha parecido. En ese momento, Rowdy le echa una mirada a Ania acompañada por una media sonrisa. Ania se da cuenta de ello y le devuelve la misma mirada.

—Venga, ahora tú —anima Thomas, el chico disfrazado de Jigsaw que está sentado a la izquierda de Ania, a Bridgett.

—De acuerdo —dice ella entusiasmada. Ania le devuelve entonces la linterna y Bridgett imita el mismo gesto que Ania antes de empezar—. Hace algunos años atrás, en un campamento de verano como este, varios estudiantes fueron con la idea de despotricar antes de que comenzaran las clases. Al llegar se enteraron de que allí tuvo lugar un asesinato dos años antes de su llegada. Un niño aparentemente se había ahogado en el lago próximo a la cabaña central, pero lo que se cuenta es que la madre de ese niño se volvió esquizofrénica y fue ella la que mató a su hijo. Cada verano, la gente que iba a ese campamento escuchaba en cada rincón de la cabaña el llanto de la mujer llamando al niño.

Al igual que con el relato de Ania, los presentes comentan lo raro que es y la historia tan oscura que tiene detrás. Después de las dos historias que han contado las chicas, ya nadie se atreve a contar ninguna más que sea igual o más aterradora y extraña, por lo cual, la mayoría se levanta del sofá y del suelo para encender las luces y continuar a su rollo, cada uno en un rincón.

Sombras del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora