Después de que Sovieshu, de manera bastante inesperada, protegiera su dignidad con el incidente de los vestidos del mismo color, los dos se quedaron charlando tranquilamente.
Sin embargo, los ojos grises del emperador siguen vagando hacia el otro extremo de la habitación, específicamente hacia la figura etérea de su concubina. Navier sintió una punzada de tristeza, pero jamás dejaría que algo de aquello se demostrara en su expresión. Por eso, colocando su mejor cara, le incitó a ir hacia la muchacha.
—¿Por qué no la invitas a bailar contigo?
Sovieshu dirigió sus ojos hacia ella.
—¿Qué, allí?
—Parece que quieres hacerlo.
Un pensamiento fugaz se ancló en la mente del emperador. Hasta hace un momento, ella estaba tranquila contestando su charla ociosa, pero ahora mismo, esa mirada en sus ojos... ¿sería posible?
—¿Estás celosa?
La reacción no se hizo esperar. Las rubias cejas se fruncieron apenas, delatando la molestia de su dueña.
—¿Celosa? ¿Quién, yo?
—Si no, ¿por qué te burlas de mí?
Estaba divertido con su reacción, hacia demasiado tiempo que no mantenían una charla casual. Y, si era sincero consigo mismo, le gustaba provocarla. Ver hasta dónde llegaría su fachada imperturbable.
—Nadie se burla de ti.
Una pequeña sonrisa se abrió paso por el costado de sus labios antes de responderle.
—¿Cuándo dejarás de ser tan terca al enfadarte?
—Podría decir lo mismo de ti.
Suspiró resignado, luchando contra las ganas de hacer un movimiento tonto como pasarse la mano por el cabello. Era tan difícil poder ganarle en una discusión, pensó.
—Siempre me pregunté si mi madre te enseñó a ganar discusiones de niña. ¿Cómo es que siempre tienes la última palabra?
Ella le devolvió la mirada serena.
—¿De verdad quieres saberlo?
Estaba sorprendido. No era propio de Navier que aceptara contarle algún secreto, pero allí estaba la oportunidad de conocer un poco más. Se tranquilizó, procurando ocultar su emoción antes de responder.
—De hecho, sí.
—¿Y si dejamos nuestros títulos de lado por un momento y pasamos la próxima media hora dirigiéndonos al otro como iguales? Si aceptas, te lo diré.
Esa promesa ya la había escuchado antes y no terminó muy bien, recordó Sovieshu mientras se resignaba a no obtener la respuesta que quería.
—¿Recuerdas que sugeriste hacer lo mismo cuando éramos más jóvenes? ¿Y recuerdas lo que hiciste?
Navier recordó la vez que lo golpeó suficiente hasta ganarle, a pesar de que él intentó defenderse.
—No volveré a caer con el mismo truco. Sé cómo eres. —Negó con la cabeza y se rio un poco—. Me niego.
—Es una lástima que no confíes en mí, no pensaba hacerte ni un rasguño.
Aunque se mereciera más de uno por hacerla enojar, pensó la emperatriz.
El tema murió mientras ella volvía a sus bocados y él sostenía una copa cerca de sus labios. Por el rabillo del ojo, la vio comer un trozo de fresa. Sus suaves labios se cerraron alrededor del cubierto, saboreando el bocado dulce de la fruta.

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Celos en la corte imperial (Navier x Sovieshu fanfic)
FanfictionInstigado por los celos que le produce ver al príncipe rubio rodeando a su Emperatriz, Sovieshu decide actuar y tomar cartas en el asunto. Envalentonado por el alcohol, arrastra a Navier con él y le propone realizar lo que siempre han querido: hacer...