"La infancia no va de una edad concreta a otra.
El niño crece y abandona los infantilismos.
La infancia es el reino donde nadie muere."
-Edna St. VicentBella...
Sinceramente jamás imaginé que éste día llegaría tan pronto. Si, sé que para nosotros los vampiros el tiempo no era nada en lo más mínimo. El tiempo no nos traspasaba ni nos afectaba, pero a nuestra querida y única hija, Renesmee, siendo mitad mortal y mitad inmortal, su tiempo corría con más rapidez. Una rapidez que era aterradoramente desgarradora.
Edward y yo sabíamos perfectamente que éste día tendría que llegar tarde o temprano; pero su llegada fue como un duro golpe para ambos. Un golpe que, si tuviéramos un corazón palpitante seguramente lo hubiera hecho estallar en millones de fragmentos como un fino cristal. O así yo sentía mi duro corazón de piedra.-Bella, aún no han llegado? -preguntó Alice de manera impaciente mientras se cruzaba de brazos y caminaba de un lado a otro. El verla así de nerviosa (mejor dicho ansiosa) hacia que mis nervios y desesperación fueran más grandes.
Se suponía que mi marido y yo éramos los que teníamos que tener los nervios disparados por algo como ésto. Pero al parecer la imparable y ansiosa de Alice me superaba en estos momentos. Hasta podría juraría que se mordía las uñas perfectamente hermosas de la impaciencia que tenia.-No, aún no llegan -respondí con un pesado suspiro mientras miraba por la enorme pared espejo el paisaje que había ésta mañana en el bosque de Forks.
No era como un día típico con cielo encapotado y llanto celeste cayendo en cada rincón del pueblo, humedeciendo todo y haciendo lucir aún más verde. Como un planeta alienigena.
Hoy, era un día de primavera, totalmente perfecto. El sol relucía de manera incandescente, como una bengala que te enceguecia al instante de prenderla; iluminando cada pequeño lugar del bosque que seguía húmedo por la llovizna típica de anoche, pero las gotas cristalinas le daban un toque espléndido a la naturaleza ya que con los rayos del astro rey de esa mañana se flejaban sobre las gotas ,reduciendo cual diamantes en cada una de las plantas y árboles. Tan relucientes, casi tan bellos como nuestra piel de inmortal expuesta a la luz solar.-Y... ¿lo matarás, Edward? -escuche la voz bromista pero a la vez hermosa de Emmett. Sabía con lo que se refería y la verdad, aquello no me parecía tan malo. Pero teníamos que aceptarlo por la felicidad de nuestra hija.
-Suena tentador -escuché la aterciopelada voz de Edward al otro lado de la habitación, escuchando también el como se tronaba los nudillos como todo un malo. Eso de alguna manera me parecía... excitante. Me encantaba todo de él, pero que se pusiera de aquella manera hacia que mi lado más oscuro, salvaje despertara. Pero ese no era el momento ni el lugar. Tenia que tener la mente en blanco para tratar de no matar a mi amigo al escuchar su petición.
La risa de Emmett resonó en toda la casa. Era obvio que le gustaba vernos a ambos frustrados.
-Vamos Edward, sólo tienes que aceptar y...
-No es tan fácil como parece, Rosalie. No sabes lo difícil que se siente el tener que entregar a tu única hija -gruño Edward. Su voz seductora se había vuelto fría, cortante como un cuchillo.
-¿Y tú crees que fue fácil para Charlie el haberte entregado a Bella, su UNICA hija? -la inconfundible voz de canto de sirena de Rosalie se escuchó casi como un siseo. Eso logró hacerme estremecer, sabía que cuando siseaba, lo mejor era agachar las orejas como buen cachorro y obedecer. O eso me decía Jacob cada vez que corría el riesgo de ser destruido por ella.
Edward no supo que más decir ante lo que su hermana había dicho. En cierta manera sabía que eso era verdad, pero él no quería admitirlo. Le dolía hacerlo.
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A Thousand years -el final de Jacob y Renesmee
FanfictionTe ame por mil años... Pero te amaré por mil más.