Epílogo

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Al día siguiente...

La castaña abandonó aquella guarida una vez anunciada la mañana. Terminó de vestirse, mirando a la hermosa morena que dormía profundamente sobre una suave manta en el suelo antes de irse sin mirar hacia atrás, sabiendo que no sería la última vez que visitaría el lugar.

Caminaba por las calles como una mujer cuyo peso del universo había sido levantado de sus hombros, ligera en su andar y sintiéndose extrañamente jovial mientras silbaba una pegajosa sonata, llegando a la casa de su progenitora luego de pasar por el mercado.

“¡Buenos días, madre! Qué hermosa esta mañana, ¿No te parece?” ver a su madre solo amplificaba su buen humor, poder hablar con ella después de tantos meses era lo que más disfrutaba.

“¿Qué ha estado haciendo mi pequeño retoño que la tiene tan contenta?” incluso luego de tantos años Ana no era capaz de ocultarle nada a su madre. Dejó unas frutas y queso sobre la mesa, retrasando su respuesta.

“Nada, nada... Simplemente ha sido un buen día hasta el momento. Después de todo, estamos reunidas de nuevo, ¡Cada día precedente a este será uno bueno!” sirvió dos copas de vino, inclinándose para darle un beso sentido en la mejilla.

Su mamá la miró de soslayo. “Espero que hubieras lavado esa boca antes de besar a tu madre, luego de haber hecho quién sabe qué cosas con ella”

“¡Mamá! ¿Es en serio?” Ana se quejó, escándalizada, bebiendo del vino con algo de timidez y las mejillas ligeramente sonrojadas mientras recordaba las cosas maravillosas que hizo con Alejandra. 

Anoche dijiste que no tardarías y volviste hasta ahorita. Puedo imaginar lo que estuviste haciendo, sé que eres bastante encantadora” le dio un golpecito en la nariz a Ana. “Y confío en  que todo hubiera ido bien en tus 'negocios', hija mía”

“No podrían haber ido mejor, madre. Créeme”.

𝘜𝘯 𝘦𝘯𝘤𝘶𝘦𝘯𝘵𝘳𝘰 𝘪𝘯𝘰𝘭𝘷𝘪𝘥𝘢𝘣𝘭𝘦 - 𝘈𝘭𝘦 𝘺 𝘈𝘯𝘢 +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora