Aprender a Observar

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Desde que soy pequeña he aprendido a observar,
observar más allá de lo que ves,
porque ver no es observar.


Observar cuántos mosaicos hay y si uno está roto para no
tropezar, pasar la mirada por los detalles y aprender.
Aprender a observar.
Esos detalles que todos creen que no verás pero que son
importantes rescatar, porque contienen una historia o
(algunas veces) quizá también un final.


Los detalles de los muebles, de las pinturas,
de las sonrisas, los detalles de las ventanas,
de las flores en la cocina que cuando menos lo esperas ya
están marchitas, de las lagrimas de luna que se
esparcen por la ventana en conjunto con las mías.


Observar los ojos de los demás que te pueden decir si se
quedan o se van, que te dicen si es mejor si tú te quedas o
te vas, que dicen más de lo que la mente espera y
más de lo que el corazón puede aguantar.


Porque ver no es observar.


Ver no te ayuda a saber cuándo es el final,
no te dice si debes de esperar, si debes comenzar a
caminar o si mientras caminas quien dejas atrás observará
que quieres que te detenga, que quieres que te diga que
si te vas no será igual, porque ven que te vas pero no observan más allá.


Porque ver no es observar y observar puede ser amar,
y de pronto tú ya no observabas solo veías,
veías que caminaba y que me iba
y yo solo observaba … Que entre más pasos daba… Menos te preocupaba mi partida.

DE AMORES Y MARES MUERTOS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora