Capítulo 2

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Narra Ta:




Me sentí decepcionado al ver la cama llena de lo que aún eran cubos de hielo y cuando me acerqué a tocar, el colchón literalmente, transpiraba el agua que el alfa me había arrojado. En ese momento, estornudé, pude sentir el frío recorrer mis huesos, y fue cuando recordé que mi ropa estaba mojada, así que comencé dándome una ducha antes de arreglar la habitación.

- Hola, soy Meg. Soy la empleada doméstica, el alfa me envió para ayudarte a limpiar tu habitación y también te manda un poco de leche tibia con pan francés, para que llenes tu estómago. - Me dice una beta que estaba dentro del lugar.

- Pero, el alfa dijo que yo no debía comer. - Dije sorprendido.

- No le creas... El humano externo, es duro como una roca, pero el alfa dentro de él, jamás permitirá que te deje sin comer. - Me contesta con una sonrisa.

- ¿Y eso por qué puedes asegurarlo?

- ¿No lo sabes? - Solo moví mi cabeza, negando. - Bueno... Déjame contarte...

Ella empezó a arreglar la cama rápidamente, moviendo las sábanas mojadas y metiéndolas en una cesta, mientras comienza con la historia de los Omega que han pasado por la vida del alfa. En un principio, el alfa de Jeff Satur, se obsesionó con el primer Omega, hace unos ocho años, aquella chica, no pudo soportar el trato del alfa y se suicidó.

Según Meg, todos tienen la idea de que el alfa mata a los Omega que trae, pero solo los empleados han sido testigos de que jamás ha hecho nada que los maltrate al punto de matarlos. Tampoco es que él sea tan malo como parece, por lo que me explicó Meg, solo trata de desahogarse, ya que su corazón fue roto por un Omega que lo rechazó hace al menos 10 años.

- ¿Qué hizo el Omega que le rompió el corazón? - Pregunté con curiosidad.

- Bueno...

Resulta que ellos no eran destinados, pero sí mejores amigos de toda la vida, e hicieron la promesa de estar juntos si a cierta edad, ninguno había encontrado a su destinado. El Omega se dejó marcar por Jeff, lo cual los dejó unidos; sin embargo, unos meses más tarde, el alfa destinado del Omega apareció y decidió que debía ser marcado por su verdadero alfa.

- Un mordedor roto, duele hasta romper el corazón. - Me dice Meg. - Después de eso, el alfa ya no fue el mismo, aquel chico tierno y amable que conocíamos, se fue con el Omega que lo abandonó a su suerte.

- No imagino lo mucho que debió sufrir. - Hablé limpiando las lágrimas que no noté que se me salieron. Pero fuimos interrumpidos por el alfa, quien entró en la habitación.

Mientras hablamos con Meg y me contaba la triste historia del alfa, comí y le ayudé a sacar el colchón al balcón para aprovechar y que fuera el calor del sol, que secara el agua. Así que nos encontró sentados en un sofá, platicando tranquilamente, ella se levantó y le hizo una breve reverencia, por lo que asumí que yo también debía hacer lo mismo.

- ¿Comiste lo que mandé? - Su voz se escuchaba más tierna ahora y me sacó una leve sonrisa, la primera desde que estoy en esta casa.

- Sí alfa, muchas gracias.

- Veo que ya terminaron, es bueno que recibieras ayuda. Ahora baja, ya casi es hora de almorzar, ve a cocinar.

- Como diga, alfa.

Me dispuse a bajar los escalones y me doy cuenta de que no es tan malo cuando las cosas se hacen, así como las pide; así que estaré más atento para evitar que se enoje. Preparé pollo adobado, arroz blanco y un poco de fideos fritos con huevo, en cuanto terminé, fui a llamarlo para decirle que ya estaba listo el almuerzo y él bajó a comer.

Un Alfa Obsesionado "JeffTa"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora