Extra 14: Cuando la torpeza conoció a la oscuridad (2)

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No sabía porqué carajo estaba tan enojado, pero no podía evitarlo

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No sabía porqué carajo estaba tan enojado, pero no podía evitarlo. Tenía esta sensación desagradable en el pecho que se enroscaba y reptaba como una cosa viva. Vamos, él no era celoso, no era irracional, tampoco hacía escenas ridículas… y sin embargo, había salido corriendo sin esperar una explicación por parte de Lucifer. Conocía a su marido y sabía que no iría a unir su existencia con alguien más, no cuando le había dicho cuánto lo amaba 

Pero fue ver esa marca en la mano de Lucifer y en la del pequeño bastardo desconocido y su racionalidad se fue de vacaciones. Le gustaría decir que esa reacción era cosa de Satanás, porque había que decirlo, a veces era inevitable impregnarse por la posesividad de Satanás. Pero aquel día en específico, la entidad no estaba en su mente de manera tan notoria. Le había dicho que estaría ocupado, lo cual se traducía a qué de seguro estaría pasando el rato con Luzbel en esa especie de lugar astral en el que solían encontrarse.

En resumen, toda esa escena de celos estúpida, fue cosa suya. ¿Pero por qué? Bueno, tampoco es que pudieran culparlo, después de todo ver a Lucifer abrazado a ese chico…¡Argh! Ahí iba de nuevo la sensación de desagrado reptando en su su pecho. Maldita sea. Quería golpear algo, o alguien.

—Podría no ser lo que parece ¿Sabes?— le dijo Gabriel quién por supuesto lo había seguido hasta la sala del trono—. Esa marca no tiene por qué significar algo malo.

—Ya lo sé— aceptó de mala gana yendo a sentarse en el trono—. Es solo que…¿A ti te gustaría que después de una larga mañana fuera soportando demonios lo primero con lo que te encuentras es que Elyon está abrazando a un desconocido y de alguna manera parece estar unido a él?

—Eh, no— confesó su guardián parándose frente a él—. Me jodería mucho, porque no soy bueno compartiendo. Pero al mismo tiempo…conozco a Ely y sé que no haría algo para dañarme de manera premeditada. Y tú sabes que Lucifer tampoco lo haría.

A pesar de lo enojado que estaba no pudo evitar sonreír porque a aún a veces le costaba creer que Gabriel y Lucifer se llevaban mejor. Por supuesto, no era amigos, ni de lejos, pero se toleraban mucho más que antes. Un par de veces los había escuchado compartiendo bromas, bromas que no era un ataque directo hacia el otro. Que ahora Gabe también tratara de abogar por Lucifer era algo a tomar en cuenta. 

—También sé eso. Es solo que…he estado tan ocupado estos meses y tenía la esperanza de que hoy al volver podría tomarme unas pequeñas vacaciones. Pero ahora eso de allá— señaló hacia la puerta, haciendo referencia a lo que dejaron en el laboratorio—, significa que de seguro habrá cosas que solucionar y adiós vacaciones— se pasó una mano por el rostro—. Estoy cansado de que siempre hay algo que solucionar.

Desde el principio supo que las cosas no iba a ser fáciles, después de todo estar en una relación con Lucifer debía conllevar algún tipo de sacrificio ¿verdad? Y siempre debía recordarse que ser rey de un plano existencial, por extenuante que fuera, también valía la pena si con eso podía mantener a salvo a Lucifer y al resto de su familia. Es solo que algunos días era más difícil mantener la convicción. 

La Oscuridad Seduce ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora