XII

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Seguía escondido debajo de las sábanas no se atrevía a salir, el movimiento que Izuku hizo sobre él lo había dejado desconcertado y con los nervios de punta, su miedo era tanto que podía sentir como si fuese un niño pequeño de nuevo y otra vez estaba siendo tocado con descaro.

Al parecer las lágrimas amargas nunca dejarían de correr por sus mejillas, sí, su error siempre sería confiar en las personas, ya estaba más que comprobado. Aún así su corazón era un iluso de primera. ¿Cómo no? Siempre fue una presa fácil, además que su vida estaba echa una mierda, su jefe seguramente ya lo ha despedido y pronto entraría a la universidad nuevamente y no tenía nada solucionado. Esta la ayuda de Izuku, pero tampoco quería abusar de ella.

Todas aquellas veces donde lloró bajo las sábanas en un habitación oscura y fría con su cuerpo desnudo y semen salido de su entrada se repetían en su cabeza, destruyendo su corazón, su infancia no fue la mejor, de eso no quedaba duda, todos eso horribles escenarios fueron parte de su inocencia.

Por culpa de una sola persona, que solo estaba ahí según para ayudarle, pero al final hizo todo lo contrario, profanado su cuerpo trayéndole dolor físico tanto como mental, dejándole traumas y secuelas irreparables, su conciencia estaba sucia al igual que su cuerpo.

Aquellas manos que eran producto de su imaginación lo manoseaban de la forma más morbosa y lujuriosa posible, aunque intentaban detener aquella sensación esta solo se hacía más fuerte, al punto de sentir como si una persona estuviera encima suyo.

Trato de levantarse de la cama, o eso intento, al instante que su pies tocaron el suelo su cuerpo cayó, estaba jadeando, sus manos buscaban unas pastillas en específico. Cuando noto lo que estaba haciendo se asustó, su cuerpo exigía tomar aquellas pastillas para ansiedad que tanto odiaba, después de todo era como una maldita droga, eran igual de adictivas o hasta peor.

Había estado luchado para dejarlas, pero ahora que sentía ese impulso tan fuerte de tomarlas se la habría sido imposible resistirse, agradecía no tenerlas al alcance, después de todo ellas fueron las causantes de provocar un intento fallido de suicidio, al notar que se había tomado todo el fracaso corrió al baño a vomitar.

Ese día casi muere, sí tan solo hubiera sido una vez tal vez la situación estuviera bajo su control, pero no fue así, estuvo más de dos veces cerca de la muerte por esas patillas por sobre dosis.

Quería creer que no era del todo su culpa, pero todo apuntaba que esto fue causado por su irresponsabilidad al tomarlas como se debia.

El piso de la habitación estaba frío por el aire acondicionado, pero se le hacía imposible levantarse, estaba teniendo un ataque de pánico, sus músculos estaban completamente entumecidos, solo esperaba que no durara tanto tiempo, solo quería levantarse, pero ni siquiera eso podía hacer bien.

Eso era sentirse inútil, la frustración de no poder hacer lo que las personas hacen a diario con naturalidad era agobiante.

Era inservible, lo descubrió cuando su quirk nunca llegó, desde que los niños le gritaba "fenómeno" lo entendió, el solo era un tipo de estorbo.

Solo quería sentirse amado otra vez, sin ningún miedo a ser dañado.

Izuku estaba en la cocina preocupado, la comida se enfriaba y aún Katsuki no bajaba, ¿Tal malo fue lo que hizo?

No quiera que Katsuki lo odiara, tampoco quería dejarlo sin comer, recuerda muy bien cuando en el hospital le revelaron que la alimentación de Katsuki no era la mejor, y que tenía mala nutrición.

Estaba indeciso, no iba a invadir más en la privacidad de Katsuki, caminó a uno de los estantes de la cocina, sacando una bandeja plegable echa de madera, su madre se la obsequió una vez que compró la casa en forma de broma diciéndole que algún día le tendría que llevar el desayuno a la cama a su futura pareja.

No sería de esa forma, pero igual le llevaría el desayuno a alguien en cuál sus ojos se habían fijado.

Organizó las cosas lo mejor que pudo, había mejorado un poco en la cocina, por lo menos había aprendido hacer arroz frito, sí gracias a Katsuki.

Con delicadeza tomo la bandeja en mano, y antes de subir al segundo piso suspiro profundo con la mirada al frente para dejarle el desayuno al chico en la puerta.

Al llegar al pasillo un aroma a melancolía proveniente de la habitación de Katsuki lo alteró.
Cuando estuvo frente de la puerta pudo escuchar un leve sollozo, que le recordó el que este también lloraba en el hospital.

Dejo la bandeja a un lado para poder abrir la puerta, cuando vio la escena frente a él supo lo que estaba pasando de inmediato. Corrió hacia Katsuki levantan a este del suelo, este desvío la mirada con desesperación de soltarse. Izuku está dolido por el rechazo por parte de Katsuki pero tampoco lo reprocharía.

-Kacchan enserio lo siento, no quería hacerte sentir así. Soy un idiota por sobre pasarme, pero solo quiero que me brindes tu confianza.

Katsuki dejó de luchar, en realidad no tenía fuerzas, se sentía apenado porque lo vieran en ese estado tan vulnerable.

-Y-Yo lo siento...

Izuku vio como Katsuki intentaba disculparse desesperadamente con él, pero al parecer sus palabras no salían, solo veía como este era un mar de lágrimas, su cuerpo temblaba como una hoja en sus brazos. Con cuidado lo dejo en la cama, pero está vez el se separó de él, no quería invadir más su espacio personal.

-Está bien Kacchan, todo está bien, no tienes que disculparte, yo soy él que te debo una disculpa, no hiciste nada malo, te hiciste respetar, eres un buen omega Kacchan, sí, el mejor que he conocido.

Katsuki esta vez de sentir un peso sobre sí mismo solo sintió un alivió, toda su vida busco escuchar esas palabras, diciéndole que el era un buen omega, y ahora que por fin las escuchaba se sentía bien, como si una de sus metas se cumpliera en ese momento.

Aún así los ojos de Izuku lo veían de la forma más linda posible, unos ojos llenos de amor dejando de lado lo lujurioso, solo era una mirada inocente que no conocía, toda su vida espero que alguien lo mirar solo como una persona, una que merece respeto, no solo como un objeto sexual solo para divertirse.

Por alguna razón al percibir las feormonas de Izuku su ansiedad se había clamado, lo único que podía hacer era mirarlo con un leve sonrojo en sus mejillas.

-¿Crees que soy buen omega?

Izuku miró como Katsuki preguntaba aquello con vergüenza, este apretaba sus nudillos haciéndolos tronar causado un sonido no muy agradable.

-El mejor.

El color rojizo se volvió más intenso en los mejillas de Katsuki endulzado su aroma, Izuku lo veía con una clara sonrisa nerviosa. Es mañana quedaría grabada en su mente para siempre.

La mirada de Izuku esta sobre él, al igual que su embriagante aroma a limón que lo rodeaba, Pero estos olían a sinceridad al igual que sus ojos reflejaban ni más ni menos a él con un inmenso amor recubierto con esencia a limón.

Sueño frustrado [DekuBaku] -Omegaverse Donde viven las historias. Descúbrelo ahora