No Puede Matar El Pasado

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"El pasado no nos puede matar". Se escuchó una voz a través de un altavoz en la esquina del cuarto.
Lo dijo con mucha acritud, se sintió inspiradora, y a la vez muy rígida.

En un cuarto pintado de esquina a esquina de color blanco, con la luz apagada, sosegado en completa oscuridad; en donde solo se reconoce la silueta de un mueble pequeño, con prendas posicionadas al lado de una cama y encima de la pequeña repisa, la misma cama con un sujeto de unos 20 a 21 años recostado de lado, mirando al lado derecho, mostrando solamente su parte izquierda al techo.
El cuarto se ilumina de golpe, y la voz sigue repitiendo la misma frase, como si fuera un mantra.

"El pasado no nos puede matar". La voz fuerte y varonil, muy autoritaria siguió repitiéndose.

El sujeto se levanta, y toma el reloj que está arriba de la repisa. Nota que son las 5:37 de la mañana, siendo un lunes.
El joven, de cabello un poco largo, peinado de lado izquierdo, color café claro; ojos cafés, de tez blanquecina, lleva puesta una camisa manga larga de color blanca fajada en unos pantalones color café oscuro; toma las prendas por encima de la pequeña repisa y se dirige al baño; toma una toalla con un movimiento pausado.

Pasan unos 15 minutos en el baño, y aparece ya cambiado con, lo que parece ser, un uniforme de trabajo.

Lleva consigo una camisa manga larga verde de color musgo por encima de la blanca manga larga, pero también siendo fajada por el mismo pantalón café oscuro, un chaleco explorador de color verde oliva, donde posee una especie de logo que indica las siglas "PPP", el chaleco lo lleva abotonado por encima de las camisas; por último, se le ven unas botas de explorador de un color de café claro, tirando a color arena.

Arregla su cama mientras toma unos guantes en la repisa de al lado, y comienza a ponerse uno en cada mano, de color café oscuro, tirando a un color umbra.
Se acerca a la única puerta del cuarto, la cuál tiene una rara simbología en que se encierra en un círculo a la misma altura que la barbilla del tipo, y pronuncia: "Agente #2584"
Al decir estas palabras, la simbología se ilumina y la puerta se divide entre dos para dejar pasar al sujeto.

"El pasado no nos puede matar". Exclamó una última vez la voz vigorosa cuando el joven sale del cuarto.

Al salir, se observan muchas personas portando el mismo uniforme, salen de diferentes habitaciones, posicionadas frente a sus puertas, formando dos filas con dirección a la salida principal.

«Debería decirles que no me empujen», pensó el Agente #2584. Luego se acomodó entre los agentes de las filas. «Que incómodo es esto»

justo a las 6 en punto de la mañana todos avanzan hacia la salida, y tras pasarla, llegan a una gran explanada.

Se observa que el lugar es enorme, contiene un gran escenario en el cuál se aprecia una cortina roja y una gran pantalla apagada. Al llegar se posicionan en hileras de 10 personas cada una.

Se escuchan murmullos entre los presentes, algunos expectantes, otros serios,

«Están tardando mucho». Pensó el Agente #2584. Se rascó las manos, intentando pasar desapercibido. «Estoy en fila 12, posición 8». Miró al frente suyo quien estaba delante de él, se percató de una chica castaña con mechones rubios.

De un momento a otro, la cortina roja se abrió, y se mostró a luz un hombre caucásico, que vestía el mismo uniforme que los Agentes, pero con botas negras que le llegan por debajo de las rodillas y un saco de gala terracota.

«¿Es el Investigador Cuvier?». Pensó mientras se tronó los dedos. «Es más alto y fornido de lo que recordaba»

Detrás del hombre se aprecia una mesa con un mantel rojo, en la que se encuentran cinco personas. El hombre se acerca al micrófono y comienza a hablar.

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⏰ Última actualización: Jun 09 ⏰

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