Capítulo 47. Reencuentro

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Narrado por Nicolás.

Ya han pasado varios días desde que Edgar y yo arreglamos las cosas. No puedo ser más feliz, mis días han vuelto a ser perfectos; me voy a dormir todas las noches con él sin problema alguno, lo beso hasta quedarme dormido y despierto a su lado. Mi despertador son sus besos y sus caricias que me recuerdan lo afortunado que soy. Él me quiere muchísimo y lo demuestra todo el tiempo.

Además, me he aprovechado bastante de él y de su castigo. Edgar se ha convertido en mi sirviente personal y es bastante divertido. Él tiene que levantarse a preparar el café cada mañana, él es el encargado de sacar la basura, también se encarga de los platos, de hacer la cama y de cualquier cosa que se me ocurra decirle. Es tan obediente que da risa. Pobre Edgar, realmente está arrepentido de sus acciones. No hay cosa que no se niegue a hacer.

La única cosa que no lo dejo hacer es la comida, sinceramente es un asco cocinando algo que vaya más allá de un sándwich o un cereal. Así que de eso me encargo yo, aunque él insistió en hacerlo. Es tan tierno, es el novio perfecto. Se ha portado tan bien estos días que he pensando en quitarle su castigo y premiarlo con algo, pero a la vez me divierte mucho verlo siendo tan servicial.

Y con Diego finalmente no tengo más problemas, no ha venido al departamento y no nos ha citado en su oficina. Edgar sigue hablando con él por medio de mensajes, se han hecho buenos amigos y es asombroso que eso no me preocupe. Desde que Edgar le confesó a Diego el amor que siente por mí ya no me importa mi jefe. Diego respeta la preferencia de Edgar y se conforma con su amistad.

Todo es tan perfecto que hasta llega darme miedo. No me suelen pasar estas cosas, en mi vida no existen muchos días tranquilos y felices. Supongo que después de todo pude tener un final feliz junto al amor de mi vida, mi adorable hermanito, mi mejor amigo, mi compañero de trabajo, de piso, mi novio... Edgar lo es todo.

No sé qué haría sin él, es mi vida. Todo mi mundo se deshace completamente si no está él, eso ya lo comprobé y tengo muchísimo miedo de que nuestra relación vuelva a peligrar. No quiero perderlo y él tampoco quiere perderme. Sé que Edgar cometió errores y no actuó de la mejor forma cuando se enteró que somos hermanastros pero supongo que no puedo culparlo por eso, él perdió totalmente la cabeza con aquella noticia.

Creo que ambos hemos aprendido una gran lección con todo esto. Ahora sabemos que sin importar qué pase tenemos que estar juntos, nos necesitamos y de cierta forma dependemos el uno del otro. Tenemos un lazo irrompible y me gusta que sea así, Edgar es el amor de mi vida...

Esta mañana no puede ser más perfecta, está abrazándome por la cintura, siento su respiración en mi nuca, sigue dormido y es raro que yo haya despertado primero, estamos tan juntos y tan cómodos que no me muevo para nada, cierro los ojos y disfruto de su compañía. Edgar me hace amar las mañanas.

Escucho como las aves cantan afuera indicando que es un nuevo día y también escucho un molesto ronroneo. El gato está otra vez en mi cama, ¿cuándo va a entender que no lo quiero en mi habitación? Bueno, es obvio que lo entiende pero no le importa en lo absoluto, el está donde quiere estar.

Siento como una de las manos del amor de mi vida comienza a pasearse por mi piel, acariciándome, me toma con fuerza por la cintura, apretándome contra su cuerpo y no puedo evitar sonreír. Amo que me haga esto cada que despierta.

Comienza a llenarme la espalda con pequeños besitos que me llenan con ganas de vivir, sus besos son tan curativos. Sus labios sobre mi piel me hacen sentir en completa paz. Nada me hace falta si lo tengo tan cerca.

-Buenos días. - Le digo y me volteo para quedar frente a él.

Me encuentro con sus hermosos ojos adormilados, me mira con una sonrisita y después besa mis labios. Esta es la mejor manera de iniciar el día. Comenzamos a besarnos de forma lenta y tierna, demostrándonos todo nuestro cariño.

Vaso rotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora