Capítulo III

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Había pasado una semana desde que Shikamaru se había mudado a su nuevo apartamento. Cuando llegó a la uni estaba lloviendo, mejor dicho, caía un diluvio. Todas sus maletas se empaparon cuando las sacó del maletero del autobús. Casi se cae subiendo las escaleras al sexto piso, y eso que su apartamento estaba en el décimo. El elevador lo habían cerrado esta mañana por cuestiones de mantenimiento.

La vida en la universidad iba bien, Shikamaru no podía quejarse, estaba estudiando la carrera que quería en el lugar que quería, bueno más o menos. En lo académico le iba bien, no era sobresaliente en ninguna de sus clases, pero por lo menos entregaba y hacía todo. 

Empezó a ir al gimnasio, en lo que también le iba bien, había bajado casi un kilo y su insomnio había mejorado. Lo que comenzó a tener unos días después fueron pesadillas a cerca de sus padres, un poco infantiles, por ejemplo, que lo dejaban solo en un parque de juegos. Shikamaru atribuyo sus sueños a la ausencia de ellos ahora.

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Un mes, vaya, el tiempo vuela cuando uno se divierte ¿no?, pues tal vez si, tal vez no. Shikamaru había tenido que empezar a medicarse, su insomnio empeoró y las pesadillas se intensificaron, no siempre eran de sus padres, ahora había más personas, incluso personas que nunca había visto en su vida. 

Ese fin de semana había decidido darles una visita a sus padres, no tenía clases ese sábado, así que podía darle una visita decente a su vieja casa y no solo un almuerzo de domingo con su familia. El sábado se había levantado a las cinco para ir a correr, pensaba hacer algo sencillo, porque el gimnasio estaba cerrado a esas horas de la mañana y no quería perder condición física. 

Las calles estaban desiertas a esas horas, todavía estaba oscuro, de hecho, estaba más oscuro de lo normal. Shikamaru le dio dos vueltas a el campus de la uni y tres a su apartamento, terminó sin aliento, que se podía decir, después de todo el no era un corredor ni nada por el estilo. Entró a su departamento y se duchó, cuando salió se puso ropa cómoda, jeans, vans y una camiseta blanca lisa. 

Se dirigió a la cocina para cocinarse algo simple, hoy no desayunaría en la cafetería. Comió dos tostadas con jalea de frambuesa, probablemente vencida porque la vez que la compró y la probó la odió al instante, pero se la había acabado la de fresa y se reusaba a comer tostadas sin nada, a parte de eso había hecho huevos revueltos y café, sin azúcar ni leche, la leche para él era repugnante.

Mientras empacaba su maleta, que consistía en dos mudadas y otro par de zapatos, un cargador, auriculares y su teléfono, sintió nauseas y que el mundo se derretía a su alrededor, así que corrió al baño, abrió la tapa del sanitario y lo vomito todo, tiró de la cadena y se arrecostó contra la pared del baño un buen rato. 

Quería culpar la jalea, pero, él sabía que no era así, algo andaba mal, y la primera cosa útil que alguna vez le enseñaron fue que siempre debía confiar en sus instintos. Bajó las escaleras, el elevador tardaba demasiado tiempo. Sus planes eran esperar el bus de las siete y cuarto, pero llamó un Uber para que lo llevara, en este momento estaba trabajando a pura adrenalina.

Ya en el Uber y en camino a la casa de sus padres, se puso a pensar en lo que había pasado, y llegó a la conclusión de que tal vez había exagerado un poco, iba a llegar donde sus padres y vería a su mamá en el corredor de la casa esperándolo y se daría cuenta de que todo estaba bien. 

Un pensamiento invadió la cabeza del pelinegro: Shikamaru no les había dicho que los visitaría. El mundo se le vino encima – no les dije nada. No he hablado con ellos en los últimos tres días. – pensó ante la idea de que tal vez algo si andaba mal. 

Cogió su móvil y marcó el numero de su madre, sin respuesta, el numero de su padre, nadie contestó y el numero de la casa, nada. – están ocupados o simplemente no están, no hay razón para entrar en pánico, todo está bien. – con ese pensamiento en mente, apoyó su brazo en la ventana y miró, hace mucho no pasaba por ahí.

- ¿Nostalgia? – preguntó el conductor del Uber, un joven, Shikamaru le calcula uno o dos años mayor que él.

-Tal vez, hace mucho no recorro estas calles...

-Entiendo... ¿Vas a visitar a tu novia?, te ves nervioso. – Shikamaru rio suavemente antes de contestar.

-No, solo a mis padres.

-Por supuesto.

El resto del viaje transcurrió normal, no hubo paradas y el clima permaneció nublado, sin embargo, no cayó una sola gota de lluvia. Llego al pueblo en donde vivían sus padres, le pidió al conductor que lo bajara en la entrada del pueblo.

-Claro. – respondió.

-Gracias, por traerme.

-Es mi trabajo. – el conductor giro el espejo retrovisor, Shikamaru se encontró con un par de ojos lila mirándolo desde el espejo. – Que disfrute con su familia. – dijo y curvó sus labios en una sonrisa que a Shikamaru no le agradó para nada, se la devolvió de todas maneras antes de salir del automóvil.

Caminar por las calles le resulto solitario, en el sentido de que, aunque se haya ido por tan solo un mes, sentía que ya no conocía a nadie. Le parecía que casi no recordaba las cosas, ninguna tienda, ninguna calle, ninguna cara. Dondequiera que veía no reconocía nada. 

Sentía la brisa directo a su cara, recuerda como le hacia sentir en los viejos tiempos, recuerda venir de los largos días en el instituto y caminar por esas mismas calles, solo, completamente solo. Como olvidar la panadería y los incansables gritos de su mamá para que un domingo a las seis de la mañana se levantara y fuera a traer pan.

Aproximándose a la casa de sus padres, sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal. Se froto los brazos y continúo caminando. A lo lejos divisó lo que el recordaba, era el buzón, herrumbrado, como siempre lo fue, desde que sus padres compraron la casa. Se encontró siendo arrastrado por su destino, sentía como su paso se aceleraba cada vez más, hasta convertirse en una carrera. Le pesaba la maleta, pero aun así seguía corriendo.

Se detuvo en el porche de la casa, no tenía cerca, era vieja y necesitaba una capa de pintura, nada grave. Subió los pequeños escalones para llegar a la puerta, tocó el timbre, nadie abrió. Decidió entrar por su cuenta, pero no hizo falta girar la cerradura porque, no había. Esta parecía haber sido forzada, Shikamaru se apresuró a entrar a la casa y, en el medio de la sala de estar, en la entrada de la casa, yacían los cuerpos de sus padres sobre una pequeña piscina de sangre seca.

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Gracias por leer!! Esperaré actualizar la próxima semana! ❤️

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Rosas & Sangre (Shikaneji/Nejishika Mafia AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora