¡Jamás te rindas, héroe sin harem!

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El héroe sin harem

Capítulo 29: ¡Jamás te rindas, héroe sin harem!

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Frustración, rabia, celos, envidia y luego un sentimiento aplastante de inseguridad, fue lo que golpeó en el joven pecho de Jessie, pecho que era cubierto por sus delicadas manos, mirándose con cierta tristeza y dudas con lo que le deparaba el futuro.

—¿Sucede algo, bonita? —preguntó Sabrosa, se acomodaba el traje de baño, traje de a dos piezas que llevaba plasmada el dibujo de un par de sandías.

—No sucede nada. Estúpidos hombres.

«¿En serio les gustan grandes? No sé si algún día podre ser como Sabrosa», pensó, llena de inseguridades al recordar como miraban a la bruja.

—¿Ya están listas? —preguntaba As a la distancia, detrás de unas rocas.

—Ya salimos, cariño.

—Oye, ¿podrías dejar de llamarlo de esa manera? Mis padres todavía no oficializaron su divorcio, solo viven separados, por el momento.

—Pero llamo así a todo el mundo, es mi manera de mostrar cariño —dijo la mujer fingiendo inocencia.

—Como sea. Puesto que soy la mejor nadadora, llevaré el orbe.

—¿Segura? Tu novio no parece ser buen nadador. Sería mejor que cuidaras de él, yo podría cargar con el orbe.

—No, gracias. Solo nadaremos un trecho, luego iremos a pie por la zona donde los peces nadan sin agua —dijo y Sabrosa solo levantó los hombros, aceptando la tozudez de la adolescente.

Salieron de las rocas y tuvo que poner todo de su parte para no lanzar críticas a su padre, Amador y a Morgan. Sus rostros eran como libros abiertos en el capítulo de los pasmados.

—¿Partimos ya? —preguntó Amador, intentando con todas sus fuerzas que sus ojos no se clavaran en las portentosas glándulas mamarias de la bruja con sonrisa de raposa, esfuerzo inútil.

—¡Partimos ya! —exclamó Jessie, acomodándose su largo cabello rojizo, nada de coquetería, lo hizo con brusquedad, girando el rostro para no ver al héroe de otro mundo y caminar de prisa, como una ofendida reina de belleza.

Morgan se adelantó y le dio al latinoamericano unas palmaditas en su hombro derecho. Amador avanzó hacia la pared de agua, sintiéndose miserable.

Pese a lo afirmado por la pelirroja, Amador sintió que le faltaban las fuerzas; cuando creyó que iba a quedarse muy por detrás del grupo, divisó la pared de agua y se apresuró a atravesarla.

Uf, que fatiga —se quejó y apoyó sus manos sobre sus rodillas, contento con que sus pies pisaran la arena caliente.

—Según Morgan, falta poco, sigamos —dijo As, que no prestaba atención a los peces que nadaban alrededor suyo sin necesidad de agua.

De no ser por la naturaleza seria de su misión, Amador se hubiera puesto a girar el rostro en todas direcciones para contemplar tanta maravilla. Los peces, ajenos a todo, parecían volar con lentitud por los alrededores, una vista tan exótica como alienígena.

Llegaron a las acrecencias rocosas, Morgan se chupó el dedo índice y levantó la palma de la mano para sentir mejor el viento.

—Sí, es por aquí, seguidme, marineros de agua dulce.

—¿Falta mucho? Este sol va a dañar mi piel —dijo Sabrosa, que lamentó no llevar consigo una sombrilla o un abanico.

—Ten, no es muy grande y es algo raída, pero seguro servirá —dijo As, sacando gracias a su pantalla isekai, una sombrilla vieja.

Isekai: El héroe sin harem (Completa. De Bolivia para el mundo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora