Capítulo 7

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   Garra Sombría se estiró en su lecho de musgo. Era hora de entrenar con su aprendiz. Salió de la guarida de los guerreros al tiempo que emitía un profundo bostezo. Celestino apareció de la guarida de los aprendices y corrió con su mentora. Ella le había prometido aprender más técnicas de caza, y enseñarle a cazar pájaros. El aprendiz la miró con los ojos brillantes. Cuanto más tiempo pasaba Garra Sombría con él, más sentía conocerlo. Era un aprendiz paciente e inteligente.

   -¿Ya vamos a ir a entrenar?-la voz del gatito no reflejaba impaciencia sino emoción.

   -Claro-Garra Sombría lo condujo hacia el túnel de aulagas. Tras salir del campamento tomaron el sendero que llevaba a la Hondonada Arenosa, ambos aún somniolientos. Allí, el aprendiz se sentó a esperar a su mentora.

   -Celestino. Ahora veremos como cazar un pájaro. Para esta técnica se necesita rapidez y ligereza-explicó-debes agacharte y andar ligero, tratando de que tus pasos no se oigan-. El aprendiz lo hizo y le salió bastante bien-perfecto. Sigue practicando eso-ordenó la mentora.

   Un rato después pararon y salieron de la hondonada. Garra Sombría llevaba una musaraña. El gato de ojos azules adoptó la posición de caza y desapareció entre unos arbustos, para volver en un minuto con una ardilla en la boca.

   -¡Muy bien!-la aprobación de la mentora les sacó una sonrisa a Celestino, que volvió a ponerse alerta tras enterrar su presa.

   Garra Sombría sintió un olor. Se colocó en posición y comenzó a avanzar agachada. Finalmente vió al pequeño animal. Era un gorrión. La guerrera flexionó las garras y saltó. Atrapó a la criatura con la boca justo cuando iba a alzar el vuelo. Volvió con su aprendiz y enterró al pajarito. Cuando llegó, vió que él ya había logrado cazar una urraca.

   -¡Muy bien!-exclamó, orgullosa-¿utilizaste las técnicas que te enseñé?-el aprendiz asintió en respuesta-perfecto. Creo que vendría siendo hora de que volvamos al campamento-Celestino y su mentora desenterraron las cuatro piezas de caza y cada uno llevó lo que habia cazado en la boca. Al llegar a su destino, el sol ya estaba descendiendo y el cielo se tornaba del color gris del atardecer. Cruzaron por el túnel de aulagas.

   Tras despedirse de su aprendiz, la gata fue a dejar lo que había cazado en el montón de carne fresca, cada vez más pequeño. Tomó a propósito la presa más escuálida que encontró, pues sabía que otros necesitarían comer más que ella. Pensó. ¿Cómo podía creer el Clan de la Sombra que compartirían territorio si lo que había allí no alcanzaba ni para ellos mismos?

   Al terminar su penosa presa, y aunque el estómago le rugía de hambre, se acercó a la guarida de los guerreros y se acostó en su cálido lecho de musgo. Pensó en el sueño que había tenido y sintió un escalofrío. La muerte se acercaba, y no habría nada que pudiera detenerla.


                                             ●  ●  ●


   Garra Sombría estaba otra vez en el claro estrellado. Se giraba y no veía a nadie, pero una voz resonaba en su cabeza.

   -El tercer día luego de que las estrellas brillen más fuerte...-repetía aquella voz.

   -¿De qué estás hablando?¿Cuándo las estrellas brillarán más fuerte?¡Garra Negra!-no podía verla ni olerla, pero sabía quien le hablaba. Sus preguntas no obtuvieron respuesta alguna, y poco a poco, mientras seguía oyendo aquella voz, cayó en un pozo sin fin de tinieblas y sombras.

   Despertó. Su corazón latía enérgicamente. Los gatos a su alrededor la miraban ceñudos.

   -Otra vez hablando dormida-explicó Leónido.

   -Oh. Lo siento-dijo entre resuellos.

   -¿Te encuentras bien?-preguntó Abedul.

   -Sí, pareces Cola Mojada tras caerse al río-maulló Tormenta Gris.

   -Sí, sí, estoy bien-se estiró en su lecho mientras iba recuperando la calma. Salió de la guarida de los guerreros.

   -Hola, Garra Sombría-Celestino se plantó frente a ella. Iba con la cabeza y cola bien altas.

   -Buen día. Ven conmigo-guió a su aprendiz por el túnel de aulagas y recorrieron el sendero que llevaba a la Hondonada Arenosa-hoy aprenderás técnicas de lucha por primera vez-anunció la mentora cuando ya estaban allí.

   -Bien-los ojos azul oscuro del aprendiz la observaban atentamente.

   -Atácame-la guerrera flexionó los músculos, atenta a los movimientos de su aprendiz.

   -¿Atacarte?-al gato le tembló la voz.

   -Sí, atacarme-repitió la gata-ahora-ordenó. Su aprendiz esperó unos segundos y saltó sobre ella. La gata saltó hacia un costado, esquivándolo-no mires hacia donde vas a atacar-explicó. El gato asintió y volvió a atacar, esta vez sin antelación. Sin embargo su mentora volvió a esquivar el ataque-más rápido-antes de que acabara de pronunciar auella palabra, su aprendiz saltó sobre ella y clavó las uñas en su lomo-muy bien, ya puedes soltarme-dijo ella.

   -¿Cómo lo hice?-preguntó el de ojos azul oscuro.

   -Bien, pero debes seguir practicando-aprobó la gata-sigue intentando.

   Entrenaron durante un rato más. Finalmente, ambos gatos, mentora y aprendiz, emprendieron el camino de regreso al campamento. Durante el camino cazaron un poco, y, con dos gorriones-de Garra Sombría-un ratón y una musaraña-de Celestino-llegaron a destino. La mentora dejó sus presas en el montón de carne fresca y el aprendiz fue a dar las suyas a los veteranos. Garra Sombría no pudo aguantarse y tomó un ratón del montón de carne fresca, que comenzó a engullir rápidamente. Tragó hasta las más mínimas sobras y se relamió. Luego enterró los restos respetuosamente, como hacen los guerreros. No estaba completamente satisfecha, pero el clan iba primero que su hambruna.

   Se acercó a la guarida de los guerreros, ya que tenía mucho sueño tras haber trabajado tanto. Al entrar, se encontró con Manto Abrasado ya acostado en su lecho de musgo. Tras dirigirle una mirada de pena, la gata se acostó en su propio lecho. Hacía mucho tiempo que no hacían eso de acostarse juntos, y ella empezaba a extrañar el cálido pelaje anaranjado del gato contra el suyo. No sabía qué los había distanciado tanto. Sin embargo, pudo notar la abrasadora mirada del guerrero con el rabillo del ojo. Sabiendo que él también la extrañaba, logró dormirse, pues ese gato la hacía sentir bien de alguna forma, aunque ella no supiera cómo.



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   En la imagen de arriba, Garra Negra.

Días Sombríos #2 / Compañeros / Los Gatos GuerrerosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora