5. Compañeros de viaje

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Quinto capítulo.
COMPAÑEROS DE VIAJE

COMPAÑEROS DE VIAJE

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❝ ni siquiera eres capaz de mirarme a la cara ❞









El rencor iba acumulándose poco a poco en el pecho de Elinor, sin que ésta pudiera hacer nada por evitarlo. Había empezado sin darle demasiada importancia, tratando de ser comprensiva a la situación: no debía de ser fácil que una desconocida apareciera diciendo ser tu esposa y, poco después, encontraras un cuadro que probaba que ella tenía razón, pese a que tú no recordaras nada.

Había hecho lo posible por ser paciente con Edmund, mientras ella misma trataba de ignorar el dolor que sentía en el pecho al verse como una desconocida para las cinco personas que más amaba en el mundo.

Pero cada vez que él rehuía su mirada o se negaba a dirigirle la palabra, Elinor sentía el enfado crecer en su interior. Y solo había empeorado la situación que, durante el tiempo que ella y Edmund habían pasado hombro con hombro, remando en la embarcación que les permitiría cruzar el Mar de Cristal en dirección al Altozano de Aslan, él ni siquiera se había dignado a mirarla.

¿Quién se creía? Elinor había creído que, cuando le había devuelto su espada, tras su duelo con Trumpkin, había decidido dejar a un lado el hecho de pretender que no estaba allí. Tal vez así podrían tratar de encontrar una solución a sus recuerdos perdidos. Pero, al parecer, no había sido así.

El cansancio y el sol volvía todo peor. Cuando desembarcaron, Elinor fue la primera en bajar de la embarcación y tambalearse en suelo firme. Sentía los músculos agarrotados y le dolía la cabeza. Los demás no estaban mucho mejor; con excepción de Lucy y Trumpkin, todos habían llevado los remos durante largos periodos y estaban agotados. El enano, que había dirigido la barca desde una posición bastante incómoda, también parecía exhausto.

Cenaron a base de manzanas, sin hablar siquiera. Tampoco tenían fuerzas para encender una fogata, de modo que ni se molestaron en recolectar leña. Caire cayó dormida cuando aún ni siquiera habían terminado de cenar. La cubrieron con su capa y la dejaron descansar, congregándose el resto en torno a ella para dormir. Elinor terminó entre Edmund y Peter, ambos dándole la espalda. Tumbada bocarriba, se permitió unos momentos para observar las estrellas y su amado firmamento narniano, antes de caer profundamente dormida.

THE PROPHECY | las crónicas de narniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora