Cobarde

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Pisadas en la nieve, una brusca mirada al horizonte mientras sacaba agua y una figura tambaleante... se quedo inmóvil al ver que se le acercaba, pero algo en su interior le impidió huir. quizá los extraños quejidos de la sombra o la extraña forma en que parecía tambalearse al caminar.

Un hombre, un soldado herido y maltrecho fue lo que llegó hasta ella pidiendo agua, por el escudo en el que posaba un enorme búho, supo que era un Báciro, y aunque no supo de que casa era, ese simple hecho, lo hacia su enemigo. Estaba indefenso, herido y desarmado, era una presa fácil. Tomó su viejo cuchillo con su temblorosa mano y lo acercó al cuello del hombre, pero no pudo hacerlo, no era honorable, para ella ni para él. sincerándose, sintió compasión de él y deseo ayudarlo, era como un cachorro herido y tocó su corazón.

Lo arrastró hasta el granero, no podía permitir que sus hermanas lo vieran, no sabia si serian tan amables como lo estaba siendo ella. dentro del granero, lo desvistió, lo curo y lo limpio. Vistiéndolo con las ropas de su esposo, lo recostó en paja y lo tapó. 

Era atractivo y no podía negar que esto la hacia enrojecer, el pelo se le rizaba como virutas de oro sobre su frente y su fuerte mentón se recostaba con gentileza sobre su amplio pecho. Hacia tanto que no veía a un hombre que no pudo evitar quedársele viendo asombrada. Los hombres que solían pasar siempre llevaban sus cascos puestos, no tenían rostro y solo buscaban, licor y jovencitas, la razón por la que habían tirado todo el alcohol al rio y por la que todas las jóvenes llevaban el pelo corto y ropa holgada. 

cuando el forastero se encontraba un poco más repuesto, Alissa lo amarro a un poste, no podía dejar ningún cabo suelto ni exponer a las demás, o exponerlo a él.

-¿Donde estoy?

-Estás en zona...

-Bueno, que más da quien me capturó, acaba de una vez.

-¿Que?

-Supongo que si estas con Mario me mataras pues soy tu enemigo, y si estas de lado de los barbaros del norte... también lo harás, pues soy un desertor.

Entremezclados sentimientos se volcaron en su vientre, es verdad que era enemigo, pero había desertado, así que quizá no representaba una amenaza, si embargo el simple hecho de ser un desertor, representaba un motivo realmente fuerte para despreciarlo, pensar que su esposo, hermano y padre habían muerto en batalla con honor y este... se había escapado fácilmente solo por miedo a morir... le hacia chirriar los dientes. Dejó de alimentarlo por tres días, pero pronto su corazón volvió a compadecerse de él, le llevaba comida y agua pero se la arrojaba como a un perro, aún así, él siempre le agradeció por aquello.

Eran principios de yomar , los arboles morían y las mujeres se encargaban de tejer ropa abrigadora, pronto el inverno llegaría y quizá con ello también las tropas.Podía sentirse el miedo en las jovencitas, ya no jugaban ni recolectaban bellotas, Alissa supo que debía hacer algo pronto con el intruso, antes de que llegaran los hombres y las mujeres más jóvenes se tuvieran que resguardar en el granero. 

-¿Por que no me has matado? -preguntó antes de que esta le tuviera que dar la mala noticia.

-No tuve el valor.

-Se a lo que te refieres... matar al prójimo nunca será una tarea grata, lo se de primera mano.

-Por eso huiste.

-No

El silencio los embargó.

-¿Por que lo hiciste entonces?

-La guerra... no es lo mio.

-¿Que hay de tu honor?

-El honor acaba cuando muere uno, de que me sirve si estoy muerto.

CRÓNICAS DE MAR Y TIERRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora