ᴄʜᴀᴘᴛᴇʀ ᴏɴᴇ

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"Todo tiene una medida, así como un límite, Gisli".

Fue lo que mi mejor amigo, "Nari" como yo le decía de cariño, me dijo antes de quitarme de mis manos mis pastillas, él sabía bien que problemas tenía con esas cosas. Pero se sentían bien, tan malditamente bien.

Sabía que él estaba llegando a su límite, al igual que yo y mi cuerpo, sabía bien que si fuera por él, ya me habría votado en o basurero, pero ni él se creía capaz de abandonarme.

-Nari, por favor, solo—

Fue lo último que logre decir antes de que todo se volviera borroso y confuso, ¿acaso ya morí? No lo sabía.

Cuando abrí los ojos otra vez estaba sobresaltado en lo que parecía una habitación de hospital; blanco, blanco, blanco, era lo único que lograba hilar en mi mente, voltee a mi lado al escuchar pitidos, logrando ver lo que parecían ser varias maquinas conectadas a mi por medio de intravenosas, rayos, estuvo cerca.

Voltee a ver a mi alrededor, y él estaba sentado en un mueble en una esquina de la habitación, se veía que llevaba rato llorando, aún si mi vista fuera borrosa, podía verlo, lo conocía desde que era un puberto llorón, era obvio que lo conocería a la perfección, así como él a mí. Cuando me vio reaccionar, se acerco a paso rápido y me empezó a inspeccionar con la vista mientras trataba de ver que tan ido estaba.

Después de años, me hacía gracia ver que tanto se preocupaba por mí, era curioso, después de años de soportar desde que entre en mis... Adicciones, hasta este momento, nunca me ha abandonado, lo cual, siendo completamente honesto, me asustaba.

No quería que él se fuera, pero al mismo tiempo sabía que si seguía así, un día llegaría y ya no vería rastro de él en nuestro pequeño departamento que compartíamos.

-Cabeza dura, ahora si me diste un susto.- decía, o más bien chillaba "Einar", siendo este su nombre verdadero; mientras se alejaba un poco y arrugaba su nariz, y para ocultarlo se llevo su mano derecha a su puente nasal, oh no, eso no era bueno; si algo aprendí a lo largo de estos años de amistad, era que hacerlo enojar era un punto de quiebre, pero que arrugara su nariz, significaba que no saldría de esa tan fácil.

-¿Cuánto tiempo—

-18 horas.- Me corto en seco, esta vez había superado mi record, lo cual, solo daba para algo malo, ¿una paliza? No, no es capaz, ¿un insulto? Es muy refinado como para eso, ¿Abandonarme? Por dios, que no sea eso, por favor.

Lo oí soltar un pesado suspiro y alejarse, acto siguiente trato de levantarme, no pero de la nada todo se volvió gris, gris, gris, había caído al piso frío mientras trataba de seguir a mi única compañía en estos últimos años; siendo este mismo quien corrió hacía mi dirección y pude ver que traía un pequeño trapo que parecía húmedo en su mano; oh, solo iba a por un trapo.

-¡¿Por qué intentas pararte si sabes que después de un coma etílico tu cuerpo está muy débil?!- Me regañaba mi amigo mientras me intentaba levantar para quedar recostado en la cama, mirándome con esos ojos llenos de frustración, pero sin dejar de lado la preocupación, amaba ver esos ojos, y más aún porque algo que nunca admitiría en voz alta, era que lo que más me gustaba de él, era su heterocromia, con sus ojos tan brillantes, tan azules, tan marrones, tan llenos de vida y de perdición al mismo tiempo.

-¿Coma etílico? Creí que fue una sobredosis.- Tal vez combinar adicciones con más adicciones no fue una buena idea.

-Eso me dijeron, aun que no saben con certeza qué rayos fue, con tantas cosas que tenías encima era difícil de definir.- Bueno, creo que prefiero verlo regañándome que viéndolo marcharse; se volvió mi único apoyo desde que mi familia me cerró las puertas de mi antiguo hogar, ni siquiera es como que los extrañe, solo es raro saber que no soy recibido en esa casa...

Agache la mirada, no sabía que decirle a Einar, ¿Qué recordé que hoy era el cumpleaños de mi hermano menor y por eso decidí tratar de calmar la presión en mi pecho con analgésicos y alcohol? Obviamente no podría decir eso, era un tema tabú de hablar sobre nuestras familias; habíamos acordado que seríamos la familia que nunca tuvimos, una feliz, en paz, y sin rojo, rojo, rojo.

Tal vez por eso me gustaban tanto sus ojos, porque estos eran colores distantes al rojo que acostumbraba a ver cada vez que fallaba, no importa la excusa, siempre era un color fácil de distinguir en mi piel pálida y verdes ojos.

-¿Algo que decir en tu defensa?-

-¿Te he dicho que adoro tus ojos?- Musité mientras admiraba sus ojos, amaba esos ojos, era como ver un día soleado, y una noche infinita en un mismo lapso de tiempo; él solo me miro feo, demonios, aunque me mirara con desaprobación total, seguían siendo lindos.

-¿En serio? ¿Así planeas persuadirme?- Seguía mirándome mal, pero podía notar que en realidad estaba conteniendo sus risas. Oh, sus bellas risas.

-Tal vez, ¿está funcionando?- Decía curioso sobre su respuesta.

-Tal vez, tal vez no; aunque no creas que te salvas del regaño, jovencito.-

Claro, ahora aprovecha para hacerme burla porque es tres años mayor que yo y según él, eso lo hacía más "sabio" aunque ambos sabíamos que teníamos el mismo grado de inteligencia irónicamente.

Pasamos la tarde en el hospital, obviamente como paciente recurrente que era, tenían que ver qué había sido lo que esta vez me había llevado a este punto, si tan solo supieran que ni yo mismo supe que usé.

Eran horas del ocaso cuando Einar tuvo que salir a ver mis resultados, creo, no era buena idea eso. Cuando menos lo espere, me empecé a quedar dormido gracias a toda la paz que había en el lugar, se escuchaba nada mas el ruido rítmico de las maquinas, dando una sinfonía arrulladora que iban al compás del tic tac de un reloj de pared que había en la misma habitación.

Fue hasta que una puerta me hizo despertarme, pero me quede quieto, algo me decía que no debía revelar que estaba despierto. Y lo que escuche a continuación me hizo querer doblegarme, escuche a Einar, a mi mejor amigo, a la persona que más quería en este mundo, a mi mundo en sí, lo estaba escuchando llorar en silencio, pero sus sollozos eran audibles, quería hacer como si nada pasará, hacerme como si recién despertará, pero sabía que eso solo lo asustaría y me delataría, además, no era como que yo fuera el mejor con las palabras de aliento; así que sin decir nada, sin hacer nada, me quede escuchando en silencio mientras que mi mundo se derrumbaba, sin tener idea de que hacer.

Estuvo así un largo rato, hasta que escuche que paro completamente, a veces hacía pausas para murmurar algo que claramente no alcanzaba a oír, pero que suponía tenía que ver con mi situación actual.

Y fue hasta ese momento, que después de estar sobre pensando tanto las cosas, pude dormir o aparentar hacerlo.

Fue hasta la mañana siguiente que me dieron de alta y Nari me dirigió la palabra cortantemente, sabía que me ocultaba algo, pero no quería presionar.

-¿Pasa algo?- Pero claro, mi lado curioso me hacía preguntarle directamente.

-No, todo está bien.- No me quería ni mirar a los ojos, sin duda algo había pasado cuando le entregaron mis exámenes médicos.

-En el departamento hablaremos, ¿te parece?- Comento, tratando de usar un tono leve y muy apagado.

-Claro, ¿me voy adelantando entonces?- Quería salir del hospital, quería ir a cualquier bar cercano a tomar lo que fuera antes de que posiblemente tuviera el regaño de toda mi vida.

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⏰ Última actualización: Jan 08 ⏰

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𝐿𝒾𝓉𝓉𝓁𝑒 𝐵𝑜𝓉𝓉𝓁𝑒 𝑜𝒻 𝓅𝒾𝓁𝓁𝓈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora