La Noche De Los Asesinos [Serie Foresthell #1]

7. Gabriela

“Dos venganzas pueden
ocurrir al mismo tiempo”

GABRIELA

Creía tener oculto el recuerdo de la promesa que me había hecho Dylan hace tantos años. Pero los recuerdos no están enterrados para siempre, en algún momento vuelven.

Cuando salí del consultorio mire a Dylan con resentimiento. Maldita sea, odiaba tanto que hubiera roto su promesa. Pudimos ser para siempre, pero no lo quiso así.

Dylan se desconcertó ante mi mirada y sé que busco la razón de ello, ya que pocas veces suelo demostrarle lo que estoy sintiendo, pero rápidamente volvió en sí y me devolvió odio en su mirada.

Tomé a Snow y sus juguetes, me despedí de la doctora que sin esperarlo dijo algo que me lleno de esperanza.

—Si sigues así, podrías volver a bailar —seguramente sonreí como una niña pequeña y ella lo vio así que dijo—. Tomará tiempo, pero lo podrás hacer.

Observe a Dylan y él me dijo al oído:

—No importará el tiempo —estuve a punto de pensar que lo decía de forma alentadora—. Igual el mundo no se perderá de nada —y ahí estaba, Dylan el maldito.

Lo ignoro y paso por delante de él como si su opinión no importara, mantengo en alto mi cabeza, pero eso no evita que me arda la garganta. Yo estoy segura de lo buena bailarina que era, pero él seguía teniendo la habilidad de hacerme creer todo lo que decía.

Él me podía odiar, tratar mal y todas esas cosas y mi estúpido corazón seguía sin ser capaz de ser indiferente a él.

⬷♚⤐

Isabel vino conmigo «La obligué a venir» a la fiesta anual qué hacen los tipos fiesteros de Florencia. Me encantan las fiestas, pero no puedo venir a ellas sola. Por lo que visite a mi hermana en la casa de su prometido y me lleve una gran sorpresa.

El maldito Lorenzo Di Angel no estaba en casa, pero lo encontraría hasta debajo de una roca. Cuando me estaba cambiando con mi hermana se negó a usar algo que no tuviera mangas largas, así que inmediatamente sospeche qué algo andaba mal.

Me colé en su baño y cuando se quedó atónita viéndose en el espejo puede observar la marca de una mano en su delicado brazo.

Mi hermana menor, la mujer que jamás conoció la ira de mi padre era víctima de la violencia de un maldito don nadie. Él iba a pagar el daño. Lo juro.

Sabía que mi hermana no lo dejaría, él daría poder a la familia, pero haría algo. Ya empezaba a maquinar la forma en la que a Lorenzo Vitale nunca más le quedarían ganas de poner una sola mano sobre mi hermana.

Dylan vino con las dos a la fiesta y estaba actuando como un sereno gorila-guardia. Lo ignoro y tomo la mano de mi hermana. Ambas traemos un vestido de dos piezas con mangas anchas. El de ella es lila y el mío rosa. Me encanta vestir igual que mi hermana en algunas ocasiones.