El Día Que Llegaste A Mi Vida... (Sanemi x lectora)

23

Akaza Hakuji

Lunes, 9:05 de la mañana

—¡Apúrate, linda! ¡Ya vamos 5 minutos tarde! —grite a T/n quien aún se encontraba dentro de su casa.

—¡Espérame, ya voy! —contestó apurada.

Me encontraba fuera de la casa de T/n esperándola para ir a la escuela, con la esperanza de llegar a las 9 sabiendo que son las 9:05 a.m

Parece exagerado, más aún de mi parte. Sin embargo, desde que me junte con T/n, he sido más responsable con la escuela (cuando antes, no me importaba mucho, realmente) pero ahora, parece que los papeles cambiaron.

—¡No olvides la tarea de matemática!

—¡Maldita sea!

Exclamó la princesa.

Aunque pensándolo bien, T/n ha cambiado mucho desde que pasó lo de Shinazugawa-sensei.

Algo que me ha tenido inquieto, ya que a pesar de que sus notas sigan intactas, su actitud ha cambiado mucho. Suele ser más distraída de lo común.

Puedes estarle hablando, y aunque parezca que te está prestando atención, en realidad es todo lo contrario (incluso, se llega a dormir en medio de la conversación) algo que nunca se había visto en ella.

Parece como si estuviera muerta en vida...

Nunca había sentido tanta desesperación como ahora.

—¡Adiós, papá! ¡Adiós, Oniichan! ¡Nos vemos en la noche! —gritó ella saliendo de su casa.

—¡Adiós, nena! ¡Cuídate mucho y que te vaya bien! —respondió su hermano desde dentro de su casa.

—Adiós, cielo. Cuídate mucho —al igual que su padre.

T/n se acercó a mí mientras apoyaba su mano en el marco del portón de su casa, estaba recuperando el aire.

—Vaya, es nuevo récord —mire mi celular —son las 9:15, ¿qué excusa vamos a poner? —pregunte con sarcasmo.

Ella voltea a verme con una expresión la cual reflejaba la muerte misma.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo.

—Lo siento, Akaza-san. No escuché mi alarma y Daiki me despertó 20 minutos antes de entrar —dijo ella ciertamente adormilada.

—¿Estás segura de que si dormiste bien?

—La verdad, no.

Suspire fuertemente ante su respuesta.

—Es la segunda vez que haces esto —me acerque a ella —dejame ayudarte con eso —tome su bolso —al menos, para que puedas caminar mejor y no nos atrasemos más —dije a la oji carmín.

Ella me lo entrega sin chistar, pero podía notar la vergüenza transmitida en su rostro.

Emprendimos nuestro camino a la escuela, aunque sin mucha prisa, ambos sabemos que ya perdimos la primera clase.

Sin embargo, no puedo evitar sentirme inquieto.

—Perdona, Akaza-san. De verdad, no escuché mi alarma, apenas tuve tiempo de ducharme y peinarme, siquiera pude desayunar ni tampo-

—¿No haz desayunado? —voltee a verla incrédulo.

—No... —responde agachando su mirada.

De verdad... siquiera ha desayunado...

—Linda, no puedes estar haciendo eso... —dije totalmente indignado.

Ella sigue con su mirada baja debido a la vergüenza que sentía.