XIII - Una declaración perfecta

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Dos meses después.

El sonido del timbre inundó el departamento de Lionel. Observó su reflejo en el espejo del baño durante unos segundos más, desordenado levemente su cabello.

Se acomodó la camiseta antes de salir corriendo de la habitación. Se colocó delante de la puerta de entrada y respiró profundamente.

Entonces abrió la puerta. Cristiano se encontraba al otro lado del umbral, luciendo tan lindo y sensual como siempre. La radiante sonrisa que cubría su rostro acabó contagiándole una a Leo también.

El argentino dio un paso adelante y le dió un beso rápido. Se avergonzó un segundo después de separarse.

-Lo siento, yo... Simplemente quería besarte.

Sus mejillas se tiñeron de color carmesí.

Dios, ¿porqué carajo estoy tan nervioso?

Cristiano se inclinó de nuevo sobre él y volvió a besarle.

-Tranquilo.

Los dos salieron del edificio y montaron en el lujoso coche del portugués.

Un incómodo silencio los envolvió. Leo se estiró para poner algo de música, cosa que solía hacer siempre en estas situaciones, siempre que estaba nervioso u incómodo.

Cristiano notó su nerviosismo gracias a esta acción.

-Amor, no tienes por qué estar nervioso -Dijo poniendo su mano sobre el muslo del menor-.

Amor. Mierda, como me gusta como suena eso cuando lo dice él.

-Lo sé, pero... Se supone que esto es una cita, ¿verdad?

-Ajá -Dijo con una sonrisa ladina-. La segunda cita.

-¿Y adónde iremos?

-Solo déjate llevar.

***

-Oye, esto ya empieza a picar. ¿Puedo abrir los ojos?

Leo tenía una cinta negra atada alrededor de los ojos. Cristiano lo guiaba desde detrás, con sus manos en la cintura del menor.

-No seas impaciente, aún no hemos llegado.

-Oh, vamos... -Refunfuñó Leo- Al menos decime donde estamos.

-Pronto lo descubrirás.

Messi chocó de frente con algo.

-¡Au! ¡Se suponía que estabas guiándome! -Exclamó-.

Cristiano rió suavemente. -Lo sé. Lo siento, me has distraído.

Leo se sonrojó. Pudo escuchar como el portugués pulsaba un botón, y luego el sonido de dos puertas abrirse. Mecánicas, al parecer. Estaban en un ascensor.

Cuando ambos entraron, este comenzó a elevarse. Pero de repente, se detuvo.

El argentino se sobresaltó, y el agarre del otro sobre su cintura se intensificó por un instante.

Messi se dió la vuelta lentamente hasta quedar frente a él.

-Cris... No me digas que pasó lo que creo que pasó.

-Esta bien, no te lo digo...

-¡Oh, no!

-Oh, sí. Pero no es grave, mantén la calma. Pediré ayuda.

-¿Como que no es grave? Cris, en las películas, estas cosas nunca acaban bien. Seguro que... -Habló atropelladamente-.

-Ey, ey, tranquilo -Posó ambas manos sobre sus mejillas-. Voy a sacarnos de aquí.

Leo inhaló profundamente.
-Esta bien. Gracias -Exhaló-. ¿Podrías quitarme esto de la cara?

Hubo una pausa.

-Por supuesto -El portugués retiró la cinta negra del rostro del más bajo-.

Al fin pudieron volver a verse las caras.

-H-hola.

Habló cohibido por la penetrante mirada de Cristiano sobre él. Sentia que podría quedarse mirando aquellos ojos marrones todo el día. Creía que Cristiano no era consciente de todo lo que provocaba en él.

-¿Estás bien?

-No, es... Es tu culpa -Fingió molestarse-.

-¿Por qué? -Rió-.

-Por ponerme nervioso.

-¿Estás enfadado conmigo? -Se acercó más a él-.

-Mhm -Lo miró a los ojos-.

El mayor rompió la poca distancia que los separaba con un largo y profundo beso. Volvió a poner sus manos alrededor de su cintura.
Cuando ambos se separaron el moreno habló:

-¿Ya se te ha pasado?

-Todavía no.

Cristiano sonrió abiertamente y volvió a besarle.

***

Habían logrado salir del ascensor, Cristiano volvió a colocar la cinta alrededor de la cabeza de Lionel. Luego se colocó detrás suyo de nuevo.

Caminaron unos minutos, subieron unas pequeñas escaleras y llegaron a su destino.

-Ya hemos llegado.

El moreno retiró la tela que cubría los ojos de Leo, lo abrazó por la cintura y apoyó su cabeza sobre su hombro.

Entonces se limitó a esperar. Pero al ver que la tan ansiada reacción de su acompañante no llegaba, habló:

-Bueno, ¿Qué te parece?

Juro que Messi intentó contestar, pero no fue capaz. En estos momentos se encontraba con la boca abierta, casi formando un círculo perfecto.

Un mar de emociones se le aventó encima, dificultandole el poder gestionarlas todas.

A falta de palabras, hizo lo único que consideró correcto, girarse hacia el portugués y abrazarlo con fuerza.

Cristiano enseguida correspondió ese abrazo, estrechando a Lionel entre sus brazos.

-Es precioso -Susurró Messi sobre el pecho del otro-.

El mayor lo escuchó y dejó un besito sobre su cabeza.

Esa noche fue perfecta, vistas perfectas, pues desde lo alto de la Torre Eiffel se podía vislumbrar todo París, compañía perfecta y... Una declaración perfecta.

***

Viejos amigos - Cristiano Ronaldo x MessiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora