"Conociéndola parte 1"

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-¡levántate!

Hay no, no, no, no, no.

-¡Alicia te estoy hablando! ¡no me ignores! ¡se que estas despierta!- gritaba una y otra vez Doris- ¡voy a tirar la puerta si no abres! ¡Alicia hablo enserio!

Me levante a regañadientes a abrir la puerta de mi habitación, al hacerlo vi a una Doris con sus brazos como jarra y la cabeza ladeada mirándome con irritación.

-¿se te ofrece algo?- pregunté sarcásticamente con una sonrisa sínica. Doris levantó una ceja y sonrió con amargura.

-llegaras tarde si no te apuras.- fue lo único que dijo y se alejó de la habitación. Puse los ojos en blanco soltando un suspiro de frustración y cerré la puerta de un portazo. Tome mi ropa interior limpia de mi closet y me dirigí a mi baño para darme una ducha.

Así es, tengo un baño propio. Bitches.

La ducha me duró unos largos 20 minutos, largos y relajantes. Pero todo acabo cuando volvió Doris a mi puerta a golpearla como loca gritando que me diera prisa. Malditos lunes.

Me seque, me coloque mi ropa interior y camine así hasta mi closet para sacar mi uniforme de estudiante que consiste en una camisa blanca, una corbata roja, una falda y un saco (ambos azules) que me quedaba tan grande como la camisa. Mis zapatos, mis calcetas azules y como olvidar mi cintillo negro. No era parte del uniforme pero igualmente me gustaba.

Guarde mis cosas en mi bolso negro y me lo acomode en el hombro, tome mi celular del escritorio y salí del cuarto. Baje las escaleras corriendo a la cocina y tome unas tostadas, me dirigí a la puerta de salida y grite a todo pulmón.

-¡me voy! ¡Roger te espero abajo!- Roger bajo en ese instante a penas termine de gritar, tomo las llaves del auto y camino en dirección a donde yo estaba.

-por dios Ali, no es necesario que grites.- dijo mientras me abría la puerta del copiloto a la salida de mi casa.

-hoy es el día de los gritos al parecer- dije de aburrida, le di una mordida a mi tostada. Roger colocó los ojos en blanco y puso el auto en marcha.

Estas cosas como gritar como maniáticos en esta enorme mansión no era algo que se hiciera todos los días, por lo que típicamente llegaría de mal humor a clase. Claro, a mis compañeros de clase se le vendría todo el cargamento ¨Ali-psicótica¨ encima.

El camino como siempre fue silencioso hasta salir del estacionamiento, donde Roger apretó el botón de la radio para prenderla y acabar con el aburrido silencio mañanero.

Por eso te amo Roger.

Llegamos al instituto y abrí la puerta del auto, y cuando estaba a punto de salir Roger me detuvo con su mano agarrándome de la muñeca para acercarse a mi y depositarme un beso en la comisura de mis labios. Volviéndome a sorprender... y haciéndome sonrojar.

Salí del auto aun pasmada por su reacción y camine aturdida hasta la entrada del instituto.

Roger hacia eso a veces, quien sabe porque. Él era el chófer de la casa, era bastante joven de hecho tenía 19. Empezó a trabajar el año anterior para pagar sus estudios nocturnos. Se crió con nosotros desde pequeño, y como no tenía para pagar la universidad mi padre le ofreció trabajo como chófer para ayudarlo. Humilde hijo del señor.

Seguí en dirección a mi aula de clases caminando a paso relajado y despreocupado. No caminaba con la cabeza gacha pero tampoco miré a nadie a los ojos, no era por lo que se podría decir una ¨mojigata antisocial y con problemas de personalidad¨ pero tampoco me consideraba alguien impotente. Ya de camino por los pasillos me encontré con varios de mi curso socializando, por supuesto no saludé a ninguno de ellos, porque siendo sincera no los quería interrumpir, ya que sabia que en conversaciones con chicos de otras clases yo no era muy bienvenida que digamos, así que preferí ignorarlos. No es que nos lleváramos mal ni nada, pero no estaba muy segura de si a sus amigos de exterior les agradara mi presencia y sinceramente no me daban ganas de experimentar. Ya los saludaría dentro de clases.

Mi pais de las MaravillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora