Capítulo 25

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—Roy, ese es un paso muy importante, no creo que sea correcto darlo solo para sacar a Suki de tu vida amorosa —le dijo seria, esperando con todas sus fuerzas que esa no fuese la razón.

—Claro que ese no es el motivo, aunque estoy seguro de que ayudará, no es por eso que quiero vivir contigo. —Le sonrió nervioso, ella le dio un tierno beso y él continuó—: Quiero que vivas conmigo cuando regresemos, independiente de lo que pase en esa montaña, quiero que te mudes conmigo, sé que tal vez es pronto, y que lo que te diré a continuación es lo más cursi que he dicho alguna vez, así que presta atención, porque no lo repetiré. —Levantó la cabeza del hombro de Lizzie y la giró para mirarla a los ojos, la tomó de la mano y siguió—. Te dije antes que he estado en esta lucha toda mi vida. Nunca objeté porque es lo que había que hacer, es por el bien mayor. Pero nunca tuve una razón propia, una motivación personal, lo hacía porque es lo correcto. Ahora que llegaste a mi vida nuevamente, me diste esa razón. Tú eres mi motivación personal, quiero que tengamos una vida juntos, te prometí que te mostraría el mundo y eso es lo que haremos. No sé cuál fue la razón que te hizo querer estar conmigo y sé que soy un maldito bastardo suertudo por eso. Te quiero a mi lado, pequeña. —Cuando el coronel terminó, Lizzie tenía sus ojos inundados en lágrimas, no encontraba su voz, así que lo abrazó con todas sus fuerzas. Sabía que para Roy pertenecer al ejercito era algo normal, era su formación, la manera en que se había criado, pero no entendía hasta qué punto le afectaba el haber sido criado de esa manera, él, al igual que todos, necesitaba esperanza. necesitaba una razón para levantarse y seguir luchando. Y si esa razón era ella, estaría feliz de acompañarlo en este viaje.

—por supuesto que sí, mi amor, me encantaría vivir contigo, y la suertuda soy yo, eres más que solo un soldado, Roy, debes comenzar a verte a ti mismo por cómo eres. —Lo besó y continuó—. Solo tengo una condición, yo le diré a Dari cuando regresemos a la academia —le informó con una sonrisa.

—Como ordene, mi sargento. —Ambos rieron y se besaron una vez más.

—¿quieres preguntarme algo más? — Roy ya conocía las expresiones de Lizzie.

—Si, he estado pensando desde que nos anunciaron la misión, Keylha menciono que la única cicatriz que tiene Ferrel, se la hiciste tu, ¿Cómo fue eso?

—Oh, eso, si, estaba en una misión con papá, cuando él aun salía a terreno, en sus primeros años como general. Era una misión complicada, secreta y de extremo sigilo, fuimos a un laboratorio abandonado, hacía el norte, debíamos buscar materiales, nos encontramos con Ferrel y sus perros guardianes, caí sobre una mesa con químicos, ataque por inercia, aunque sabia que contra él era inútil, sin embargo, logre herirlo y aunque no se regenero del todo, sintió dolor, solo pudo curarse y le quedo una horrenda cicatriz en la espalda, eso lo supe, cuando volvimos a enfrentarnos años después.

— Wow, eres toda una leyenda. — dijo legítimamente sorprendida.

— Eso dicen algunos, yo solo me siento frustardo por no poder hacer más.

— Entonces tu le daras el golpe de gracia. — Roy la miro extrañado

—¿ a que te refieres?

—Creo que te has ganado el derecho de darle el golpe de gracia, cuando logremos anular sus poderes. — explico.

— Ya veremos como se dan las cosas, aunque gracias por la oferta. — le sonrio de lado y se besaron antes de entrar a la casa y dormir.

A la mañana siguiente salieron después del desayuno, se estaban asomando los primeros rayos del sol. El ermitaño esperaba a Gabriel por las horas de la tarde del día siguiente.

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