Capítulo 8

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   Garra Sombría salió de la guarida de los guerreros mientras el sol de la estación sin hojas hacía brillar su pelaje negro. Una brisa fría la azotó. Caminó por el claro, y se sorprendió al percatarse de que sus pasos la llevaban hacia Manto Abrasado. Se sobresaltó cuando el gato anaranjado se giró hacia ella y le sostuvo la mirada unos segundos.

   -¿Ocurre algo?-preguntó el guerrero. Sus ojos amarillos combinaban con la luz del amanecer.

   -No, nada-se apresuró a responder Garra Sombría.

   -Oh-Manto Abrasado suspiró. Parecía decepcionado-está bien. Debo ir a entrenar con Zarpa Albina, nos vemos-se giró bruscamente y fue con su aprendiza, que lo esperaba en el claro, iluminado por la fría luz del sol estacional.

   Garra Sombría se quedó de piedra ¿qué estaba pasando? Su amigo la había mirado la noche anterior, y entonces no parecía molesto. La guerrera tenía la impresión de que él esperaba algo más de lo que ella iba a decir. Sin embargo, no tuvo mucho tiempo para reflexionar sobre lo ocurrido. Vió a Luciérnaga saliendo de su guarida detrás de Pedregosa, y recordó que aquella noche habría media luna, y las curanderas saldrían hacia la Roca Lunar. En ese momento, un recuerdo le vino a la cabeza. <<"Muerte">> las palabras de Garra Negra resonaron en la mente de Garra Sombría, que solo volvió a la realidad cuando escuchó un maullido.

   -¿En qué piensas?-la voz de Luciérnaga la devolvió a tierra.

   -No, nada-dijo la gata. Parecía que aquel iba a ser el día de los momentos incómodos.

   -Bien. Bueno, debo irme-maulló la curandera, aunque no parecía muy convencida por la respuesta de su amiga. A Garra Sombría le dolía mucho mentirle, pero sentía que era lo correcto.

   -Buen viaje-le deseó la guerrera.

   -Buena caza-la curandera también expresó sus deseos. Unos momentos después, la gata de ojos azules se encontraba saliendo por el túnel de aulagas detrás de su mentora.

   -¿Está todo bien?-preguntó una voz a sus espaldas. La gata se giró rápidamente y se encontró con su aprendiz, Celestino, que la miraba curioso.

   -Claro ¿por qué no habría de estarlo?-respondió.

   -Pues tu cara no demuestra que todo esté bien-el gatito la miró unos segundos y finalmente se encogió de hombros-¿vamos a salir a entrenar?-preguntó.

   -S... sí-tartamudeó la guerrera-vamos-salieron por el túnel de aulagas y recorrieron el bosque. Con los sentidos alerta, ambos avanzaron por la espesa vegetación. Celestino se metió entre unos arbustos y regresó con un ratón en la boca-muy bien-lo felicitó su mentora. Él sonrió y cavó un hoyo en el suelo, donde unos segundos más tarde depositó la presa.

   Un rato después, ambos regresaban hacia el sitio donde habían dejado las presas, cuando el aprendiz habló-una pregunta... ¿es cierto eso que dicen de ti?-su voz curiosa pero paciente se oyó como un susurro entre los árboles.

   -¿Qué dicen de mí, exactamente?-preguntó ella, aunque ya imaginaba sobre lo que se trataba.

   -Dicen... que no naciste en el clan, y que llegaste siendo una solitaria, de cachorra-explicó el gatito, inseguro.

   -Sí, es verdad-respondió la mentora.

   -¿Y por qué jamás me dijiste nada?-preguntó él.

   -Pues porque no me parecía importante que tú lo supieras. No soy la primer solitaria que se une a un clan, y, en verdad, mi lealtad está con él. No importa cuanto haya en juego, mi clan siempre estará primero-explicó. El gato se quedó mirándola, estupefacto-es algo que aprendí estando aquí; la lealtad.

   El aprendiz parecía lleno de preguntas, pero se limitó a asentir y continuar la marcha. Tomaron el botín que estaba enterrado-dos ratones, una urraca y un tordo-y siguieron caminando hasta llegar al campamento. Allí, tras dejar las presas en el montón de carne fresca, Garra Sombría miró a Manto Abrasado, sentado en la otra punta del claro. Algo le dolía profundamente. La calidez que había sentido ayer bajo la mirada del guerrero había desaparecido. Ahora, el gato se limitaba a comer su parte sin siquiera mirarla a los ojos. Con el corazón en un puño, la guerrera fue directo a su lecho de la guarida de los guerreros, pues no tenía hambre alguna. En el momento en el que el gato atigrado entró a la guarida, la miró. En sus ojos pareció verse un tenue destello de pena. Al pasar junto a ella, le rozó el lomo con la punta de la cola. La gata levantó la cabeza y le dirigió una mirada. Aunque no estaba junto a ella, la gata se sentía feliz de que el gato aún quisiera seguir siendo su amigo. Aunque la realidad parecía tornarse un tanto distinta. Cada vez más, los pensamientos de Luciérnaga parecían hacerse realidad. Pues... Manto Abrasado la estaba mirando ¿no? En su mirada había una mezcla extraña de sentimientos, y por otro lado, Garra Sombría había estado muy triste por el extraño comportamiento del guerrero. Poco a poco, parecía que lo que decía su amiga era verdad, aunque le costara mucho aceptarlo: Manto Abrasado la amaba.

                                              ●  ●  ●

   Aquel día despertó con una sensación extraña. No tenía que ver con Manto Abrasado, no. En cuanto vió entrar a Luciérnaga al claro, un escalofrío la recorrió desde las orejas hasta la punta de la cola. Pensó en su sueño con Garra Negra, y, por fin, encontró la respuesta. <<"Tres días luego de que el firmamento brille más fuerte sobre la roca que ilumina, la muerte perseguirá a gatos de ambos clanes">>, recordó. El tercer día tras que las estrellas brillen más sobre la Roca Lunar... el tercer día tras la media luna, ¡el Clan de la Sombra iba a atacar al del trueno!

 el tercer día tras la media luna, ¡el Clan de la Sombra iba a atacar al del trueno!

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Arriba, Leónido.

Días Sombríos #2 / Compañeros / Los Gatos GuerrerosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora