EL HECHIZO EQUIVOCADO

cap único

El hechizo equivocado

Draco Malfoy estaba furioso. No solo tenía que soportar otro año en Hogwarts, el colegio de magia y hechicería, sino que además tenía que compartir habitación con su peor enemigo: Harry Potter. El director Dumbledore había decidido que los alumnos de octavo curso, que habían vuelto para repetir el año después de la guerra contra Voldemort, debían convivir con alguien de otra casa para fomentar la tolerancia y la amistad. Y por alguna razón, le había tocado a él compartir con el niño que vivió, el héroe del mundo mágico, el santo Potter.

Draco odiaba a Potter desde el primer día que lo vio. Lo odiaba por su fama, por su valentía, por su lealtad, por su pelo despeinado, por sus ojos verdes, por su sonrisa... Espera, ¿qué? No, Draco no odiaba a Potter por esas cosas. Esas cosas le eran indiferentes. Lo que odiaba era su arrogancia, su insolencia, su desafío... Sí, eso era.

Draco se sentó en su cama y miró con desprecio a Potter, que estaba tumbado en la suya leyendo un libro. ¿Qué estaría leyendo? ¿Algo sobre quidditch? ¿Sobre defensa contra las artes oscuras? ¿Sobre cómo ser el centro de atención? Draco sintió curiosidad y se levantó para acercarse sigilosamente a la cama de Potter.

- ¿Qué haces? - preguntó Potter al notar su presencia.

- Nada que te importe - respondió Draco con altivez.

- Pues entonces lárgate - dijo Potter volviendo a su lectura.

Draco frunció el ceño y trató de ver el título del libro. Era algo sobre criaturas mágicas. ¿Qué interés podía tener eso? Draco decidió molestar a Potter un poco más.

- ¿Te gustan las criaturas mágicas, Potter? - preguntó con sarcasmo.

- Sí, ¿algún problema? - contestó Potter sin levantar la vista.

- No, ninguno. Solo me sorprende que te gusten tanto los animales. Supongo que te identificas con ellos - dijo Draco con una sonrisa maliciosa.

- ¿Qué quieres decir? - preguntó Potter frunciendo el ceño.

- Bueno, tú eres una especie de animal, ¿no? Un mestizo - dijo Draco con desprecio.

Potter soltó el libro y se incorporó en la cama. Sus ojos verdes chispearon con ira.

- Cállate, Malfoy. No tienes ni idea de lo que dices - dijo Potter con voz tensa.

- Oh, sí que la tengo. Eres un sucio sangre mestiza, hijo de un muggle y una bruja. Una vergüenza para el mundo mágico - dijo Draco disfrutando de la reacción de Potter.

- Eres un imbécil, Malfoy. Un arrogante sangre pura, hijo de un mortífago y una cobarde. Un traidor al mundo mágico - dijo Potter devolviéndole el insulto.

Draco se sintió herido por las palabras de Potter. Su padre había sido un mortífago, sí, pero él no. Él había cambiado después de la guerra. Él había ayudado a Potter a derrotar a Voldemort. Él había salvado su vida. ¿Por qué Potter no lo reconocía? ¿Por qué Potter no lo veía como algo más que un enemigo?

Draco sacó su varita y apuntó a Potter.

- Expelliarmus - dijo con rabia.

Potter reaccionó rápido y sacó su varita también.

- Protego - dijo con firmeza.

El hechizo de Draco rebotó en el escudo de Potter y volvió hacia él. Draco trató de esquivarlo, pero fue demasiado tarde. El hechizo le dio de lleno y le hizo caer al suelo, soltando su varita.

Potter se levantó de la cama y se acercó a Draco con una sonrisa triunfal.

- ¿Qué pasa, Malfoy? ¿No puedes conmigo? - dijo burlonamente.

Draco se levantó del suelo y se lanzó sobre Potter, tratando de recuperar su varita. Los dos chicos cayeron al suelo, forcejeando y golpeándose. Sus caras estaban muy cerca, sus alientos se mezclaban, sus cuerpos se rozaban. Draco sintió algo extraño en su pecho, algo que no había sentido nunca antes. Era como una mezcla de odio y deseo, de repulsión y atracción, de miedo y curiosidad. ¿Qué le estaba pasando?

Potter sintió lo mismo que Draco. No entendía por qué, pero de repente le pareció que Draco era el ser más hermoso del mundo. Su piel pálida, sus ojos grises, sus labios rosados... Todo en él le pareció irresistible. Quería besarle, abrazarle, hacerle suyo. ¿Qué le estaba pasando?

Los dos chicos se miraron a los ojos, sin dejar de luchar. Sus labios estaban a punto de tocarse, cuando oyeron un ruido en la puerta. Era Hermione Granger, la mejor amiga de Potter y la prefecta de Gryffindor.

- ¡Harry! ¡Draco! ¿Qué estáis haciendo? - preguntó Hermione con sorpresa y enfado.

Los dos chicos se separaron rápidamente y se pusieron de pie, avergonzados y confundidos.

- Nada, Hermione. Solo... discutíamos - dijo Potter con voz nerviosa.

- Sí, eso es. Discutíamos - repitió Draco con voz temblorosa.

Hermione los miró con incredulidad y decepción.

- ¿Discutíais? ¿En serio? ¿Es que no habéis aprendido nada después de la guerra? ¿Es que no podéis dejar de odiaros? - les reprochó Hermione.

- No nos odiamos - dijeron Potter y Draco al unísono.

- Ah, no. Pues parecía todo lo contrario - dijo Hermione con ironía.

- Bueno... es que... - tartamudeó Potter.

- Es que... - balbuceó Draco.

Hermione suspiró y negó con la cabeza.

- No importa. No quiero saberlo. Solo os digo una cosa: dejad de pelearos o tendré que informar al director Dumbledore. Y no creo que os guste lo que os pueda hacer - les advirtió Hermione.

- Está bien, Hermione. Lo sentimos - dijo Potter con sinceridad.

- Sí, lo sentimos - dijo Draco con resignación.

Hermione asintió y salió de la habitación, cerrando la puerta tras ella.

Potter y Draco se quedaron solos otra vez, sin saber qué decir ni qué hacer. Se miraron con incomodidad y confusión, sin atreverse a acercarse ni a alejarse. Ambos sentían algo por el otro, algo que no podían explicar ni controlar. Algo que les asustaba y les excitaba al mismo tiempo. Algo que les hacía querer besarse y abofetearse al mismo tiempo.

Potter fue el primero en romper el silencio.

- Malfoy... yo... - empezó a decir Potter.

- Potter... yo... - empezó a decir Draco.

Los dos chicos se callaron y se sonrojaron.

- ¿Qué? - preguntaron al mismo tiempo.

Los dos chicos se rieron nerviosamente.

- Nada... olvídalo - dijeron al mismo tiempo.

Los dos chicos volvieron a reírse nerviosamente.

- Esto es ridículo -