Contigo? Siempre

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¡Hola! Soy Michelle.

Hace AÑOS que dejé de escribir y sólo mantenía borradores de historias incompletas en mi computadora de otro fandom. Me surgió la inspiración con un par de hechos en esta semana y no quedaban más que con Max y Checo. Espero les guste.

También, advertidos están que esto es pura diabetes en 8,000 palabras. Ahorita no andamos en modo tóxico jajajaj.

Disclaimer: todo esto es pura ficción con puro fin de entretenimiento.


―Disculpe, señor Pérez. Sólo para avisarle que en quince minutos comenzamos.

―Ya voy.

Me veo al espejo una última vez, ajustando mi moño por la milésima vez. Jo ya me había dicho que lucía perfecto, pero yo lo veía desalineado en cada reflejo. Arreglo floral en su lugar, traje totalmente impecable, zapatos relucientes. ¿Mi cabello lucía bien? Lo corté hace una semana para que estuviera en el largo ideal... creo no debí hacerlo. Todos dicen que me veo mejor con el cabello más voluminoso, pero así no se vería arreglado...

Decir que tenía el culo en la mano era una subestimación.

― ¿Cuántas veces tengo que decirte que dejes de verte al espejo o lo vas a romper, cabrón? Ya quita esa cara de cagado.

Volteo a verlo desde el reflejo del espejo mientras me ajusto la manga del saco y le lanzo una sonrisa, o lo que sea que se pudiera llamar ese dizque intento. ―Nada malo con asegurarme de lucir decente en el día de mi boda.

Exacto, porque yo soy el hermano más guapo y nunca vas a lucir mejor que yo. ― Se acerca a mí y me dirijo hacía él para abrazarlo. Era raro que nos mostráramos señales de afecto, encontrando alguna otra manera de demostrarlo, pero cuando lo hacíamos, era la forma más pura de amor que podía ser.

Escucho un grito de indignación. ― Hijos de la... los odio por no invitarme. ― Antes de poder voltear, siento un segundo par de brazos rodearme. Paola. Inmediatamente, la uno al abrazo de tres.

Unas lágrimas comienzan a querer desbordarse de mis ojos. Nunca pensé que este día llegaría tan rápido, o tan siquiera, que llegara. ―No saben lo feliz que me hace que estén aquí apoyándome.

Siempre.

― Siempre... y cuando nos dejes seguirte chingando. ― Me río del comentario de mi hermano y me separo un poco de ellos para verlos a la cara. Toño da unos pequeños golpes en mi mejilla con la palma de su mano. ― Te amamos, cabrón.

― Y yo a ustedes.

― Vente. Vamos a casarte.

Me limpio una lágrima que cayó sobre mi rostro. Con un último suspiro profundo y mirada rápida al espejo, salgo de mi habitación de hotel con dirección al jardín. El pasillo se hace enorme y no parece que voy a llegar al fondo. Nunca había comprendido a los que se ponían nerviosos el día de su boda, pensaba que exageraban, pero ya me di cuenta de que no. Literalmente es una experiencia que debes vivir para no juzgar (como yo lo hice hasta el día de ayer). Quedé como un total y completo estúpido con el Checo del pasado.

Mis hermanos abren las puertas hacia el jardín con una espectacular vista al mar donde veo a la mayoría de los invitados ya sentados, listos para la ceremonia. La escena era espectacular; en definitiva, no existen mejores playas que las mexicanas. El clima había decido cooperar con nosotros el día de hoy, siendo una tarde agradable con la combinación perfecta entre sol, nubes y leve aire con para refrescarnos. Si hubiera estado ardiendo, yo ya estaría desmayado por el sol y mi intranquilidad. Mi mamá, mi hermana, mi suegra y mi cuñada se habían encargado de la exquisita decoración, algo que estoy muy agradecido porque ninguno de nosotros pudiera haber logrado de forma exitosa. Sabemos manejar, no cómo combinar colores y patrones. De mis pantalones caqui y sudadera blanca no me sacan, tanto que la gente me pregunta de vez en cuando si solo tengo un pantalón.

Contigo? Siempre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora