Isidoro, un luthier dedicado por completo a su oficio, se encontraba inmerso en su taller, como cualquier otro día. A pesar de ser un artesano talentoso, no podía evitar sentir una insatisfacción constante con sus instrumentos. La reciente muerte de su esposa había dejado una profunda huella en él, y esa tristeza se reflejaba en su trabajo. Además, los clientes devolvían sus instrumentos y pedían reembolsos, argumentando que su labor no era lo suficientemente buena. Esta situación lo frustraba y lo llevaba a cuestionar su propia habilidad.
Un día, después de lidiar con otro cliente insatisfecho, Isidoro, desesperado, decidió dar un paseo para despejar su mente. Caminó sin rumbo fijo hasta que llegó a un bosque cercano. Allí, se detuvo maravillado frente a los majestuosos árboles que lo rodeaban y se sentó en una roca a reflexionar.
De repente, Isidoro escuchó a lo lejos el estruendo de un gran árbol que caía en una ladera cercana. Fascinado por los patrones de la corteza de aquel árbol, Isidoro se acercó a la ladera y descendió con precaución. En su camino, una rama saliente del tronco lo hizo tropezar. Impulsivo por naturaleza, golpeó el tronco con su mano. Sorprendentemente, la madera emitió un sonido hermoso y armonioso, con una resonancia única. Isidoro no podía creer lo que estaba escuchando.
Decidió que debía hacer algo especial con aquella madera. Así que regresó a su taller en busca de sus herramientas y, con sumo cuidado, cortó un pedazo y lo llevó de vuelta consigo. Comenzó a trabajar en la madera, y aunque le llevó varios días, finalmente logró crear un violín con ella. Nunca antes había trabajado con una madera tan especial, y a medida que avanzaba, su entusiasmo crecía.
Finalmente, el violín estuvo listo. Isidoro lo tomó entre sus manos y tocó una nota. El sonido que emergió del instrumento fue tan conmovedor que le erizó la piel. Era como si la madera tuviera una voz propia, ansiosa por ser escuchada.
Isidoro estaba decidido a mostrar su creación al mundo, pero sabía que antes debía conseguir un cliente que apreciara la calidad de su trabajo. Sin embargo, no fue una tarea fácil, ya que su reputación estaba manchada.
Un día, un viajero entró en su tienda. Era un hombre de aspecto elegante, que parecía tener un oído afinado para la música. Isidoro se acercó a él y le mostró el violín hecho con la madera especial. El viajero quedó impresionado ante la belleza del instrumento y solicitó probarlo. Con cautela, Isidoro se lo entregó.
El viajero comenzó a tocar el violín, y el sonido que produjo era algo que nunca antes había escuchado. Era como si el instrumento estuviera hablando con él. El viajero quedó tan impresionado que compró el violín de inmediato, a un precio que hizo sentir a Isidoro orgulloso de su trabajo.
No solo adquirió el violín, sino que también lo llevó a distintos lugares y tocó música con él en cada uno. Las personas que lo escuchaban quedaban cautivadas por el sonido que emanaba del violín, y pronto la noticia se extendió a otros países.
Gracias a la ayuda del viajero, Isidoro comenzó a recibir clientes de todas partes del mundo que deseaban adquirir sus instrumentos únicos y hermosos. Finalmente, Isidoro se convirtió en un famoso luthier y su violín de madera especial se convirtió en su obra más famosa y apreciada.
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Luthier: El sonido de un árbol caído
Short Story"Isidoro, un talentoso luthier atormentado por la tristeza y la insatisfacción. Pero un descubrimiento importante lo cambiará todo, su vida y su arte experimentan una transformación sorprendente."