8. ¡Salió de casa!

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-¡Hola!-. Me dijo Pablo tras abrir la puerta, tan sonriente como ayer.

-Hola, ¿Sabes que hora es?-. Pregunté un poco furiosa.

-Pues claro, nada mejor que una visita a las nueve de la mañana, como dice el dicho: " El que madruga Dios le ayuda"-. Esa sonrisa desde tan temprano...

-Y le duele la espalda.- Me pasé las manos por la cara.-Tienes suerte de que no tenga nada afilado cerca.-Pausé y sonreí de la manera más falsa que pude.-Pasa amado vecino, mis padres no están-. Me abrazó y entró al salón, cosa que me dio algo de miedito que supiera donde está, ¡Que bien el hermano vampiro y este que extrañamente se conoce mi casa! Me reí por lo bajo.

-¿De qué te ríes? por cierto es bonita tu casa-. Eso no me tranquilizó para nada.

-De nada y ¿la has visto toda? Porque que yo sepa nunca has estado aquí-. Dije sentándome a su lado en el sofá. Él se giró para mirarme.

-Estuve aquí anoche cuando dormías.- Vale, hora de echar a un vecino. Lo dijo tan serio que por un momento dudé.-Es broma, no soy un acosador.- 

-Bueno saberlo, estaba por echarte.- Se rio y se puso de pie.-¿A donde vas?-. Lo seguí con la mirada hasta la entrada y antes de que me respondiera tocaron al timbre.

No puede ser.

Me tiré en el sillón y gruñí.

-Cuanta emoción, yo también te echaba de menos-. Dijo Daniel. Le sonreí como lo hice con Pablo minutos antes.

-¿Pablo esta es tu casa y no me di cuenta? o es que como acosador que eres viven aquí ya-. Pablo rio, se sentó a mi derecha y le hizo un gesto a su hermano para que se sentara, lo cual hizo que me quedara en medio.

-Es que también nuestros padre se fueron, estábamos solos y no quería dejar al niño solo.- Pablo le sacó el dedo corazón.- Y es el único de nuestra casa que tiene juegos de mesa-.

-A pues genial, entones, eres bienvenido.-Asiente sacando el monopolio.-¡Espera!-. Los dos me miraron expectantes.- Drácula salió de casa, no puede ser-. Pablo y yo reímos al unísono mientras que juraría que Daniel me estaría echando cuarenta mal de ojos. 

-Que graciosa, come lasaña-. Era mi turno de odiarlo y de él reírse junto a su hermano.

-Prefiero ser "la come lasaña" que la que no ve él sol, cavernícola-. Me crucé de brazos y él me imitó.

-¡Uy cuidado! Que "la música me trajo aquí" se enfada.- El rubor subió a mis mejillas, cuando abrí la boca para contestar Pablo me interrumpió, chillando.

-¡TRAJE ALCOHOL! -. 

-¿Donde lo encontraste? No sabía ni que había-.

-Estaba en la despensa, donde tu madre guarda el alcohol para cocinar-. ¿Alcohol para cocinar?

-Bueno, vale, pasa un vaso-. Pablo me tendió la mano con el vaso, lo cogí sin vacilar y antes de pegar mis labios al borde sentí una mirada penetrante, mi mirada fue directamente a la persona que me miraba tan atentamente, Daniel cogió un vaso también y se lo llevó a la boca, no me resistí a mirar sus finos labios mientras bebía, pero aparté la mirada rápidamente y me tocó a mi beber, no sé cuando pero ya no eran solamente miradas, esto se había convertido en un intenso duelo, yo no iba a perder.  Me bebí  el alcohol de un tirón y intenté no hacer muecas cuando sentí el liquido quemar mi garganta. 

De un momento a otro solo estaban las miradas, el alcohol- que no parábamos de rellenar-él y yo.  Sabía que no era solo yo la que se sentía igual y lo supe en cuanto se acercó un poco más a mí.  Yo imité su movimiento, hasta que quedamos cara a cara se inclinó un poco y intuía que me besaría. Yo me moví para delante y él parpadeó como si volviera a la realidad, se puso rojo al instante,  miró detrás de mí, se separó un poco y me pregunto:

-Parece que ya empezaste a leer mi libro-. Yo parpadeé también, solté el aire que retenía y asentí.

-Buenooo, parece que el aire está... tenso-. Me giré directamente para mirar a Pablo quien sonrió y se puso de pie. Me tambaleé un poco debido a toda la bebida que había tomado, mi vecino lo notó y me sentó al lado de Daniel.

-Cuídala, que no se muera, le he cogido algo de cariño y sí te lo digo a ti, porque sé que no estas tan borracho, perdedor-. Y con eso se dio la vuelta y se fue. 

***




El chico de al ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora