V E I N T I D Ó S

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𝐃𝐎𝐂𝐄 𝐌𝐄𝐒𝐄𝐒 𝐉𝐔𝐍𝐓𝐀𝐒

Taeyeong se sentó en el sofá y sonrió al ver a Chimmy olisquear al cachorro de dálmata, que ya medía cinco veces su tamaño. El cachorro meneaba la cola frenéticamente mientras olfateaba a Chimmy y adoptaba una postura que Jimin denominaba «vamos a jugar». Taeyeong miró a su compañera, que contemplaba la escena encantada de la vida.

—Cuando me enrollé contigo no sabía que me apuntaba a un orfanato de cachorros. —comento Taeyeong. Rio cuando Chimmy le dio en la nariz al cachorro con su enorme zarpa y este retrocedió bamboleándose y buscó refugio en el regazo de Jimin. Con 14 kilos, todavía era un bebé, pero aun así era demasiado grande para encogerse de miedo encima de Jimin como un ratoncito.

—No es un orfanato. —rio Jimin. El perro empezó a lamerle la cara. —Sólo somos madres de acogida.

Jimin se veía muy feliz con su querida gata y el cachorro sin hogar al que acababa de diagnosticar una displasia de codo. Un año antes, Taeyeong no se habría podido imaginar que se enamoraría tan fácil y rápidamente de alguien como Jimin. Era la persona con el corazón más grande que había conocido, especialmente en lo que respecta a los animales. Taeyeong también se había convertido en una amante de los animales, porque el entusiasmo de Jimin era más que contagioso.

A Jimin le gustaban los niños y, aunque a Taeyeong siempre le habían intimidado, empezaba a fijarse cada vez más en las mujeres que llevaban en brazos a sus criaturas pelonas de pequeñas manitas y se preguntaba si el futuro le depararía más sorpresas. Tenía que admitir que la idea de formar una familia con Jimin le parecía muy atractiva.

—Eres una madre de acogida maravillosa. —murmuró Taeyeong. Cuando Jimin le sonrió con ternura, ella le devolvió la sonrisa. —Al menos a Pongo se lo pareces.

—Chimmy no está tan segura. Nunca le ha gustado compartirme.

Taeyeong se arrellanó en el sofá con un suspiro de satisfacción. Estaba bastante convencida de que aquel era el momento más feliz de su vida. No es que no hubiera disfrutado incontables momentos de felicidad, incluso de gozo, desde la noche en el ascensor con Jimin. Y tampoco era que aquel momento en particular fuera específicamente más feliz que los demás. Sencillamente, desde que había conocido a Jimin cada día era mejor que el anterior y cada momento que pasaban juntas la llenaba de esperanza y emoción por el futuro. El día siguiente sería más feliz que el anterior y estaría todavía más enamorada.

Después de todo lo que habían pasado juntas, confiaba en Jimin más que en nadie en el mundo y sabía que Jimin sentía lo mismo, lo cual era el mejor regalo que le habían hecho nunca. Aun así, Taeyeong quería algo más. Observó a Chimmy frotarse en los pies de Jimin con cautela, moviendo la cola en gesto de irritación. Maulló cuando Pongo se acurrucó en el regazo de Jimin. Con una sonrisa, Taeyeong dijo:

十三小时 [ VMin ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora