🥀EXTRA🥀

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Dedicado a todas mis lectoras, por el amor que le dais a mis novelas. Un fuerte abrazo a la distancia y gracias. 

Tres años después

— ¡Mami, mi hermano está haciendo trampas!

Candela sonrió con ternura al ver a su pequeño correr hacia ella con las mejillas sonrosadas y el puño cerrado mientras su gemelo lo seguía, para acusarlo de lo mismo.

— No es verdad, ha empezado él — se defendió, con la respiración acelerada por la carrera.

A sus dos años recién cumplidos ya eran unos terremotos incansables.

— Niños, más despacio, no os vayáis a caer — los previno, compartiendo una mirada con Günther, que bebía una cerveza mientras charlaba con Elliot y Max.

Estaban esperando a que se hiciera la barbacoa y a que terminaran de llegar los invitados, pues aquel día era muy especial; celebraban el segundo cumpleaños de sus hijos, Bastian y Erich.

— Haced caso a vuestra madre — advirtió, al verlos discutir todavía por alguna de sus muchas riñas infantiles.

— Cada día se parecen más a ti — le dijo su esposa y como cada vez que lo hacía – no solo ella, sino también su madre y la abuela, que estaba loca con los pequeños – Günther sintió una chispa de calidez en el pecho.

Eran sus niños y los adoraba, como también a su preciosa mujer. Estaban formando su familia, que pronto se agrandaría con la llegada de una mini Candela (como le gustaba llamarla a él) pues ella estaba embarazada de seis meses y ya le costaba moverse, así que estaba guardando reposo.

Günther posó una mano sobre su barriga encinta, acariciando a la pequeña.

— Y estoy seguro que la niña que viene en camino será igual a ti — aseguró, besándola con devoción.

— ¡Venid aquí pequeños diablillos! — oyeron que les decía Elliot a los gemelos, que de inmediato salieron corriendo para que no los atrapara, entre risas de júbilo.

Max no tardó en unírseles y Suzy tuvo que pedirles que bajaran la voz, porque Mariana – su hija de ocho meses – dormitaba en sus brazos.

Su marido culpó a Max y este a su vez a Elliot, provocando que Abril pusiera los ojos en blanco por las tonterías de su novio. Max y ella llevaban saliendo casi un año y en opinión de Candela mucho habían tardado, porque lo suyo fue flechazo. Pero hacían una pareja estupenda y no podía estar más feliz por su amiga, que se había mudado a Múnich hacía pocos meses.

Su familia, por suparte, la visitaba cada vez que podía. Allí estaban todos reunidos a la mesa.Pablo, el hijo de Pilar y Jorge, jugaba con los gemelos y se quejaba porqueestaba seguro de que hablaban en alemán cada vez que se ponían de acuerdo para hacer trampas.

Candela le limpió un poco de barro de las mejillas a Bastian, que se había caído y estaba molesto. Le dio un beso en la frente y lo abrazó.

— No siempre se puede ganar, cariño, solo es un juego ¿vale? — le dijo Candela, para que lo tuviera presente.

El pequeño se apartó de la cara su fino cabello rubio como el oro y asintió con seriedad.

— Yo también quiero un beso — gritó Erich, que llegó trotando y se le arrojó a los brazos a su madre, quien se echó a reír y lo llenó de mimos.

— ¿Qué os tengo dicho de las peleas? Si volvéis a empujaros se acaba el juego — los regañó Günther, que normalmente era el que solía ponerse más serio con ellos para educarlos, aunque Candela también lo hacía.

SUYA POR CONTRATO ✔ COMPLETA ©️ {+18}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora