Un chico de Westalis y una chica de Ostania se conocieron en un campamento y, sin saberlo, plantaron una semilla que, al principio, no parecía tener importancia. Pero, con el tiempo, lo que habían iniciado creció en algo más profundo: una historia q...
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Desde que se había convertido en espía, Twilight jamás pensó en volver a ese lugar de su infancia. En algún momento, cuando la guerra no era el centro de su vida, había deseado reencontrarse con alguien en ese arroyo, así que la persona delante de él era una sorpresa extraña.
Observó a la mujer, notando su postura decidida y los mechones de cabello que caían a los lados de su rostro. También notó el color de sus ojos, aquel que se había convertido en su favorito con el tiempo.
No había dudas de que era Yor.
Sin embargo, Twilight inhaló y se puso en alerta. Recordando que Anya estaba con él, sacó su arma, apuntando hacia adelante, aunque sin presionar el gatillo. La aparente Yor levantó unas agujas doradas en respuesta.
—¿Yor...? —preguntó, consciente de que era una pregunta que un espía no haría en circunstancias normales—. ¿Eres Yor Briar? —añadió, con una esperanza, en su voz.
La perfecta línea recta trazada con la aguja dorada se comenzó a desviar un poco.
—¿Qué estás haciendo con esa chica? —examinó la mujer, ignorando las preguntas que le habían hecho—. ¿Eres parte del Proyecto Apple?
Twilight apretó con más fuerza a Anya, sintiéndose avergonzado por su descuido. Todavía llevaba puesto el traje de vigilante, por lo tanto, era lógico que ella sospechara.
—Rescaté a esta chica, era un experimento —explicó sin rodeos—. Puedes preguntarle a ella si quieres —agregó tranquilo.
La supuesta Yor se mantuvo en silencio, agarrando las armas con fuerza y sintiendo un escalofrío recorrer su columna vertebral. Intentó hablar, pero en su lugar, delante de ella apareció un borrón blanco que luego comenzó a avanzar.
Anya gritó al reconocer la figura y se escapó del abrazo de Twilight. Su pequeño cuerpo tropezó al caer contra el suelo, pero no le importó y se echó a correr con emoción.
—¡Anya, regresa! —advirtió Twilight, inclinándose hacia adelante para tratar de detenerla, dejando su arma a un lado.
—¡Oye, espera! —llamó la mujer al perro, viendo cómo corría hacia la chica—. ¡No te acerques!
Ella tuvo el impulso de inclinarse y agarrar la cola del perro, pero se detuvo al ver al espía acercarse también. Su cabello estaba más corto, como si lo hubieran recortado, y tenía varias cicatrices apenas visibles en su rostro, sugiriendo que había pasado por momentos difíciles.
Él también levantó la mirada y sus ojos se encontraron, dejándolos a ambos inmóviles. Anya y Bond se abrazaron en medio del arroyo, mientras ellos se miraban sin decir una palabra.
—¿Consejero? —farfulló ella, su expresión suavizándose junto con su tono. No podía creer que esto estuviera sucediendo—. ¿Eres tú?
Los ojos de Twilight se abrieron de par en par y su corazón dio un salto al escuchar ese tono. Dio un gran suspiro y mostró una sonrisa que había considerado olvidada.
—Hola, Yor —respondió él. Después de tanto tiempo, volvió a sonar como su consejero.
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Nota de la autora: El reencuentro ha llegado. ¿Qué les espera a partir de ahora? Lo averiguaremos leyendo.