① 𝘓𝘢 𝘯𝘪ñ𝘢 𝘥𝘦 𝘱𝘦𝘭𝘰 𝘭𝘢𝘳𝘨𝘰 𝘺 𝘭𝘢𝘤𝘪𝘰.

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Papá siempre decía que a la mente de un niño se la podía asemejar con una esponja que va absorbiendo agua, en este caso, conocimiento a cada segundo. Capaz por eso me anotó a varias clases particulares de inglés y japonés, y cursos intensivos de matemática e historia coreana. Pero mamá no pensaba igual que él, en realidad sí, pero ella no veía en mí una futura abogada o doctora. Ella veía en mí una estrella creciente, alguien a quien se le debe avivar el fuego para que llegue a iluminar o explotar.

Lamentablemente no tenía el espíritu de una, como le hubiera encantado.

Fui rechazada de varios casting de actuación como de canto y de concursos de belleza infantil, pero casi consigo el papel de extra en una obra musical; como una bailarina infantil.
Desde ese suceso mamá entendió que mi camino no era la actuación, ni música, ni hablar de belleza. Yo debía ser una bailarina profesional, mi camino era el baile.
Por esa razón mi mente tenía que estar 100% enfocada en esa área.

Esa vez fue la única ocasión en donde tuvo razón porque, de no ser así, tal vez nunca la hubiera conocido.

Recuerdo cuando conocí a Bahiyyih el verano del 2011. Ambas teníamos siete años y éramos compañeras en la Escuela de baile "TAP POP". Una escuela que abría las puertas en los recesos estudiantiles para que los infantes podamos dedicar el 100% de nuestro tiempo en ello.

Mamá había escuchado -a través de las góndolas del supermercado- a un grupo de señoras comentar asombradas sobre la baja de los precios de admisión, el cual se reducía a la mitad de lo que usualmente era, para darle la oportunidad a nuevos talentos que no podrían estar llegando a completar el monto original.

El primer día de clase mamá me había levantado temprano para empezar mi rutina diaria de estiramiento y movimientos articulares.
Papá mantenía el ceño fruncido mientras se quejaba del café barato que mamá compró, y que deberíamos gastar el dinero de mis clases de danza en algo que si valga la pena. Yo ignoré sus dichos, continuando con mis sentadillas y pensando en ponerme mi vestido blanco, con una calza abajo para poder bailar mejor. Amaba ese vestido ya que papá me lo compró el día que me bautizaron, me quedaba pequeño y tenía la manga rota pero sigue se podía usar.

Mamá hizo oídos sordos a los comentarios de mi papá y me llevó casi a arrastras al auto. Hacía tanto calor esa mañana que abrí las ventanas del coche para que el viento me refrescara.
Las calles por las que pasábamos ya no me eran conocidas. Todas esas casas eran pintorescas y grandes, con patios inmensos y familias felices, edificios enormes y de buena apariencia, mientras que nuestro barrio era oscuro y sucio, y nuestra casa era solo un pequeño departamento en un edificio de siete pisos. Vivíamos en Samseongyo.
Resulta que el lugar al que llamábamos "hogar", fue una estación de bomberos, o eso me dijo papá.

Llegamos al centro de la ciudad de Seúl, específicamente en Hyochang Park en menos de una hora. Ya estábamos apunto de llegar me decía mamá, cerré las ventanas ya que él sonido de las bocinas, en medio de todo el tránsito, lastimaba mis oídos.

"TAP POP"

Mamá estacionó frente al recinto de cinco pisos y vidrios en lugar de paredes. Bajé y seguí a mamá hasta el interior del lugar, una campanilla sonó cuando cerré la puerta transparente.

— Usted debe ser la señora Hong.

— Llamame Hae Soo.

Para una niña de mi edad, la escuela de baile era un lugar inmenso. En la recepción había tres sillones rojos y varias gigantografías de exs estudiantes pegadas en las paredes.

— Es la última, su profesora está apunto de comenzar con la clase. Deberías apurarte Eun Chae. — El hombre mayor vestido con pantis negras y camisón me sonrió y señaló un ancho pasillo en el interior. — Aula siete. Puedes dejar tu refrigerio en los estantes de afuera. Tu mami necesita completar el formulario de inscripción.

°•☆ ᴬ ᵐⁱ ᵐᵉʲᵒʳ ᵃᵐⁱᵍᵃ... ᵍʳᵃᶜⁱᵃˢ ☆•°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora