J O R G E
Sabía que la idea de que me acostara con un estudiante no iba a ser ampliamente aceptada. Lo sabía y estaba preparado para algunas reacciones muy fuertes si nuestro secreto salía a la luz. Jacob estaba siendo un poco dramático en mi opinión. Claramente, conocía a Silv.
Ella lo conocía también, a juzgar por la mirada de horror en su rostro. Estaba seguro de que era acertado decir que ninguno de nosotros había planeado que nuestra mañana resultara así.
-¿Qué cojones? ¡Sabía que eras un imbécil! -me gritó Jacob, con los ojos llenos de rabia.
Levanté las manos.
-Lamento que te sientas así, pero esto no es asunto tuyo -dije, manteniéndome tranquilo.
-¿No es asunto mío? ¿Me estás tomando el pelo? -gritó Jacob, mirando de Lana a Silv y luego de vuelta a mí.
-No. Con quién elijo pasar mi tiempo sigue siendo asunto mío. Eres un adulto, Jacob. Estoy seguro de que entiendes lo que pasa entre un hombre y una mujer -dije.
-Oh, lo sé muy bien -escupió-. Sabía que eras un monstruo. Siempre lo he sabido, pero en serio, ¿te estás tirando a mi novia?
Silv casi se ahoga.
-Ex. Jacob, exnovia.
Casi me caigo de espaldas. Si no hubiera sido por el mostrador detrás de mí para sostenerme, me habría caído en mi trasero.
-¿Exnovia?-repetí.
De repente, sentí que estaba en la misma página que el resto de ellos. Comprendí por qué Silv se había puesto pálida cuando presenté a Jacob como mi hijo y por qué Jacob parecía querer matarme con sus propias manos. Me pasé una mano por la cara, tratando de quitar las telarañas que parecían haberse formado de repente en mi cerebro.
-Jacob es mi ex -dijo Silv en voz baja, mirándome y suplicándome que lo entendiera.
Lo entendí.
-Es el ex -repetí, asintiendo mientras todo lo que me había dicho sobre su ex volvía a inundarme.
Era el tipo que quería que renunciara a su sueño de ser médico. Era el tipo que quería casarse y mantenerla en casa criando a sus hijos. Era el idiota que no quería tener sexo. No podía culpar a Jacob por querer encerrar a Silv. Era un buen partido. ¿Pero en qué mundo loco terminé enamorándome de la misma mujer que mi hijo?
-Eres un animal. Después de veintitantos años, no has cambiado nada. Es una niña. Te estás tirando a una niña, la novia de tu hijo. Eres un hombre despreciable. No puedo creer que alguna vez te haya querido, y mucho menos que haya dormido contigo. Me repugnas -siseó Lana.
Había oído su mierda durante demasiadas décadas. Levanté mi mano, con la intención de calmarla.
-No lo sabía. -Fue lo único que se me ocurrió.