S I L V I A
Me quedé mirando el portátil, pulsando el botón de actualización y esperando a ver si había nuevos correos electrónicos. Nada. Gruñí, golpeando mi mano en el mostrador. Tomé un trago del vaso de agua que estaba sobre la isla central de nuestra cocina, en la casa en la que Jorge y yo nos habíamos mudado hacía unos meses. Él había insistido en un nuevo hogar para nuestra nueva vida juntos.
Presioné el botón de nuevo.
-Maldición. ¿En serio?
Llevaba esperando todo el día. Demonios, había estado esperando durante un par de semanas. Los resultados de mis exámenes MCAT lo significaban todo.
Sentí que toda mi vida había estado girando en torno a este momento. Sabía que era sólo el comienzo de la segunda etapa de mi viaje, pero cada viaje tenía que comenzar en algún lugar. El mío iba a empezar hoy o a acabar. Aunque no terminaría exactamente, Jorge me lo había dicho un millón de veces, pero retrasarse. En mi mente, ese era el final.
Escuché pasos detrás de mí pero no me di la vuelta. Estaba concentrada en la pantalla.
-¿Alguna vez has oído hablar de la olla vigilada que nunca hierve? -dijo Jorge con una risa.
-Sí. Aunque esto no es una olla. No quiero que hierva. Quiero que mis malditas notas aparezcan. ¿Por qué tardan tanto? -Me quejé.
Cogió una cerveza de la nevera y se sentó en el taburete que estaba a mi lado.
Se inclinó y me dio un beso en la mejilla antes de frotarme los hombros.
-Lo vas a hacer muy bien. Estudiaste mucho. Conocías el material. Demonios, probablemente lo sabías mejor que nadie. Apuesto a que eres más inteligente que Doogie Howser.
-¿Quién? -pregunté.
Sonrió, agitando la cabeza.
-No importa. Es de hace algunos años.
-¿Puede ser tan difícil marcar algunos números? -Me quejé.
Ella puso su mano en la bandeja de su trona. Jorge se levantó y se acercó a nuestra hija y la levantó. Le alisó el cabello negro, besándola en la frente antes de hacerla rebotar suavemente mientras tarareaba. Era un buen padre. Me encontré sonriendo mientras los miraba a los dos. Tomó su taza y se la acercó. Ella agarró el mango con su pequeña mano regordeta.
-¿Le dirás a mami que hizo un buen trabajo? -arrulló.
-Si me dice que hice un buen trabajo, dejaré la universidad. Será un bebé genio y viviré a su costa -dije secamente.
-Nuestra hija es muy inteligente. No sería una gran sorpresa para Ella hablar temprano -dijo, con el orgullo de su padre brillando intensamente.
-Sí, lo es. Ella se parece a su padre -dije, mis ojos volviendo a la pantalla mientras golpeaba actualizar de nuevo.