Me pasé por casa según terminamos el servicio, me di una ducha rápida y me arreglé, quizás un poco más de lo que debería para el cumpleaños de mi abuela. Me escabullí de mi madre y de mi hermano y me fui corriendo al Chelsea, quedando en verles en casa de la abuela sin muchas más explicaciones.
Cuando llegué allí, Ainhoa estaba apoyada en la barra, mirando el móvil mientras se mordía la uña. Me pregunté si estaba pensando en mandarme un mensaje o estaba analizando las últimas amenazas de su ex.
"Hola." Le dije apoyándome a su lado en la barra y revisando su atuendo. Llevaba unos vaqueros ajustados y una camiseta oscura sin mangas metida por dentro, el pelo suelto y una pizca de maquillaje, dándole color a sus jugosos labios. Estaba preciosa.
Se sobresaltó y luego esbozó una enorme sonrisa. "Hola, Luz." Guardó el móvil y terminó de romper la distancia entre nosotras. Me acarició la mejilla, como imagino que quiso hacer antes en la cocina, con delicadeza y ternura y a mí se me olvidó todo lo demás. A pesar de todo, Ainhoa me parecía una mujer que necesitaba y buscaba constantemente el contacto físico, y eso me encantaba.
"Chicas, ¿qué os pongo?"
Ainhoa cerró los ojos fastidiada ante la interrupción, como si quisiera haber alargado ese momento en nuestra burbuja de intimidad, así que respondí yo. "Una cocacola zero, porfa Julio. ¿Tú?"
"Sí, otra." Se unió ella.
"No me puedo quedar mucho, Ainhoa, tengo cena familiar." La advertí, con un mohín.
Le resultó divertido. "Entonces tendrás que hacer que nuestra segunda cita dure más."
"¿Segunda cita?" Pregunté, mientras que las piezas del puzle caían en su sitio en mi mente. "Así que, ¿ésta es nuestra primera cita?"
Rió. "Creo que sí. Es la primera vez que quedamos las dos solas para hacer algo juntas desde que nos besamos."
"Es verdad..."
"Tranquila, yo tampoco me di cuenta en el momento que ésta sería nuestra primera cita. Pero... fui yo quien te pidió quedar, así que eso significa que la siguiente te toca a ti."
Me mordí el labio, pero al final lo solté. "Entonces tendrás que quedarte en Vera para que pueda organizar nuestra segunda cita..."
"Tranquila, ya no me iría a ningún lado." Me intentó sosegar, acariciando mi mano.
Julio nos puso las cocacolas y un plato de cacahuetes en seguida y le pregunté si le apetecía sentarse en una mesa que había libre lejos del bullicio de la barra.
Una vez allí, nos sentamos cada una en un extremo, a mil años luz, y parecíamos estar las dos muy concentradas en servirnos las cocacolas en el vaso con hielo para arrancar cualquier conversación. O al menos ella, yo solo estaba esperando que ella marcara el tema.
"¿Cuánto tiempo tienes?" Preguntó por fin, cogiendo un cacahuete de forma distraída mientras se apoyaba en la mesa en mi dirección.
Por mucho que quisiera, sabía que no debía quedarme mucho. "Me acabo esta ronda y me voy, que es el cumpleaños de mi abuela."
"Bueno, no pasa nada." Respondió, pero por el tono, solo le faltaba hacer un puchero. Adorable.
"No, sí que pasa. No hemos hablado ni un segundo en todo el día." Ya hice yo el puchero en su lugar, no lo pude evitar.
"Bueno, ya sabes cómo es este trabajo." Ya sé que aunque trabajemos juntas no podemos aprovechar ese tiempo, porque está todo el equipo y hay que sacar adelante el restaurante. Pero tampoco quita para que me fastidie. "Luz, ¿Te pasa algo?"
"No, nada." Me pasaban tantas cosas que no sabía por donde empezar, así que escogí la más genérica. "Que tenía ganas de estar contigo a solas."
"Y yo." Sonrió con ternura, pero a la mitad, se tornó algo maliciosa. "Oye, que sepas que te has puesto muy guapa tú para el cumpleaños de tu abuela."
"Gracias." Me sonrojé, volviéndome un poco del color de mi vestido. "Oye, que en realidad si me gustaría hablar algo contigo, que no sé si se has pensado en lo que somos tú y yo..." Me atreví a empezar a preguntar, ya que desde que Jon hurgó en esa duda no me la había podido sacar de la cabeza.
Pero Ainhoa estaba distraída, viendo por el rabillo del ojo cómo dos tipos se acercaban a nosotras. Les hicimos ver educadamente que no estábamos interesadas, pero los muy subnormales empezaron a llamarnos estrechas y no sé qué se pensaban que iban a conseguir con eso, sinceramente .
Estaba a punto de tirarles la cocacola, con hielos incluidos, a la cara de imbécil que tenían cuando ella se levantó, me puso una mano en el hombro intentando calmarme y soltó:
"Bueno, a ver si te tranquilizas un poquito porque es mi novia, ¿vale?"
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Ya nada volverá a ser como antes
FanfictionAlgo ha cambiado en Luz desde la llegada de Ainhoa al Hotel La Sierra. Una realización que le ha pillado de sorpresa y para la que solo tiene una certeza: ya nada volverá a ser como antes. Un recuento desde la perspectivas personales de las chicas d...