El Heredero del Charro Negro (Leo San Juan x Charro Negro)

Capitulo 1. "Mi hijo"

Han pasado 5 años desde la última vez que piso tierra terral, sus botas resonaron violentamente contra el suelo, su poder lentamente comenzó a restablecerse por todo su cuerpo, unas enormes nubes negras con truenos repentinamente oscurecieron complemente el cielo, un viento helado rodeó su imponente figura, levantó ligeramente con su mano su sombrero, una risa diabólica se escapó de sus labios resonando con gran fuerza por todo el bosque, tanto pajaritos como chaneques huyeron lo más lejos posible del lugar, un particular y muy familiar olor llegó está él, aspiro profundamente Leo, sus ojos rojizos se encienden aún mas, el joven de cabellos castaños había estado por aquí recientemente, podía percibirlo debido a que su aroma se encontraba impregnado por todo el ambiente.

Se abrió pasó está una desgastada choza dónde se encontraba el brujo o mejor dicho su fiel seguidor quien ya lo estaba esperando en cuanto lo vió llegar le hizo una reverencia en señal de respeto, le comentó con gran entusiasmo que su plan estaba marchando a la perfección, San Juan había mordido el anzuelo tal y como lo esperaba, aún seguía siendo tan ingenuo.

Desde el primer momento en que conoció Leo algo en él cautivó por completo su atención, durante mucho tiempo lo estuvo vigilando en cada una de sus aventuras lo vió pelear contra la Nahuala y la Llorona, enfrentarse a las momias está ayudar al chupacabras, era un chico dulce con una alma pura como ninguna otra, dispuesto ayudar a otros sin pedir nada cambió, capaz de vencer cualquier adversidad que se le presente, sin duda alguna Leonardo San Juan era perfecto para ser el siguiente Charro negro su maldad se extendería por toda la región y nadie lo podría detener o al menos ese era el plan al comienzo.

Pero conforme pasaban los años, un extraño sentimiento comenzó apoderarse lentamente del corazón del Charro, nunca antes había experimento nada parecido esto era único, Leo cambió no sólo su perspectiva de ver las cosas sino también su mundo enteró, el pelinegro fue el causante principal de que el joven cazafantasmas se callera de la carreta y no besara a la niña Valentina, él no quería que su primer beso fuera con alguien más, su interior se llenó de furia con tan solo imaginarselo, inclusive lo salvó de las muchas ocasiones en las que estuvo a punto de morir.

Aún así el Charro se negaba admitir que sentía algo por Leo, es por esa razón que se mantuvo alejado del castaño por un tiempo. Nunca esperó que San Juan se presentará delante de él.

— "¡Quiero hacer un trato contigo!." — Le gritó ferozmente con una mirada decidida, valla que tenía agallas, el Charro no pudo evitar que una sonrisa se colocará en su rostro con tan sólo escucharlo, estaba dispuesto a irse y dejar a Leo tranquilo por un tiempo más, pero no podía dejar pasar está oportunidad tan tentadora.

Fue bastante fácil a decir verdad convencer al jóven castaño de ir sólo a su hacienda, lo tuvo justo dónde lo quería, aunque Leo intentó reclamándole algo sobre el alma de la hija de ese tramposo gitano que se escondió de él con la ayuda de un ojo de venado para no pagar su deuda, de pronto ya lo tenía en su cama de bajo de él con las piernas abiertas, tomando su pureza mientras que el joven castaño no paraba de gemía su nombre y clavabar sus uñas en su espalda, sus cuerpos encajan tan bien que lo que más le sorprendía es haber esperado tanto por ésto.

Cuando despertó después de esa maravillosa noche con Leo, sólo encontró un espacio vacio a su lado, lo demás es historia que ya todos conocen San Juan lo atrajo hacía una trampa y lo emboscó junto con la ayuda de sus amigos para acabarlo, él ni siquiera pudo defenderse, su mente se llenó de mil preguntas en ese momento pero la que más resaltaba era ¿La noche pasaron no había significado nada para él? No obtuvo respuestas, al final ya no importaba pues el castaño ganó la batalla y el Charro negro término desterrado.

Alimentado de su odio y resentimiento todo esté tiempo el Charro estuvo planeando su venganza, haria pagar a Leo con creces por su tracción.

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Después de su aventura en Veracruz, Leo regresó de vuelta a Puebla junto con su hermano Nando y sus amigos, todo parecía ir a su favor en su vida se sentía realmente feliz y pleno, sonrió alegremente para sus adentros, mientras acomodaba el pan de azúcar en la estantería, la campana de la puerta sonó anunciando que alguien había entrado en la panadería.

— Vez te dije que no tardarias nada, si ibas a dejar el encargó del pan para el nuevo Padrecito de la parroquia.— Dijo muy felizmente sonriendo, el castaño creyó que era otra persona la que había llegado, terminó de acomodar las conchas de chocolate recién horneadas, se sacudió las manos llenas de azucar, volteó lentamente hacía la entrada de la panadería.— Tú... Tú....No pude ser....Yo te destruí.... Ésto no puede estar pasando...— Su tono cambió radicalmente a uno asustado casi aterrado, al notar que quién estaba parado delante suyo era en realidad el Charro negro no podía ser posible, se negaba creer que ésto era real, retrocedió lentamente está chocar contra la pared, un viento fantasmal apagó todas las velas del lugar quedando solo en penumbras.

— ¡¿Creiste que de verdad te ibas a deshacer de mi tan fácil Leo San Juan?!.... ¡Ja!......— Su voz demoníaca sonaba realmente enfurecida con tan sólo movimiento de su mano y un poco de su magia, sentó al joven de cabellos castaños en una silla y con su látigo negro lo ato en ella, Leo no pudo correr ni siquiera esconderse, pensó en pedir ayuda pero ¿A quién exactamente? Nando se había ido con Teodora porque supuestamente la iba ayudar con algo muy importante o eso fue lo que le dijo, por otro lado Dionisia se fue a dormir desde hace un buen rato y no sería nada sencillo poder despertarla tenía un sueño bastante pesado, inútilmente trató de desatarse el mismo pero no pudo hacerlo.— ¡Te voy enseñar que hago con los traidores como tú!.— Le gritó envuelto en ira, lo tomó del cuello y lo apretó con fuerza.

— Tu....Tu....no puedes hacer ésto.....— Habló con la voz entrecortadamente y la respiración agitada, la mano del Charro se cerró aún más en su garganta.— ¡Tuve que hacerlo! NO TENÍA OTRA OPCIÓN.— Gritó con tan fuerza que está sus cuerdas vocales ardieron, trató de enfrentar al pelinegro como hace años atrás, incluso sus manos se sacudieron frenéticamente contra el látigo que lo tenía atado a esa silla, el Charro lo miró con rabia, levantó su otra mano que parecía estar envuelta en llamas demoníacas estaba a punto de tomar impulso, cuando de repente la campana de la panadería volvió sonar.

— ¿Mami?....— La suave y angustiada voz de un pequeño los detuvo, ambos voltearan hacia la puerta, encontrándose con un niño de aproximadamente cuatro años de edad de cabellos negros azabaches y ojos tan negros como la noche, vestido con un overol azul y una camisa blanca de charol. — ¡Déja en paz a mi mama!.— Le gritó enojado, sacó su balero de madera de su bolsillo con buen movimiento además de tener una exelente puntería le atinó justo en la cabeza al Charro, uso esa distracción para acercarse está Leo y con sus pequeñas manos trato de desatarlo de la silla, aunque para su sorpresa el látigo negro simplemente desaparecido dejando libre a San Juan quien inmediatamente lo abrazó entre sus brazos.

El Charro negro se quedó totalmente asombrado ante esté descubierto ¿Cómo llamó ese niño a San Juan? ¿Mamá?....¡Es imposible!, vio detenidamente al pequeño niño se parecía mucho a él pero también a Leo, era una perfecta combinación entre ambos.

— El es mío ¿Cierto?.— Dijo con un tono de voz más calmado está el mismo Charro se sorprendió mucho por su repentino cambió de actitud, se quitó el sombrero, recogió el balero que el pequeño le había arrojado hace unos momentos, se acercó está el para entregárselo, el niño un poco desconfiado estiró su mano y lo tomó, rápidamente escondió su pequeño rostro en el pecho de su madre, Leo no le respondió sólo acurrucó más al pequeño entre sus brazos.

Durante años soño con un heredero y al fin su más grande deseo era realidad.

Mi hijo