Capítulo 11

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Max.

Mi vista se encuentra perdida en una pequeña maceta que Drake tenía como adorno en la mesa de su casa. La situación se había detenido un poco, pero mi madre ya empezaba a preguntarme más a menudo sobre el colegio. Tan solo me quedan unos días ahí, al concluir la semana iría por mis cosas al casillero y me marcharía.

—¡Vamos, acepta su ayuda! —las palabras de mi amigo resuenan en toda la casa—. Si no lo haces te tendrás que ir en unos días, ¿sabes lo que sería eso? No puedes irte.

—¿Sí estás consciente de cuánto se paga en colegiatura? —lo miro con el ceño fruncido.

—¿Y qué? Ella se pudre en dinero.

—Drake... —suspiro pesadamente, negando con la cabeza—, mi respuesta seguirá siendo la misma.

El aludido ya está por perder la cabeza. Toma asiento junto a mí en su sofá y lo escucho maldecir en voz baja. Es evidente que no va a consolarme.

—No comprendo porque te resistes tanto a su propuesta.

—Porque el dinero no es de ella, es de sus padres —explico detenidamente, con los ojos cansado ya que el sueño no logra llegarme por las noches—, no quiero meterla en más problemas. Si sus padres se enteran que ella ha estado dándole dinero a alguien como yo, seguramente la alejarán de todo. Ese tipo de personas suelen ser algo estrictas, y créeme, esa familia se ve intimidante cuando se trata de dinero. No quiero tener que involucrarme con su familia por dinero. Ya pensé en algo.

—¿A qué te refieres? —frunce el ceño, curioso.

—He ido a la cafetería que está cerca de la universidad. He hablado con el dueño y..., trabajaré ahí por un tiempo, lograré conseguir lo de una colegiatura —suspiro nuevamente—. Tal vez trabaje ahí por tiempo indefinido.

—Eso no es justo, no tienes porque...

—Nada de todo esto es justo —lo interrumpo con cansancio—. Pero sé resolver mis problemas, así que si me disculpas —me pongo de pie con el cuerpo pesado, dirigiendome a la puerta—, tengo que irme.

Drake no se opuso o dijo algo al respecto. Yo no me detuve y salí de su casa con un cerrón de puerta acompañada.

La noche ha caído sobre mí y el frío me abraza los huesos y cada fibra de mi cuerpo. De camino a casa solo puedo pensar una cosa: Verónica.

Ella se encuentra en un estado extraño en la Universidad; no ha vuelto a acercarse a mí, ni a mirarme.

La había mirado por todos lados en la Universidad: pasillos, biblioteca, aulas, área de comida. En ningún momento hacía contacto visual conmigo, pero si notaba como su cuerpo se tensaba si sentía mi presencia cerca, así como también se marchaba a toda prisa. Me estaba evitando, y no mentiría, eso me ardía un poco el pecho.

Pero ella ha tocado la fibra sensible de mí cuando la observé siendo llevada de la mano de Demian. Ese día habían cruzado por el campus tomados de la mano. Él parecía llevarla como un trofeo de campeonato, mientras que ella mostraba una sonrisa adecuada en todo momento.

Las ganas de querer ir a preguntar sobre a qué se debía todo eso, eran enormes. La gente de la Universidad parlateaban sobre ellos, unas se encontraban celosas con la situación, otros no se lo creían, y otros no lo comprendían; como yo.

En uno de esos días Verónica había caminado junto a mí en el pasillo, iba de la mano del tipo y se miraban como lo más tierno del mundo. Arrugué las cejas, mirándolos mientras se iban. Pero esas sospechas y miradas dudosas se me resolvieron cuando los ví besarse. Se encontraban con los amigos de Demian, y él la había abrazado por los hombros, pegandola a su cuerpo. Verónica soltó una risilla en la conversación, segundos después él se inclinó y ella se puso de puntillas para unirse en un beso que me amarró el estómago en un nudo desconocido.

No comprendía bien lo que sucedía, era controversial. No me quedaba de otra más que darme por vencido en todos los sentidos.

Me freno en mi camino para sacar mi móvil y busco su contacto, el cual se había guardado cuando ella me había llamado en una ocasión, lo curioso era que, en mis momentos de cobardía, jamás pude llamarle anteriormente. Ni ahora.

Mis manos tiemblan en el móvil, pienso si es buena idea llamarle o no, pero ¿Qué le diría? ¿Preguntarle sobre su estúpida relación con Demian? Creo que mis preguntas solamente me terminarían abofeteando más a la realidad.

Debí haberme acercado a ella en ese bar, creo que hubiera sido más fácil; hubiera sido cosa de una sola noche y me habría olvidado de su nombre por la mañana.

Apago el móvil con un suspiro en cuanto llego a casa. Mierda. ¿Por qué tuvo que envolverme de esa forma?

Fuiste tú quien se envolvió por su cuenta.

Respondió mi subconsciente.

Lo peor es que sabía que tenía razón.

Rompiendo lo coherente [borrador] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora