Capítulo 3: Un Camino a Elegir.

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     —De acuerdo, Galahad-San. ¿Trate de recordar la sensación que tuvo en esos momentos— Preguntó Soshisha detrás de una mesa larga con una barricada de computadoras y cámaras.

   Todo el grupo se encontraba en el hangar del complejo, donde habían armado un improvisado circuito de entenamiento. Había varios objetivos balísticos con una diana en el centro que daban hacia las grandes puertas del lugar, algunos estaban chamuscados, otros estaban cubiertos por un gruesa capa de escarcha y otros estaba deformados. Ahora James estaba frente a ellos tratando de atinar un golpe.

    —Recuerda no asustarte. Es lo primero que Soshisha-Sama nos enseñó para poder obtener el control— Explicó Pandora.

    —Exacto, si te asustas las cosas se salen de control— Agregó Robert—. Cuando descubrí lo que podía hacer terminé saltando de un lugar a otro y acabé en Hoboken—.

    Adler rió sin verguenza al escucharle. A lo que Robert decidió moolestar.

    —Adler quemó su cama cuando descubrió lo suyo. Supongo que hizo demasiada fricción— Hizo un gesto sugerente.

    —¡Robert!— Reprendió Elizabeth con molestia.

    —¡Él empezó!—.

    —¡No me importa, ya paren. Ambos!—.

    —Está bien, Lizzie—.

    —Como sea— Dijo Adler con frustración. Ya habría otro momento para usar todas las respuestas que se le habían ocurrido.

    —¿Y cómo descubriste lo que podías hacer, Lizzie?— Indagó James divertido por la situación.

    —Estaba tomando un baño cuando congelé el agua por accidente—.

    —También puede alterar la temperatura de la materia. Disminuir las vibraciones, si se quiere ver así— Señáló Adler mientras proyectaba un modelo atómmico que representaba lo expuesto—. Especulo que eventualmente podrá incluso destruir la materia a nivel molecular. Fue incómodo tener que sacarla de la bañera estando en esa siituación—.

    Elizabeth enrojeció de verguenza y se ocultó tras los pliegues de su sueter.

    —No tenías que decir eso, viejo— Dijo Robert mientras la consolaba junto a Pandora dándole palmaditas en sus hombros.

    —Eres un idiota— Dijo uan furiosa Pandora—. Nadie habla sobre los ruidos que haces al levantar pesas, ¿Qué haces ahí? Se supone que debes entrenar, no tocarte—.

    Robert y James rieron a carcajadas, y el primero empezó a imitarlo.

    —¿Podemos concentrarnos?— Dijo Soshisha, más como orden que como pregunta.

    —Claro que sí, Señor— Respondió todo el grupo volviendo a tomar el asunto con seriedad.

    —¿Y qué pasó contigo, Pan?— Preguntó James.

    —Ah, solo que de un momento a otro todo lo que era metálico empezó a pegarse a mí. Aún lidio con ese problema por lo que debo estar concentrada todo el tiempo—.

    —¿Adler?—.

    —Eso es de ella— Señaló a Elizabeth, quien ahora le miraba con molestia.

    Ella respiró profundamente antes de iniciar.

    —Descubrimos que en su cerebro hay un par de apendices que no forman parte de la anatomía cerebral— Proyectó una resonancia del cerebro de Pandora—. Ese par de........, no sé, yo digo que se parecen al pico de un tucán—.

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