【Capítulo I】

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Actualidad Año 2023
Kay:

Han pasado 8 años desde aquel accidente que marcó mi vida de forma contundente. Pero sin duda lo que más me dolió fue cuando esos hijos de perra me separaron de mis hermanos. Ellos eran lo único que me quedaba y se encargaron de arrebatarme todo eso. A pesar del que el tiempo transcurría una familia que no podía concebir una bebé terminó adaptándome. Acepto que ellos se han portado muy bien conmigo, hasta han estado para mi en mis momentos de crísis y me han dado de todo para que yo me sienta a gusto con ellos.

Me dirijo a la escuela apartando mis pensamientos tratando de no caer en una crísis de depresión nuevamente. Luego de una larga caminata llego al centro de la ciudad donde se encontraba la escuela preparatoria a la que asistía. A pesar de mis esfuerzos por socializar todo fue en vano, todos se alejaban de mí como si diera asco y es que no los culpo mi apariencia rivalizaba a la de un zombie. Mi cabello negro siempre andaba suelto ligeramente desordenado, mis orbes eran de un color tan oscuro que no se podía mirar las pupilas, para rematar mi piel era pálida y unas bolsas negras adornaban mi cara señal de que no dormía casi nada. Trataba de llevar mi vida lo mejor posible pero siempre  hay un grupito que se encargan de hacerte miserable. Y son ellas mismas las que se dirigen hacia mi posición con actitudes seguras de si mismas. En mi rostro se formó una sonrisa hipócrita y cansada, las venas de mi cien estaban latiendo ya que respirar el mismo aire de ellas es como tener miles de agujas en el pulmón.

──Pero miren a quien tenemos acá── dice una con tono de burla.

──Es nuestra zombie favorita── dice con falsa adoración la otra.

──¿Piensas que Halloween es el año completo?── especta la abeja reina del Grupo con malicia.

Lo único que hago es sonreír antes sus palabras llenas de veneno, muerdo mi lengua tratando de que las palabras no salgan de mi boca pero ese intento fue en vano.

──Veo que tu tampoco te diste cuenta porque llevas siempre el disfraz de carroñera.── diga con una sonrisa burlona dejando a los presentes sorprendidos

Lo último que quiero es que esas chulitas se hagan ideas conmigo porque creeme la rabia que llevo acumulando cada año me hace cada día más insoportable. Las clases comienzan con el sonar del timbre. Las horas pasan con tranquilidad hasta el final del día. Los maestros nos advierten que tengamos cuidado ya que últimamente han desaparecido chicas de nuestra edad. La delincuencia en Japón cada vez está más incontrolable. Aunque eso es algo que no me importa, no quiero meterme en problemas legales ni verme involucrada nuevamente en un lío de esos. Ya tuve suficiente con ese día.

Caminé de vuelta a casa, escuchando música con mis auriculares desconectada de lo que me rodea, estaba oscureciendo, e hiba sola por las calles poco pobladas, pensé por un momento. El escenario perfecto para un secuestro. De repente siento como alguien jala de mi mochila hacia atrás, no me di cuenta que pasaba cerca de un callejón, no me dió tiempo a reaccionar ya que de un golpe en la nuca me habían dejado inconsciente.

No se cuanto tiempo pasó exactamente, solo se que desperté encima de una cama junto a otras chicas que recién se levantaban al igual que yo. Todas nos miramos confundidas. En la habitación solo predominaban chicas de cabello negro, rubio, rojo. Me quedé en mi posición, estaba analizando la situación con atención para no salir lastimada o más traumada. Entonces una voz femenina inundó el espacio sonoro de la habitación hasta que me percaté que habían cámaras y un alta voz. Definitivamente todas estamos perdidas.

──Señoritas ustedes fueron elegidas para hacer parte de una subasta. No importa lo que hagan si intentan escapar están muertas, más les vale obedecer si quieren vivir.── exclamó la mujer con tono autoritario.

Ningen No YamiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora