El pub aquella noche estaba a reventar, pero la mayoría de la gente estaba en la segunda planta, donde una enorme pantalla retransmitía el partido de fútbol entre España y Marruecos.
Las voces del gentío de la segunda planta casi ahogaban el sonido de la música de la planta baja, donde me encontraba con Iván y sus amigos.
El segundo cocktel se había terminado calentando en la mesita mientras los escuchaba turnarse para contar chistes y reíamos.
Iván se inclinó entonces para hablar en mi oído a través de la música.
― Salgo fuera un segundo, ¿vienes? ―preguntó señalando un cigarrillo que acaba de sacar del bolsillo de su chaqueta.
― No, está helando fuera y quiero subir al baño un momento. ―respondí con una sonrisa.
Mi novio se levantó y volvió a inclinarse para dejar un beso rápido en mis labios antes de salir.
Llevaba media vida con Iván, no todo había sido perfecto, pero si real, estable y estábamos muy a gusto juntos.
Aunque con el paso de los años, como en cualquier relación, la cosa se había vuelto monótona y cómoda más que romántica y pasional.
Iván fue como un soplo de aire fresco cuando nos conocimos. Divertido, sexy, inteligente a más no poder y leal.
Y aunque todo comenzó con mi idea loca de ser una chica independiente que quería simplemente pasar un buen rato con aquel chico, la cosa se fue volviendo seria hasta que se convirtió en oficial.
Nuestras familias ya prácticamente nos hablaban como si nos hubiéramos casado, aunque eso ni siquiera parecía estar en la agenda para él.
Me giré hacia Tania, una de las chicas del grupo, y le indiqué mediante gestos que iba al baño para ver si quería venir.
Tania negó con la cabeza y siguió dando sorbitos a su cocktel mientras reía con los demás, así que me levanté, cogí mi bolso y subí las escaleras a la segunda planta en dirección a los baños.
La sala estaba repleta de sillas y gente enfrascada en la gran pantalla mientras gritaba animando a la selección española.
Eché un vistazo al marcador antes de entrar al baño. Aquel partido no tenía buena pinta para la roja esta vez.
Hacía tiempo que el fútbol ya no era lo que fue una vez y yo había perdido por completo el interés de hace diez años.
Cerré la puerta con pestillo y me observé en el espejo, hurgando en mi bolso para buscar el maquillaje.
Mi móvil se iluminó dentro del mismo mientras buscaba y lo saqué sin dejar de buscar el dichoso pintalabios con la otra mano.
Un nombre que pensé que jamás volvería a ver apareció en la pantalla haciendo que dejara de buscar en el bolso y desbloqueara el móvil.
Asher: Hey, Sandra! ¿Cómo estás? ¿Estás viendo el partido? Lo siento, pero creo que tu país va a perder esta vez.
Me quedé mirando el mensaje como si no fuera real, revisando el nombre de quien lo escribía por si me estaban tomando el pelo.
Pero no, ahí seguía, esperando contestación.
Hacía al menos tres años que no sabía nada de él. A pesar de haber forjado una relación de amistad a base de mensajes constantes los siete anteriores a la última vez que me habló.
Recordé la última conversación, mi tono hacia él, lo fría que fue...
Fue en uno de los peores años de mi vida y cuando vi sus mensajes prácticamente lo ignoré, le di largas como si jamás hubiera sido mi amigo, como si no hubiera sido un confidente, como si no hubiera sido importante todos aquellos años, como una imbécil.
Mis dedos se movieron a toda velocidad por el teclado, deseando enmendar aquella mierda de conversación aunque fuera para saber algo de él, preguntarle por su vida.
Saber si le iba bien, si había encontrado trabajo, si estaba cumpliendo algún sueño, si quizá... ¿estaba casado? Porque ya tendría edad suficiente para estarlo y en su país se casan muy rápido, ¿no?
Ni siquiera sabía por qué mierda me estaba preguntando justo eso mientras pulsaba enviar.
Alexandra: Hola Asher! Todo genial ¿y tú? No, no lo estaba viendo, pero veo que tú sí.
Su respuesta no se hizo de rogar.
Asher: Claro, siempre voy con España.
No sabía por dónde empezar a preguntarle, pero entonces él siguió escribiendo.
Asher: Hacía mucho tiempo que no hablábamos, creí que ni siquiera ibas a responder a ese mensaje, teniendo en cuenta que no parecías querer hablar conmigo la última vez.
El chico era directo, sincero, como lo había sido siempre, y una parte de mi se resquebrajó al darme cuenta de que había sido una amiga de mierda.
La conversación siguió tras mi respuesta intentando abreviar lo que ocurrió aquel año, como si a pesar del tiempo mi confianza en él no hubiera menguado en absoluto.
Asher comenzó a recordar viejos tiempos, viejas conversaciones, y en menos de cinco minutos ya volvíamos a reír y bromear como hacía tanto tiempo.
Alguien llamó a la puerta del baño pidiendo entrar, sacándome de la burbuja de nostalgia en la que había entrado sin darme cuenta.
Guardé el móvil a toda prisa y salí del baño, viendo por el rabillo del ojo que Asher volvía a tener razón, España había perdido el partido.
El fútbol siempre se ha considerado la excusa perfecta para una reunión en España, pero jamás se me habría pasado por la cabeza pensar que consiguiera reunir de nuevo a una española que ya ni siquiera veía un solo partido con un estadounidense que parece que nunca quiso rendirse con ella.
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Dime te quiero en inglés
RomanceAlex y Asher se conocieron en un chat, gracias a sus parejas de entonces. Diez años de amistad a distancia, de secretos, de risas y cariño a través de una pantalla. Lo que para Alex empezó como un pasatiempo que además la ayudaba a practicar inglé...