CAPÍTULO 1.
La llave bajo la alfombra.
Cuando Joseph bajó del autobús todavía se sentía adormilado. La única forma de llegar a esa ciudad era tomando el viaje de las 11:00 pm, y eso significaba llegar al destino a las 5:00 am. Con suerte pudo dormir al menos cuatro horas del viaje, y fue suerte porque pasó las otras dos sollozando viendo los mensajes de apoyo que familia y amigos le escribieron.
"Venga Joe, no es para tanto", le dijo Rami juntando las cejas con condescendencia "estarás a solo seis horas, tampoco te irás del otro lado del mundo".
Para él era más fácil. Rami había vivido los últimos seis años en tres ciudades distintas; Lucy incluso se fue de intercambio a otro país, sus propios padres emigraron de Francia años atrás y él... Joseph solamente se mudaba a seis horas de su hogar.
Se había acostumbrado a ser él quien veía a los demás moverse, que cuando tuvo que despedirse le dolió.
Arrastró sus maletas y se sentó en la sala de espera de la terminal. Talló sus ojos, hizo una mueca de asco cuando sintió su boca seca y con pereza abrió su botella de agua. Revisó el celular. Su nueva casa estaba a veinte minutos de la central de autobuses y debía tomar un taxi cuanto antes, sino el sueño terminaría tumbándolo en una ciudad desconocida.
"Tercer piso. Al pie de la puerta 3C encontrarás un tapete grisáceo, debajo está la llave. Bienvenido", decía el mensaje que el dueño del departamento le envió y Joe solo pudo pensar en la enorme confianza que tenía ese sujeto al dejar la llave en un lugar tan común.
Aún no amanecía. La ciudad se movía entre sombras, vio a algunos jóvenes caminar con mochilas en sus espaldas, a un barrendero trabajando en la plaza de un gran jardín y a personas haciendo fila a las puertas de un hospital.
Cuando llegó a su edificio solo pudo resoplar, cuesta abajo se veían otras casas y departamentos, el solo pensar que caminaría todo eso para poder llegar a casa le provocaba dolor de rodillas.
"Ya estoy afuera de mi nuevo departamento, muero de sueño", texteo a Rami antes de arrastrar cargar para subir los escalones. El primer piso fue sencillo, en segundo fue sofocante, llegar al tercer piso le hizo sentir mareado pero lo había conseguido. Puerta 3C.
Y cuando pensó que por fín dormiría, la vista de un hombre sentado afuera del que sería su nuevo departamento, le sorprendió.
Lidiar con un borracho es lo que menos necesitaba esa madrugada.
—Uh, oye... —habló en voz baja tratando de no despertar a los demás inquilinos.
—Oye... —insistió en volumen más alto.
El chico poco a poco levantó la mirada. La oscuridad del pasillo no permitió a Joseph ver si estaba ebrio o no, pero cuando este giró el rostro a sus costados como buscando a alguien más, creyó que por lo menos estaba drogado.
—No puede ser... —resopló Joe masajeando el puente de su nariz —. Vine a parar a un barrio de pandilleros.
Al ver que el chico no se inmutaba, Joseph comenzó a desesperarse.
—Oye, estás afuera de mi departamento. Estorbas.
Segundos de silencio transcurrieron. El ambiente comenzó a adquirir tonos índigos. Comenzaba el amanecer.
Joseph observó entonces que el chico levantaba con lentitud su mano señalándose a sí mismo.
—¿Me hablas a mí?
La voz ronca hizo eco en el pasillo. Joseph se removió incómodo. Tenía tanto sueño.
—¿A quién más lo haría?
El otro se levantó y gracias a las primeras luces del día, Joseph pudo verlo con más detalles.
—Lo siento, ¿este es ahora tu departamento?
—¿Estás tomado?
—¿Disculpa?
—Te ves sobrio. ¿por qué te sientas afuera de otros departamentos si no estás ebrio?
—Yo...
—¿Eres un acosador o algo así?
Sintiéndose claramente abochornado, el chico negó con su cabeza y Joe observó como sus ondulados cabellos rubios también lo hicieron.
—Oye, necesito entrar a mi departamento y estás pisando mis llaves.
El rubio vio debajo de sus pies la alfombra. Se hizo a un lado.
—¿Vives por aquí o eres un vagabundo? —Joe dio un vistazo a su ropa, parecía desgastada pero no tenía pinta de ser alguien sin hogar.
—Vivo aquí.
—¿Disculpa?
—Dije que vivo aquí.
Joe boqueó señalando con su mirada el departamento ahora abierto.
—Quiero decir —el rubio carraspeó —. En el edificio, vivo en el edificio.
—¿Y qué hacías afuera a estas horas?
No recibió respuesta.
—Oye, si quieres pensar cosas deberías hacerlo afuera de tu propia puerta, no en la de los demás, ¿ok?, no querrás verte como un acosador.
Con lentitud, el otro asintió.
—Hace un par de días quitaron el letrero de renta de este departamento. Así que tu eres el nuevo.
Había amanecido y líneas doradas entraban por la ventana del pacillo iluminándolo por completo.
—Sí, soy Joseph del 3C. ¿Y tú eres....?
—Yo soy Benjamin.
—¿De qué departamento?
Ben pareció pensarlo un poco y a Joe le pareció gracioso la forma en que Ben mordió sus propios labios antes de responder.
—¿7D?
Joseph pudo reír. Recargó su cabeza en la puerta de su departamento entreabierta.
—¿Seguro que vives aquí y no eres un vagabundo acosador?
—Algo así.
—¿Algo así?
—¡No!, seguro, estoy seguro que vivo aquí.
—Bueno... debo dormir, nos vemos,
—Nos vemos, bienvenido.
Joe cerró la puerta.
...
¡Hola! Hoy pensé en esto, y sentí el enorme impulso de escribir. Sé que hace mucho que no nos vemos, lamento ser intermitente en wattpad. Si aún sigues aquí, muchas gracias. Te he extrañado mucho.
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Relojes estáticos (Hardzzello)
FanfictionJoseph golpea su nuevo reloj tres veces. No puede ser que se haya descompuesto.