7.(H) cómo ser un buscador

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HARRY

XIX

Se había enterado de que habían nombrado a Cedric prefecto de su casa, tal como Hermione había dicho que pasaría. Quería darle sus felicitaciones, pero Cedric nunca estaba solo. Siempre estaba acompañado por alguien. Harry podía reconocer a algunos de los amigos con los que solía verlo aunque no conocía sus nombres. No se animaba a hablarle cuando Cedric tenía compañía o cuando estaba junto a Ron, a quien aún parecía no simpatizarle y con quien pasaba la mayor parte del tiempo.

Harry se consideraba afortunado con su pequeño círculo social en Hogwarts y no solía sentir deseos de expandirlo. En su anterior escuela muggle no había nadie con quien hubiese querido ser amigos. La mayoría de los chicos eran indiferentes o desagradables con él por influencia de su primo. Y aunque Cedric fuese sin duda el chico más agradable y amable que hubiese conocido... Definitivamente una persona con la que Harry desearía tener una amistad...

Nunca le había pasado algo parecido.

No tenía sentido.

Era dos años mayor.

Tenía un amplio grupo de amigos: ¿cómo podría serlo de alguien tan joven e inexperto socialmente como lo era Harry?

XX

Eran tantas las cosas que ocurrían que no tenía tiempo para sentirse decepcionado. Eso era justo lo que escaseaba en épocas de exámenes, y Harry pasaría el suyo en la biblioteca junto a Ron y Hermione, quien estaba muy ocupada con todas las asignaturas que había elegido. A veces parecía que ella estaba a punto de explotar del estrés. Luego aparecería con una taza de té en sus manos y se vería dispuesta a comerse el mundo mientras ellos intentaban aprobar sin sus correcciones. Harry hacía malabares para llevar al día el estudio y asistir a los entrenamientos de Quidditch.

El tercer año estaba oficialmente consumiéndolo y apenas iba a la mitad.

Se encontraba apurado para llegar a todas partes.

Luchaba contra el impulso de buscar a Cedric entre la multitud. A veces su mirada iba en dirección a la mesa de Hufflepuff sin darse cuenta, en el momento más tranquilo que tenía. Cedric aún le sonreía de vez en cuando cuando se cruzaban. No habían vuelto a hablar. Harry se sentía algo desesperanzado por ello, pero debió haberlo sabido. Conversar con alguien unas veces no componía realmente una amistad, por más que fuese hasta altas horas de la noche.

Y estaba bien, en realidad.

Cedric le agradaba y Harry sabía que le agradaba también.

¿Por qué pretendía que las cosas fueran diferentes?

XXI

Finalmente había conocido Hogsmeade por primera vez y Harry se sentía tan contento que no le importaba en lo absoluto tener que usar su capa de invisibilidad para visitar el pequeño pueblo mágico. Ni hacerlo a escondidas, porque ningún adulto había firmado su permiso. Ya se había perdido una de las salidas. Eso no volvería a ocurrir. Aunque Hermione se sentía incómoda hablándole al aire, Ron lo encontraba divertidísimo. No era fácil entrar a todos los negocios sin chocarse con nadie, pero Harry era cuidadoso. Y no tenían problema con esperar a que las personas se dispersaran.

El receso escolar era su momento favorito del año, aún cuando la Navidad no era una época que a Harry le entusiasmaba especialmente.

Los suéters que la señora Weasley le mandaba cada año hacían que Harry detestara un poco menos las fiestas. Ron diría que no le gustaba el suyo y no lo usaría, pero Harry a veces se lo pondría debajo de la ropa de Hogwarts y no se olvidaría de llevárselo en su maleta al final del año.

Su capa también había sido un regalo de Navidad, aunque no sabía de quién.

Y su escoba...

Ese año solo medio esperaba el suéter. Le sorprendía que la señora Weasley lo recordase y pensaba que alguna vez se olvidaría. Allí estaba, de un color anaranjado oscuro. Eso no era todo. Un largo envoltorio destacaba y para su sorpresa llevaba su nombre. Ron le insistió para que lo abriera y resultó ser una nueva e increíble escoba. Se alegraron tanto que comenzaron a saltar en la sala común de Gryffindor. Ron estaba entusiasmado porque podrían estrenarla durante las semanas de vacaciones. Incluso podrían utilizar el campo de Quidditch.

Hermione, quien había decidido quedarse para hacer uso de la biblioteca, no estaba de acuerdo con que la usaran. Eso generó un primer quiebre entre Hermione y Ron, porque él se rehusaba a hacerle caso y terminaban peleando. Ron no se lo podía creer cuando ella sugirió que era posible que Black le hubiera mandado a Harry la escoba. Que podría tener algún encantamiento destinado a herirlo, algo muy similar a lo que había pasado en primer año. Harry no comprendía cómo un fugitivo habría logrado comprar una escoba y enviarla, pero tampoco tenía idea de quién podría haberlo hecho.

Accedió a no usarla hasta que las clases empezaran otra vez. En su lugar, exploró el castillo, entró a aulas que aún no conocía y recorrió los casi desiertos pasillos sin poder evitar observar a cada estudiante con el que se cruzaba.

Por supuesto que Cedric se había ido a su casa.

Aprovechó su tiempo libre para visitar a Hagrid todos los días. A veces por las mañanas, otras veces por la tarde. Cada vez le estaría aguardando con la tetera lista para una infusión en una de las tazas más grandes que hubiera visto. Incluso cuando Hagrid estaba preocupado por todo el revuelo que Draco había hecho a causa de haberse lesionado en una de sus clases, siempre se interesaría por cualquier cosa que Harry le contara y conversarían sobre las cuestiones mágicas más interesantes que él alguna vez hubiese escuchado.

Harry nunca se sentía más en casa que durante el receso de invierno.

XXII

El reinicio de las clases trajo algunas sorpresas. Hermione estaba tan preocupada por la procedencia de la escoba que habló con McGonagall, lo que dio como resultado que la confiscaran para asegurarse de que fuese segura. Ron dejó de hablarle a Hermione, y aunque Harry quería mantenerse enojado, después de unos días entendió que ella solo había querido cuidarlo y no podía molestarse por ello.

Wood le preguntaba cada semana a McGonagall cuándo estaría la escoba lista. Esperaban que fuese para antes del próximo partido. Harry continuó entrenando y comenzó a tomar las clases particulares con Lupin para defenderse contra los dementores. Se trataba de un hechizo más complejo que cualquiera que hubiera hecho antes. Con mucha práctica y tolerancia a la frustración, Harry lo consiguió justo al tiempo en que tuvo su escoba de vuelta para el partido contra Ravenclaw.

Harry estaba preparado.

Los usuales nervios le dieron la bienvenida en el campo como cada vez. Se tomó un instante para mirar a cada uno de los integrantes del otro equipo. Nunca había jugado contra la única chica en uniforme azul, que ocupaba su misma posición. Wood le había advertido sobre ella, diciéndole que era muy buena.

Lo que Harry no se esperaba era que fuera tan bonita.

Ni que le estuviera mirando también.

Toda una nueva y diferente ola de sensaciones sacudieron su estómago. Se sentía inquieto y su rostro ardía mientras miraba en otra dirección. ¿Por qué tenía que jugar contra alguien así de guapa?

¿Es que era requisito ser atractivo para ser buscador?

Debo de ser la excepción, pensó Harry con resignación.

El chico de mis sueños -HEDRIC (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora